Algunas reflexiones  sobre la arquitectura de la piedra seca

Algunas reflexiones sobre la arquitectura de la piedra seca

viernes, 15 abril 2022 1 Por Herrera Casado

Entre los elementos que conforman nuestro patrimonio, hay unas construcciones, de carácter muy humilde, que son esenciales para comprender la idiosincrasia de la Alcarria: son los edificios de la piedra seca, las chozas de pastores, de las que aquí inicio un pequeño estudio.

En noviembre de 2018, la UNESCO incluyó en su lista de elementos constitutivos del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad las construcciones hechas con “la piedra seca”, o sea, las que solamente tienen piedras en su estructura, sin ningún tipo de argamasa o sostenes ajenos a ella. Fueron declaradas patrimonio todas las existentes en zonas rurales de Croacia, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Eslovenia, España y Suiza. En España, solamente se atendió a las existentes en estas comunidades: Andalucía, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Cataluña, Extremadura, Galicia y Valencia. Las de Castilla La Mancha, que son muchas, y muy buenas, no entraron en esta declaración ¿Razones? Las sabrán en la Junta de Comunidades. Yo las ignoro.

Lo cierto es que aquí, entre nosotros, prácticamente nadie, a excepción de algunos estudiosos, se ha preocupado de darle la importancia que tienen a estas construcciones de piedra seca. No tienen defensa reglamentada, y de hecho, sabemos que en los últimos años (las décadas del progreso y el avance social) se han destruido a cientos, se las ha hecho desaparecer sin que nadie protestara de ello. Unas arrasadas por tractores y palas mecánicas, porque estorbaban para la explotación de superficies. Otras, saqueadas en sus mejores piedras para usarlas en chalets, y muchas destruidas, sin más. Quien tal hacía, estaba destruyendo una parte importante de la memoria colectiva y patrimonial de nuestra tierra. 

Generalidades

Con brevedad debo decir algunas generalidades de la arquitectura de la piedra seca. Es este un patrimonio muy singular que posee un valor superior al real, porque es de carácter comunitario y de una gran durabilidad. La arquitectura de la piedra seca es un elemento integrante de ese paisaje de nuestro entorno, que nos permite tener la percepción o imagen del territorio que nos rodea.

Es fruto de la necesidad, de unas condiciones naturales adversas: la piedra es una materia prima barata y abundante. Se encuentran componentes puramente fortuitos con soluciones compositivas y estéticas inesperadas, muy poco frecuentes en la arquitectura profesional. Se trata de una arquitectura virtuosa en la que predomina el sentido común, la adaptabilidad, la austeridad, y que además es económica, con soluciones creativas: contrafuertes, barreras, arcos. Cubiertas mixtas… Aporta un montón de soluciones nuevas desde el punto de vista técnico para asegurar la durabilidad de las construcciones, y modela el territorio realizando una distribución de usos del suelo, como si de una auténtica Ordenación del Territorio se tratara. 

Las plantas de estos edificios y sus estructuras predominan en lo circular. La ausencia de separación entre espacios humanos y animales es un signo de pervivencia de las formas de vida primitiva. Esta arquitectura de la piedra seca es un testimonio de formas de vida anteriores, realizadas por personas sencillas. No introduce impacto de tipo alguno en el paisaje y aprovecha recursos endógenos. Parece que hace siglos ya tenían asumidos los imperativos del ecologismo actual, aunque en realidad somos nosotros los que tratamos de imitar a los antiguos. Además, esta arquitectura es iletrada y anónima, con edificios construidos por personas sin apenas conocimientos técnicos, por usuarios anónimos del territorio, agricultores y pastores. En ningún caso pretenden construir monumentos, y su objetivo es satisfacer necesidades básicas y que cada construcción cumpla una función práctica. Se trata de una arquitectura ajena a cualquier ideal de confort y comodidad. Además es una arquitectura universal, pues aparece tanto en España como en Nepal, Australia, Italia, Grecia, Francia… solamente cambia el tipo de piedra: arenisca, caliza, basáltica. Su diversidad es casi infinita: muros y bancales, refugios de ganado, neveras, majanos, hornos de cal, aljibes, fuentes, pozos, lavaderos, molinos… su origen siempre es el mismo: agrupar las piedras sueltas del campo, que estorban para la labor agrícola, dándola un evidente destino útil. Estos edificios, con tantas similitudes en todas partes, se han hecho para un fin práctico, mimetizados con el medio ambiente, hasta el punto (penoso) de que su desaparición tampoco se percibe. No estorbaban a nadie cuando existían, y ahora que desaparecen nadie se inquieta por ello.

Chozo de piedra caliza en Atanzón

Cabañas de piedra en la Alcarria

La técnica de la piedra seca es de origen tradicional y consistente en hacer edificios y estructuras con solamente piedra, sin utilizar ningún tipo de argamasa. Desde la revolución humana del Neolítico, cuando el hombre pasó de ser cazador al sedentarismo de la agricultura y la ganadería, se están haciendo estos edificios. Esta es la evidencia de su importancia: su antigüedad. Y su utilidad siempre. Y su belleza…

En la Alcarria hay muchas construcciones de este tipo, a las que aquí llaman “cabañas” o “chozones”. Generalmente servían para que los pastores se guareciesen de las tormentas. De las miles que hubo, han desaparecido muchas, y otras están desapareciendo en el momento actual, las están derribando. Hace poco escribió de ellas en estas páginas mi amigo Pedro Vacas. Y sobre el conjunto de los chozones y bombos de la Mancha escribieron hace unos pocos años un libro-catálogo Javier Escribano Buendía y María Isabel Sánchez-Duque, magnífico en todos sus conceptos. Pero quien más escribió de ellos en la Alcarria fue Doroteo Sánchez Mínguez, quien en su gran libro “Peñalver en la memoria” nos dejó un amplio capítulo acerca de los chozones de su pueblo, de las construcciones en piedra seca (majanos, paredes, tollos, eras, corrales, colmenares y hornos de cal), con el catálogo de los existentes entonces (2006) en el término, y muchos otros que él conoció en pueblos limítrofes. Sabemos, ahora, que don Juan Manuel Abascal Colmenero, el cronista “in pectore” de Tomellosa, está preparando otro libro catálogo de los de su término, en El Monte Llano.

Chozos y cabañas pétreas de Peñalver

Extendidas por toda la Alcarria, vemos surgir entre matas de espliego y arropadas por carrascos benéficos las humildes cabañas de pastores, que en cualquiera de sus formas conllevan una belleza implícita que nos emociona. Las hay por toda la provincia, porque las hemos visto también en la Sierra, y en la Campiña, y aún en el Alto Tajo hay otras, más grandes y especiales, hechas con piedra y madera de sabina, que también s están perdiendo.

Las de Peñalver fueron enumeradas y descritas, fotografiadas y señaladas por Sánchez Mínguez. De ellas cabe recordar esa de la que acompaño aquí fotografía, y que es de las más llamativas y ejemplares, la Cabaña del Cerro del Tío Facundo. Se encuentra en las Vallosas, y según ese autor es la más grande de todas las conservadas en el término, con un corral anejo para el ganado. Tiene una altura de tres metros al exterior, y 2,20 metros en el interior. Es de planta irregularmente circular, con un diámetro menor de 2 metros y el mayor de 2,40. La puerta mira se abre al este y tiene una altura de 1,20 metros con una anchura de unos 50 centimetros, lo que obliga a agacharse para entrar. Tiene por dintel una piedra de grandes proporciones, habiéndose aprovechado su forma natural curvada sin retoque alguno para servir de entrada. La bóveda es de falsa cúpula, reforzada con gruesos troncos de chaparra, que ayudan a soportar el enorme peso de la techumbre. El corral anejo es un círculo de 10,5 metros de diámetro, y la altura de sus muros alcanza la altura de un hombre, estando coronados por una barda de espinos y zarzas trampaculeras secas.

En el estudio de Sánchez Mínguez se refieren otras cabañas pétreas en los términos de Fuentelencina, Moratilla, Hueva, Pastrana y Valdeconcha. Las hay también, y muy buenas, en Hontoba, que estudió en su libro local don Aurelio García López. Y en Atanzón, donde llevan años queriendo hacer su estudio y catalogación, pero no arrancan.

En Fuentelencina, destaca entre todas la cabaña de la Curva del Cura, que se encuentra junto a la cuneta de la antigua carretera, en una curva muy peligrosa, tristemente conocida por varios accidentes mortales ocurridos en sus inmediaciones. Tiene la portada orientada al NE., y mide 1,40 metros de altura por 70m centímetros de anchura. Su altura al interior es de 3 metros y el diámetro es de 3,10 m. La cúpula está recubierta de tierra en el exterior. En término de Fuentelencina refiere Sánchez Mínguez una cabaña que califica sin duda como la mejor que ha visto en toda la Alcarria, y es la que existe junto a la recta que va del Berral a este pueblo. Con 3,20 metros de altura y un metro de espesor del muro en su entrada, muy proporcionada, toda ella está rodeada por un contrafuerte de 1,10 metros de alto y 0’70 de grosor. Dice además “Esta extraordinaria cabaña se encuentra adosada exteriormente a un corral de grandes proporciones, dividido en dos mitades por un paredón de dos metros de altura. Esta es la mejor cabaña de todas las que he visitado. Está hecha a lo grande y, de ella, no se sabe qué admirar más, si la grandiosidad proporcionada de sus dimensiones, o la perfección de su ejecución, en la que destaca el interior de su maravillosa cúpula. Su contemplación inspira la sensación de gran seguridad y de total comodidad para este tipo de construcciones.

Mucho más podría hablarse de estas cabañas de piedra de la Alcarria. Adjunto a mis palabras otras dos imágenes: la del chozo que se encuentra en el cruce de la carretera de Atanzón con la de Aldeanueva, en el páramo alcarreño, y el Chozo del Tío Rasillo en término de Ujados, en plena Sierra, foto que debo a mi amigo José María Alonso Noguerales. Como resumen, pienso que ha llegado el momento de empezar a tomarnos en serio este otro patrimonio, íntimo y hermoso, esencial para mantener la singularidad de nuestra ancestral cultura agrícola y ganadera.