Viaje al Monasterio de Buenafuente

sábado, 8 julio 1978 0 Por Herrera Casado

 

El viaje al lejano monasterio de Buenafuente del Sistal, en lo más recóndito de la serranía del alto Tajo, ya ha sido emprendido por muchos. Renovado siempre, pues cada visita muestra un aspecto nuevo de aquel enclave, llega ahora una nueva ocasión para cuantos ya lo conocen, o para aquellos que aún no se han decidido a arribar a su altura. El próximo sábado, día 15, a las seis y media de la tarde, los Amigos de Buenafuente organizan, en el recinto de la iglesia románica del monasterio, un concierto de órgano a cargo del maestro italiano Giorgio Questa, que recorre el mundo con un órgano musical que ha construido él mismo de acuerdo a los más puros criterios artesanales de los antiguos siglos. Será, pues, una ocasión inigualable para llegar al monasterio del Cister y palpar no sólo su historia y concentrada vida, sino el significado espiritual y multitudinario que hoy posee.

Para cuantos hagan este primer Viaje al monasterio de Buenafuente, conviene vayan nutridos de algunas ideas elementales que le centren en sus diversos aspectos. Situado en la margen derecha del río Tajo a gran altura dominando su hondo barranco espeso de pinos. Sabemos de su existencia ya en el año 1176, ocupado por caballeros franceses canónigos regulares de San Agustín, que comenzarían la construcción de la iglesia monasterial y del cenobio en sí. Algunos años después, y tras varios cambios de dueño (el arzobispo toledano don Rodrigo Ximénez de Rada; los señores de Molina, etc.) fue en 1246 cuando doña Sancha Gómez (mujer del tercer conde o señor de Molina) hizo nueva fundación de este monasterio, dándoselo a la Orden del Cister, y poniendo monjas bernardas, procedentes de Casbas (Huesca), las cuales aún mantienen viva esta medieval llama de espiritualidad.

Durante algunos años del siglo XV fue ocupado el monasterio por los monjes cistercienses de Santa María de Huerta, que siempre ejercieron sobre Buenafuente una cierta soberanía directriz, para que en aquellos años de la Baja Edad Media llegaran a expulsar a las monjas, que hubieron de refugiarse en su humilde posesión de Alcallech, junto a Aragoncillo.

Desde los primeros años de su estancia las monjas de Buenafuente tuvieron anchas posesiones en la zona, recibiendo donativos de las gentes comarcanas; exenciones de impuestos y aun grandes ayudas monetarias de los señores de Molina; favores reales y el fervor de los molineses orientado a su Cristo de la Buena Fuente, talla románica maravillosa que aún se conserva.

La pobreza evangélica de la actual comunidad de monjas cistercienses sólo conserva de la antigua pujanza el edificio noble del monasterio. Su iglesia es un auténtico monumento, huella del medievo, que tuvo carácter de edificio aislado, y al que se le fueron añadiendo las construcciones del claustro y dependencias monasteriales en su costado sur. Esta iglesia está construida en el siglo XIII dentro de un estilo románico que desentona del que estamos acostumbrados a ver en nuestra provincia. Esa iglesia grande de altísima bóveda apuntada, de una sola nave escoltada ‑de adosados arcos formeros, y que en un principio estuvo aislada del monasterio, es trasunto fiel del estilo cisterciense francés que desde el siglo anterior se extiende hacia el Sur desde el centro de Francia. Opinión ésta que corrobora el ábside cuadrado escoltado por un par de fortísimos machones, y las dos puertas de entrada (la del Sur incluida en la clausura) cuyas archivoltas escuetas están enmarcadas por acusadas columnas y dintel recto. Un par de interesantes ventanales del estilo en el ábside y algunos capiteles toscos y primitivos en sus portadas hacen de esta iglesia un conjunto dé sumo interés dentro del abigarrado muestrario del arte románico en nuestra tierra. La bóveda del presbiterio o capilla mayor muestra restos de pintura en los que fácilmente se adivina un Pantocrátor rodeado de los cuatro evangelistas. Hoy se están realizando obras de restauración y consolidación del monasterio, y así, junto a la apertura de la puerta románica del muro norte, y habilitación al culto de la capilla de la «buena fuente», se rehace el claustro de época gótica, que poco a poco había venido cediendo bajo el peso de los siglos.

En el interior del monasterio, se conserva todo el archivo de documentos y libros que son testimonio de su historia tan larga e interesante.

El dato más importante, en orden a la visión completa de este cenobio cisterciense, en el que llevan habitando las monjas bernardas más de setecientos años, es el hecho de que hace unos años estuvo a punto de desaparecer, emigrando las religiosas y siendo vendido todo el conjunto a particulares. Su capellán actual, don Ángel Moreno, tuvo el valor y el tesón de conservarlo, reuniendo junto a la lejana institución un nutrido y entusiasta grupo, los Amigos de Buenafuente que han establecido allí un lugar de meditación y vida espiritual, habilitando como residencia parte del antiguo monasterio, y realizando reuniones y encuentros espirituales de ancho fruto. En este mes de julio viene repitiéndose, desde hace tres años, la fiesta musical en su iglesia. En ocasión anterior fue Narciso Yepes quien con su guitarra dio más luz a la penumbra sagrada del templo románico. En este verano del 78 será el italiano Questa con su órgano medieval quien pondrá melodía a la piedra antigua y un poso de entusiasmo y eterno recuerdo para el viajero que por primera, o por enésima vez, se acerque a Buenafuente.