Proceso inquisitorial del padre Sigüenza

sábado, 13 marzo 1976 0 Por Herrera Casado

 

Con este título, acaba de aparecer un magnífico libro de investigación y divulgación acerca de una de las más importantes figuras del Renacimiento español. Libro que, al mismo tiempo, es capital para los estudios de alcarrñofilia, pues definitivamente y de una manera clara y contundente, asigna patria al ilustre monje jerónimo; patria que, en confirmación de las fundadas sospechas que siempre se tuvieron ha resultado ser la ciudad de Sigüenza

El autor de la obra es el profesor don Gregorio de Andrés, de la Universidad Autónoma de Madrid, y la edición, en cuarto mayor, con 308 páginas, 7 grabados y abundantes índices ha sido asumida por la benemérita «Fundación Universitaria Española», que ha incluido el libro en su colección de «Documentos históricos».

Publica el autor de un modo completo el proceso que el Santo Oficio de la Inquisición formó al padre jerónimo fray José de Sigüenza en 1.592. Y lo precede de un amplio y profundo estudio del tema y de sus antecedentes Revisa el autor cuantos estudios y biografías se han hecho sobre la figura de este sabio: desde el padre Santiago, en sus “Memorias sepulcrales” pasando por el padre los Santos, continuador de la obra de Sigüenza en su «Cuarta parte de la historia de la Orden de San Gerónimo», hasta los más modernos estudios de Zarco, Villalba, Pastor y Catalina García. De este último, paisano nuestro y cronista provincial de Guadalajara a comienzos de este siglo, es una magnífica revisión de la biografía, del monje, leída en 1897 en la Real Academia de la Historia y publicada nueve años después. No menciona el autor el estudio que D. Juan José Asenjo Pelegrina ha realizado en 1974, acerca de la vida y obra de fray José de Sigüenza, estudio con el que consiguió el primer premio de investigación «Alvar Fáñez de Minaya» de la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja, ya que no ha llegado, desgraciadamente, a ser publicado, permaneciendo aún inédito.

De todos modos, los resultados de las investigaciones de estos Historiadores no llegaron nunca a ser completas, por desconocer, aún suponiéndolo, la existencia del proceso inquisitorial del fraile jerónimo, en el que era lógica encontrar abundantes y preciosos datos biográficos. Sabido es el máximo secreto con que el Santo Oficio llevaba su proceso, obligando severamente a guardar silencio a todos sus protagonistas. Se archivaban en Toledo los legajos de cada tema, y allí hubieran pertenecido hondamente sepultados si no los hubieran hecho moverse los variados acontecimientos políticos de nuestro siglo XIX. En 1834 se suprimió definitivamente el Tribunal de la Inquisición y todos sus archivos fueron puestos a la venta. Hasta 1846 o 1847 no se vendió el proceso del padre Sigüenza. Lo adquirió en Madrid un judío alemán, Gotthold Heine, quien lo llevó a Alemania junto con abundante documentación, pasando a su muerte a la biblioteca de la Universidad de Halle, en la República Democrática alemana, desde luego se conserva y ha podido estudiarlo, mediante microfilm, el autor de la obra que hoy comentamos.

No ha sido, de todos modos, un descubrimiento. Henri Charles Lea, a comienzos del siglo, preparando su célebre «A history of the Inqusition of Spain» halló en Halle este proceso, y lo publicó, muy resumido, en el tomo cuatro de sus obras. En el año 1907. Sus noticias han ido pasando de unos a otros autores, fundamentalmente extranjeros. Marcel Bataillon, en «Erasmo y España», lo utiliza y Ben Rekkers, en su magnífico estudio acerca de «Arias Montano», publica también el resumen del proceso del padre Sigüenza. El obstinado desconocimiento de los españoles acerca de lo que los extranjeros dicen de nosotros, supuso que durante 70 años hayamos estado elucubrando acerca de unos datos que ingleses, franceses, alemanes y holandeses ya conocían.

Efectivamente, fray José de Sigüenza nació en la Ciudad Mitrada, en el año de 1544. Declara por escrito en su «Genealogía» que sus padres eran Asensio Martínez, natural de Sigüenza, clérigo sochantre que fue en la catedral de Sigüenza, y Francisca de Espinosa, natural de Espinosa de los Monteros. Cuando hace esta declaración, en 1592, ambos eran ya difuntos. Con el nombre de José de Espinosa se le reconoció al fraile en sus años mozos, hasta ingresar en la Orden, en la que era costumbre tomar por apellido la ciudad de nacimiento. Los abuelos y tías por parte del padre, eran naturales y vivían en el señorío de Molina, en los lugares de Aragoncillo y Villar de Cobeta. De la familia de su madre no conoce nada pues todos eran burgaleses.

No fue hijo único. Su madre estuvo casado con un tal Franca, del que tuvo dos hijos: Juan de Franca, que llegó a capitán de Flandes, y Pedro de Franca, clérigo en Sigüenza. Ya viuda tuvo dos hijos con otro hombre del que fray José desconoce el nombre. Estos hermanastros se llamaban Isabel Fernández, que casó con el seguntino Cosme de Villaverde, y Librada Hernández, que casó en el pueblo de El Sotillo. Finalmente, fray José tuvo una hermana de padre y madre, que se llamó Matea de Espinosa, y que casó en Sigüenza con Jerónimo de Franco, joyero. Esta es la curiosa familia que declara el fraile, y que no ha de extrañar la mantuviera en celoso secreto, pues sus orígenes eran poco nobles, al menos para los miramientos de la época.

También explica fray José de Sigüenza, en su «Genealogía», sus primeros pasos en la vida y los estudios. Hasta los 18 años, viviendo en Sigüenza, se ocupó en aprender a leer, a escribir, a estudiar gramática, y a cantar. Su padre, siendo clérigo sochantre de la catedral, se ocuparía de esta enseñanza, aunque él mismo nos dice que la gramática la aprendió de los maestros Torrijos y Velasco, y el canto el maestro Chacón. En 1561 comenzó: en la Universidad de Sigüenza los estudios de arte, aprendiendo lógica del catedrático Fernando de Rueda, y en el curso siguiente cursando la filosofía con Juan de San Clemente, obteniendo el grado de bachiller en artes por la Universidad de Sigüenza el 29 de septiembre de 1563. Entonces coloca él la aventura de querer embarcarse en Valencia para acudir con la flota española en socorro de la isla de Malta, asediada por los turcos. Ocurrió el hecho en 1565 y fray José no pudo llegar a participar en la empresa por haber llegado tarde al puerto. Volvió a Sigüenza, con la vocación marinera y guerrera frustrada y decidió seguir estudiando en la Universidad. El declara haber cursado teología entre 1563 y 1566 bajo las lecciones de los doctores Bartolomé de Torres y Fernando Vellosillo, y parece que no llegó a licenciarse. Fue entonces cuando marchó al monasterio del Parral, en Segovia, donde tomó el hábito de jerónimo en junio de 1566. Allí permaneció cinco años de noviciado yendo luego a continuar estudios de artes y teología en la abadía de Santa María de Párraces, de donde salió en 1575 a poblar el monasterio de El Escorial, entroncando ya con su biografía conocida.

Es, en definitiva, un interesante estudio que, a la par de dar abundante luz en los procedimientos inquisitoriales y las rencillas internas del monasterio escurialense, esclarece de manera definitiva el origen de este sabio humanista y gran historiador que fue fray de Sigüenza, honra de la Ciudad Mitrada, que ya está debiendo a su figura el homenaje y el recuerdo más encendido.