Ideas y proyectos para nuestro turismo

sábado, 1 enero 1972 0 Por Herrera Casado

Un libro de Herrera Casado que muestra las maravillas patrimoniales de Guadalajara

 

A principios de año convocó nuestra Diputación Provincial un concurso de «Ideas y Proyectos» para la promoción turística de nuestra provincia, ofreciendo un premio de 25.000 pesetas para el mejor trabajo. Iniciativa muy de agradecer a nuestra Diputación, que de esta manera solicita, en un afán de democrática participación, las ideas y opiniones de periodistas e interesados por el tema. Pero como a mí se me da muy mal esto de los concursos, y por miedo a que mis ideas se pe­rdieran en el anonimato, he decidido escribir el resumen de mis «Ideas y Proyectos» para la promoción turística de nuestra provincia en una serie de trabajos que NUEVA ALCARRIA me publicará, con la gentileza que siempre me ha demostrado, durante las próximas semanas.

El turismo, plenamente integrado ya en la sociedad de consumo, ha llegado hoy al alcance de casi todas las economías. Lo que antaño era un lujo para potentados, está hoy en las manos de la mayoría. No sólo como un alivio de la tensión nerviosa de las grandes urbes y como purificación del organismo por medio del aire y el sol de campos y playas, sino como un medio y un arma con que la cultura va ganando puestos en nuestro mundo de hoy. El único afán de los políticos conscientes es que este turismo, beneficioso en todos los aspectos, alcance a la totalidad de la población.

En Guadalajara hemos andado de siempre muy flojillos en el aspecto turístico, sobre todo si se compara con el superestallido que las costas mediterráneas y ciudades históricas españolas han experimentado en los últimos años. Nuestra característica ha sido siempre el ir a rastras de los demás. Y creo que esta situación puede acabar si de verdad nos empeñamos en que así sea.

He estado pensando que, para llegar a un estado de espíritu que nos predisponga a hacer grandes cosas en turismo provincial, hace falta antes un lavado de conciencia, un pequeño lavado de cerebro que nos deje en blanco el cuaderno en el que luego hemos de escribir las ideas y proyectos con un auténtico sentido de realidad.

Y para eso hace falta, ten primer lugar, sinceridad. De esa de habitación cerrada y monólogo frente al mar: verdades desnudas y sin florituras literarias ni encapuchamitantos hipócritas. Saber lo que tenernos y lo que nos falta. Aprovechar lo mejor posible, con las pautas que luego se, dan, lo primero. Y. procurar disimular, o, por lo menos no alardear, de lo segundo. Con esa intención de confesión sana y duradera se puede llegar mucho más lejos, qué duda cabe.

Y es entre las muchas cosas que tenemos, que resalta una, el silencio, como materia a explotar y destacar ante los que se interesen por nosotros. En este silencio la materia prima con que se construye la tranquilidad de espíritu y las horas felices del tumultuoso ciudadano. Nosotros lo tenemos. Seremos “la provincia del silencio”.

En segundo lugar habrá que estudiar y programar una definitiva reestructuración del sistema de vida provincial, que, aun con muchas implicaciones políticas, ‑el buen amante de la provincia no puede olvidar de atender en primigenia posición: creación de centros regionales, concentración de población humana y servicios, repoblación, reforma agraria y ganadera, etc., etc., qua harían convertir a lo que es en la actualidad nuestro sistema de vida provincial en un fascinante museo de recuerdos pasados.

En tercera posición figura el capítulo de la restauración. Palabra que no se refiere solamente a castillos e iglesias, sino a todo lo que es vestigio del pasado y que está en trance de perderse: Restauración de monumentos, restauración de pueblos, restauración de bailes, de fiestas, de comidas, de folklore, de música, de personas incluso. Restaurar y conservar debe ser otra de las grandes direcciones para levantar nuestro turismo.

Después hemos de considerar la dignificación de todo lo alcarreño. No permitir que se caiga en el tópico, en el burlesco decir, en el folklorismo barato, en la deformación de todo lo que lleva en su raíz el germen alcarreño. Dignificación de la provincia: de su vida y su turismo, para darla el empaque de señorío, que merece.

Y, en último lugar, algo que no se puede colocar en orden de preferencia ni delante ni detrás de lo anteriormente expuesto: el trabajo. El sincero y práctico trabajo que lleve adelante todas las ideas anteriores, y que arrastra consigo el auténtico lanzamiento de la provincia, por medio de la propaganda, las comunicaciones, etcétera.

Estas son las pautas que a mí, humildemente, se me han ocurrido, y que iré desarrollando durante las próximas semanas con el único objeto de que se tome conciencia del problema del turismo, en nuestra provincia,,y se vea un punto de vista en lo que a esta tarea concierne Se renuncia con gusto a la oportunidad de conseguir veinticinco mil pesetas, cuando se sabe que el premio casi seguro es que los hombres y mujeres de Guadalajara se van a enterar de lo que hay todavía por hacer en, nuestra provincia a nivel turístico, y, en cierto modo, cultural.

Te ruego, lector, un poco de paciencia, y ten en cuenta que serán, al fin y al cabo, tus opiniones las que valgan. Aquí van humildemente las mías, como un, cuadro “fuera de concurso” colgado en un rincón.­