Recuerdo de Bujalaro
Pasamos por el pueblo de Bujalaro, en el camino que lleva desde Sigüenza a Jadraque, a través de Mandayona, hace ya algunos meses. Nos llamó la atención, sobre todo, la portada de su iglesia parroquial, de un exquisito arte plateresco, y, por su causa, terminamos recorriendo y anotando el templo todo, lo mismo que el pueblo, de simpáticas gentes y alegre vivir en los días del verano.
Nada cumple ahora decir de su historia (1) sino es que en 1580 era lugar de la jurisdicción de Jadraque, y pertenecía por entero al duque del Infantado. En su principal obra de arte, la parroquia de San Antón, se refleja más la influencia artística que en ese momento extiende Sigüenza por la zona, que cualquier otro detalle dimanado de sus dueños.
Dejando para el final la descripción y comentario de la portada podemos decir de este templo que es de una sola nave, con presbiterio ligeramente elevado al fondo, separados ambos por un arco mayor de medio punto, algo irregular en su terminación. Sobre las jambes se adosan sendas columnas, rematadas en sencilla moldura. Arco y jambas se decoran, tanto interior como exteriormente, por bolas.
El altar, de mala manera empotrado y mal ajustado en el presbiterio, es de arte barroco, muy popular. Está fechado en 1753. Es evidente que procede de otro lugar, muy probablemente del palentino pueblo de Frómista. En su centro aparece una moderna talla de San Antón.
Lo que sí reúne un gran interés, es el artesonado de la nave, todo él de madera, delicadamente ensamblada, oscurecida por los años, y con algunos detalles que permiten asegurar es obra de artífices mudéjares, que durante el siglo XVI aún permanecían dedicados a estos oficios artesanales.
Sobre la madera de la puerta principal, aparece una interesante y valiosa guarnición de clavos en forma de estrella tetrapuntada, con extremidades en relieve, así como sencillas alguazas de la misma época (todo ello es del siglo XVI, cuando se construyó el templo). Algo posteriores son las cerrajas, sencillas pero también interesantes.
Lo más valioso del conjunto es la portada, orientada al norte. Forma parte del gran conjunto de arte plateresco que, escondido y poco conocido, posee nuestra provincia. Afortunadamente, está fechada: 1540 es el año de su construcción. No se conoce, en Cambio, el autor que la diseñara, ni los tallistas o artesanos que la hicieron realidad. Indudablemente, alguno de los arquitectos que en Sigüenza trabajaba en esos momentos, o quizás unos años antes, ha de ser el autor de su proyecto. No sería demasiado descabellado sugerir por autor a Alonso de Covarrubias, teniendo en cuenta que trabaja en Sigüenza hasta 1534. La estructura de esta portada de Bujalaro es, de todos modos, muy acorde con la forma de hacer del toledano, y, en este caso concreto, nos recuerda inmediatamente la puerta del convento de la Piedad, en Guadalajara, obra suya documentada, y con idéntica características estructurales.
Sin poder, empero, afirmar rotundamente esta sugerencia, cabe barajar los nombres de otros maestros que en la catedral seguntina trabajan por entonces: Francisco de Baeza, Nicolás Durango, Juan del Pozo… da lo mismo uno u otro. Lo esencial es que la tenemos bien catalogada en tiempo y espacio. Sólo falta que un golpe de suerte quiera algún día descubrir, entro le voluminosa carga de información que atesora el Archivo de la Catedral seguntina, el nombre exacto de su autor.
La estructura de la portada es severa y elegante, como corresponde al estilo toscano introducido en España hacia 1520. Un arco semicircular flanqueado de columnas que apoyan en cortos machones, y que sostienen arquitrabe con leyenda y ornamentación del estilo, coronándose a los extremos por sendos flameros, mientras en el centro se yergue, escoltada por roleos, una hornacina de idénticas características cobijando bajo venera una talle apreciable, aunque ya muy desgastada por la erosión, de la Virgen María.
En el friso de la puerta principal aparece la siguiente leyenda: /»AVE REGINA CELLOR AVE D NANGELOR 1540”/ que desarrollada y traducida significa «Salve Reina de los Cielos, Salve Señora de los Ángeles. 1540. Sobre la hornacina de la virgen hay otra frase de difícil lectura por su desgaste. Y junto a ella, a su izquierda, hay empotrada una lápida de la misma época, o algo posterior, en que se lee (desarrollando las abreviaturas): «Acabóse esta obra Siendo Cura el Reverendo Señor Bachiller Suárez, Deán de Sigüenza y Mayordomo Alonso Martínez Molinero».
Rematando el semicircular arco de la portada, aparece el emblema de Cristo (cinco llagas sangrantes) en prolija cartela sostenida por ángeles. Las enjutas de este arco están ocupadas por San Pedro y San Pablo, cada uno con sus respectivos atributos, y orlados con frutas, verduras y cintas propias de la decoración plateresca. Temas que se repiten, sencillamente y en todo caso exentos de iconografía figurativa, en capiteles y fustes de las columnas, en los que alternan con sencillo motivo ranurado.
Una obra, en suma, que hace del lugar de Bujalaro punto de arribada para todos cuantos deseen conocer, a lo vivo y en su ambiente propio, los modos de hacer de los artistas alcarreños durante la primera mitad del siglo XVI. Y motivo, siempre, de excursión ilustrativa y en todo caso interesante.
Notas
(1) Ver las relaciones que este pueblo, envió a Felipe II a fines del siglo XVI, publicadas por don
Manuel Pérez Villamil en el 4º tomo del Memorial Histórico Español, Madrid 1912, pp. 27‑37.