Canfrán Lucea y la dinámica del arte

sábado, 23 agosto 1975 1 Por Herrera Casado

 

El joven artista seguntino Mariano Canfrán Lucea, acaba de realizar su tercera salida pública, con motivo de las fiestas de su ciudad, ofreciendo a todos cuantos le admiramos una exposición de sus obras cinceladas en metal, en el marco magnífico que el recién restaurado Ayuntamiento de Sigüenza brinda, a lo largo y ancho de las cuatro paredes de su patio central. Patrocina la muestra dicho Ayuntamiento, junto con el Centro de Iniciativas de Turismo de la Ciudad Mitrada.

El modo de hacer de este joven artista ya nos es conocido, y quisiéramos que lo fuera de cuantos aman a su tierra alcarreña, y gustan de verla interpretada, en cualquier materia, por diferentes sensibilidades. La ciudad de Sigüenza como tema, sería, y de hecho lo está siendo sin nadie proponérselo, un modo de hacer arte. Que puede llevarse por el camino de la poesía, por el inacabable de la literatura, por el de la pintura, y, aún, por éste del cincelado en metal, inédito entre nosotros. A Canfrán Lucea, con esta tercera exposición individual de Su quehacer, estamos seguros le abrirá sus puertas ese libro grande, ojaIá infinito, que lleva entre sus páginas la constante pasión de lo s alcarreños por levantar en materia artística lo que el suelo ha puesto como paisaje. La piedra de Covarrubias, la plata de Valdeolivas, el mármol de Vandoma y los óleos de Rincón son muestras de esa pasión y esa victoria. Canfrán Lucea inicia, y con buen pronóstico, su propio camino. Que la larga vida, el trabajo incansable, la serena pasión por la belleza, le conduzcan al puerto último de su salvación y su compromiso cumplido.

Y vamos ahora con las obras que, en número de treinta y cuatro, se ofrecen en esta ocasión. Temas florales, otros costumbristas; varios, los más grandes y trabajados, de adaptaciones d e obras clásicas de la pintura; y, finalmente, en el mejor camino de la interpretación y del’ arte, rincones y lugares de Sigüenza, una vista de Pelegrina, y otra del castillo de Atienza. Vemos cómo algunas obras de esta tercera exposición, fueron ya expuestas en la segunda y aún en la primera de este artista. No podemos por menos de mostrarnos francamente opuestos a este proceder, que puede convertir una exposición del arte de un  infatigable trabajador e inspirado artista, en un simple mercado o tenderete de sus obras. Si de verdad queremos dar calidad, no ya a la obra en si, que por supuesto la tiene, y muy grande, sino a la visión que de ella han de tener todas las gentes, es imprescindible aparecer siempre con obra nueva, inédita, recién trabajada. La calidad y el esfuerzo deben ir siempre notoriamente por delante de la cantidad y él ángulo comercial.

Pero dejemos esta apreciación, que puede ser meramente personal, y vayamos con esa dinámica del arte que práctica Canfrán. Nuevamente insistimos en que este joven autor ha entrado en el camino formal de la estética artística. Toma una materia inexpresiva, y modelada la realidad que encuentra, incluso a veces tamiza en su sensibilidad propia, a base de acentuar unos u otros aspectos del mundo. En sus paisajes urbanos de Sigüenza es la profundidad lo que realza el cuadro, Una lejanía de horizontes, de aleros y de campanas viaja por el cobre, que cae domeñado bajo el impulso de la mano y las herramientas del autor. Sigüenza es así, indudablemente, pero tienen en estas obras una angulación, una postura, un olor o temperatura, diríamos, que nunca hasta ahora había manifestado. Y es lógico. Una cosa es aparentemente distinta según el espejo en que se refleje. Las manos de Canfrán Lucea, al transportar los callejones, las torres y las almenas de Sigüenza, al metal que ama y pacientemente trabaja, dan nueva apariencia a las cosas de la ciudad, eternizándola por nuevo camino. Por el que animamos a seguir, con su entusiasmo y su dedicación constante, a este joven que está, en estos sus comienzos, ya consagrado.