Desde la Edad Media hasta hoy, se cuentan en nuestra provincia más de 500 lugares las características de pueblos abandonados, despoblados y olvidados. El viajero se ha decidido a poner aquí, en brevedad mayúscula, cinco de ellos. Hay más, muchos más, por descubrir y visitar. Por una vez dejamos las carreteras señaladas en los mapas, renunciamos a visitar los pueblos, sus plazas, sus templos y sus hontanares sonoros, y nos vamos a visitar esa otra Guadalajara inmensa, atónita, y silenciosa, que yace perdida entre los recovecos de la geografía provincial: nos vamos a ver despoblados, lugares donde hubo alguna vez un pueblo, y que tras el ataque de una peste, de una plaga o de una contingencia atmosférica ó social, quedó vacío de habitantes, y empezó a hundirse. Morenglos En los páramos de la tierra atencina, cerca de la villa de Alcolea de las Peñas, se pueden visitar los restos de un antiguo poblado al que hoy todavía se conoce con su primitivo nombre. Es Morenglos. Un lugar impresionante y misterioso, que ofrece en cada ángulo de su breve extensión la oferta de un origen remoto y el misterio de su estructura permite elucubrar sobre sus funciones. El centro del lugar es una roca contundente, caliza, muy firme, que surge aislada sobre un valle alto de erosión. En lo alto de la roca hubo un templo, de construcción medieval sin duda, de estilo románico, del que solo queda en pie la espadaña, pero en la que se adivina el arranque de su triangular remate con los huecos para las campanas. En las piedras de su muro occidental se ven numerosas marcas de cantería. Repartidas sobre la superficie de la roca, aparecen numerosas tumbas talladas en ella, todas de origen medieval, unas grandes, y otras muy pequeñas, de niños, sin duda. Están orientadas, dentro de un indudable rito cristiano. Y lo más curioso aún del despoblado de Morenglos, al que aún nadie ha dado la importancia que el lugar merece, es la suma de cuevas y cavidades artificiales que hay excavadas en la roca que sustenta el conjunto. Esas cuevas, profundas algunas, altas y espaciosas, talladas hace muchos siglos, tuvieron la misión de resguardar de las inclemencias del tiempo a los habitantes iniciales del lugar ¿Fue eremitorio? ¿Lugar de prácticas religiosas, o sagradas? ¿Resguardos de caza, o de pastores? En todo caso, Morenglos es hoy uno de los espacios que más […]
alcolea de las peñas
Cuevas y eremitorios de la sierra de Atienza
Hoy me entretengo en rememorar algunos viajes de juventud, hechos hace más de 40 años, por las serranías atencinas. Y valorar, con más serenidad ahora, lo entonces descubierto, que no fueron sino un conjunto de cuevas, de alojamientos en la roca, de curiosas formaciones, que –lo reconozco- primero atribuí a épocas prehistóricas, a los celtíberos de la zona, en torno al cogollo importante de Tiermes, pero que luego, analizando unas y otras cosas por la provincia, y ligando sus significados (Pastrana, Valdearenas, Hita, Jadraque…) llego a la conclusión de que fueron cosas hechas en la Alta Edad Media, en torno al siglo VI cuando los visigodos la poblaban, que tampoco está nada mal, en punto a antigüedad, pero con otro sentido, no guerrero o pervivencial, sino religioso, eremítico puro. Las cuevas de Ujados El territorio de esta parte de la sierra atencina, una ancha franja que cubre los territorios de Ujados, Hijes y Albendiego, tiene formaciones de época triásica que se desarrollan en lastras de poca altura y valles secos. En esas líneas rocosas muy roijizas en su aspecto, y de suave trato con el pico, se fueron excavando cuevas aquí y allá, y hoy las encontramos casi intactas, con su mudo mensaje de siglos muy antiguos. Bajando desde Ujados, la primera que nos encontramos es la Cueva de la Peña Gorda. Presenta dos entradas pero un solo seno, muy amplio, de unos 2 x 3 mts. Con una pequeña oquedad al centro del muro como si fuera una alacena o lugar para guardar una imagen. La Cueva de la Puentecilla es una de las más curiosas, está situada a unos 800 mts al este de la Cueva de la Peña Gorda. Según vemos en el croquis adjunto, tiene una disposición sumamente curiosa e inédita, pues tras la entrada estrecha va presentando habitaciones horizontales al exterior, que se comunican con otros similares más interiores, pero desarrollando una planta en zigzag. El pasillo tiene un metro de ancho, y la altura no supera el metro y medio. Como todas las anteriores, orientada su entrada al sur, a continuación visitamos la Cueva del Tío Grillos, que tiene una breve escalinata de acceso tallada en la roca, ante ella. Muy amplia, alargada, a través de un estrecho pasadizo se llega al último seno, de planta circular, como un cub personalmente en 1972 Ujados, que fueron las que visitlada en la roca, ante ella.a […]