Monje Ciruelo, caminante de las Alcarrias

viernes, 20 julio 2007 0 Por Herrera Casado

 

Monje Ciruelo, compañero de páginas en este diario, y veterano, el que más, de sus periodistas en activo, acaba de escribir un libro, el cuarto de los publicados, y avalado por la Diputación Provincial ha llegado a nuestras manos con un aspecto dignísimo y un contenido tan sabroso y entretenido que quien lo coge no puede dejarlo ya hasta acabar su lectura. La obra de Monje lleva por título, un poco críptico, porque mezcla números y letras, este misterioso arranque: “11-M: El tren de las 7:10”. Pero ello supone la clave de un relato en el que, sobre la verdad incontestable del horror del 11 de marzo de 2004, se extiende la limpia literatura del autor palazuelino, que monta un relato estremecedor y valiente en torno al tema.

Historias de Guadalajara y su tierra

En las más de 300 páginas de su libro, que subtitula “Cuentos y Relatos para adultos”, Monje incluye 34 escritos de creatividad incontestable, refiriendo en ellos anécdotas que ha oído en su peregrinar de Alcarrias, o le han contado al amor de la lumbre en pueblos diversos de la provincia. No lleva ninguno de ellos contenido sexual, explícito ni siquiera implícito, como algún pícaro hubiera podido pensar al saber que son “de adultos” los cuentos de Monje.

En realidad, el mote o subtítulo viene a decirnos que el sustantivo “cuento” usado habitualmente para la narración infantil, en este caso se hace universal, y es accesible, y entretenible, para cualquiera.

Y entre ese racimo denso de narraciones, de inventos extraños como la situación astronómica inconcebible de que la Tierra se parase y, en España, que tocó de noche el evento, no volviera a amanecer nunca, surgen relatos ambientados en pueblos, en costumbres, en fiestas, en leyendas, en anécdotas y en ocurridos reales. De ahí que también pudiera llevar este libro el subtítulo de “historias de Guadalajara y su tierra” porque si no salen los manidos Mendoza ni la Batalla de Trijueque, sí que aparecen escenas que nos llevan al Mazuecos del siglo XVI en que algunos vecinos protagonizan una saga de sucesos en los que se enlaza la devoción y el milagro con la batalla de Lepanto y el miedo al turco. O esa otra emotiva y tierna del jovencísimo “Pelayo” que hace su primer viaje de arriería por Castilla de la mano de su padre y familiares, vendiendo resina, aguarrás, colofonia y pez.

La historia, la más simple y bien llevada, la pone Monje en su relato dedicado al “Castro del Ceremeño” en tierras molinesas de Herrería. Allí recompone la vida de los primitivos habitantes carpetanos del entorno, y en un juego de sueños, viaje en el tiempo, y emociones realistas, nos cuenta con un detalle vibrante la forma de vivir de aquellos antepasados de hace 2.500 años. Que aún sin ser especialista en arqueología puedo afirmar que se acerca mucho a la verdad, y nos ayuda a comprender los restos que hoy vemos y a intuir las formas en que vivieron aquellos seres tan remotos.

Hay otra vertiente, quizás la más atractiva, que Monje ofrece en su estupendo libro. Es la de las leyendas traídas y llevadas desde siglos entre las gentes de los pueblos. En aquel donde pasó su infancia, Palazuelos, cuentan y no acaban de los lobos. Especialmente atractivas y emocionantes, las dos narraciones que recoge de su bisabuela Ciriaca y que él desarrolla con su sobria con sobria parsimonia no exenta de emoción: el ataque de los lobos al tío Cleto en una noche de nieve, y la valentía del joven Dimas que se enfrentó a otra manada de lobos en las mismas murallas de Palazuelos. Hechos estos ocurridos a mitad del siglo XIX, pero testimoniales de la existencia de estos depredadores por los montes de encinas de las sierras de nuestra provincia.

Y muchas otras esquinas de Guadalajara y su provincia nos salen al paso en este libro de “cuentos y relatos para adultos” que no debe perderse quien se apasione por las autóctonas raíces de nuestra tierra.

Es, en definitiva, un libro de los que hacen falta, hoy más que nunca: una “herramienta de enraizar” gentes y espíritus a la tierra en que se vive. Un empeño en el que debieran estar más comprometidos los políticos que hoy nos rigen, que andan más pendientes del bienestar de la gente (sin ser este despreciable) que de la conciencia que tengan de estar sobre una tierra de ancestrales leyendas y sabias entrañas, en cuyo discurrir estamos hoy inmersos, y solo conociendo las páginas pasadas podremos encontrar la razón del vivir de hoy.

Monje Ciruelo, en concreto

Después de hablar de lo importante que hoy nos convoca, que es este último de los libros publicados por Monje, creo que corresponde decir algunas palabras más sobre el autor, sobre este “palazuelino” de corazón que lleva más de 80 años entre nosotros, y más de 60 escribiendo en este periódico.

Para decir algo somero de Monje Ciruelo, que es amigo, desde hace muchos años, serviría cualquier biografía, aunque fuera breve: la que aparece en la solapa de este su último libro, que es la más actualizada, o la que se publica en Internet, donde figura entre los “alcarreños ilustres” o diccionario de nombres que han sido algo en esta tierra, a lo largo de los siglos. Allí está Monje Ciruelo, como ha estado durante más de 60 años en las páginas de periódicos provinciales y nacionales, sin descanso: este Nueva Alcarria el primero, y ABC, la Vanguardia, aquel “Badiel” que él fundara y aguantó dos números, en época de naufragios.

Luis Monje ha tenido enemigos furibundos, gentes que le han echado en cara sus ideas (como si tenerlas fuera un delito), y no le han perdonado que haya dicho en público lo que piensa. Y eso en dos épocas: en la de su juventud, cuando solo eran válidas las ideas del sistema, y en la de su madurez, cuando muchos otros piensan que los ciudadanos solo pueden hablar depositando su voto en una urna. Monje ha hablado siempre, ha dicho lo que piensa, y lo ha dicho honradamente. Y eso es algo que algunos no lo perdonan nunca.

Antes de este que hoy comentamos, y después de miles de artículos en un buen racimo de periódicos, Monje sacó tres libros editados: el primero se titulaba “Guadalajara a mi través” y eran crónicas, selectas, de su andar Guadalajara en plan periodista y buscador de actualidades.

El segundo, titulado “Guadalajara desde el ayer”, resultó más interesante que el primero, porque a través de su mano, como un prestidigitador que saca del fondo de su sombrero sombras y luces que parecían haberse borrado, a través de las palabras ciertas de una vida antigua, yendo más allá de las anécdotas personales (sus ascensiones a la cumbre del Ocejón, al que le tiene por tótem mítico de su caminar provincial) abocando a la palpitante historia reciente de una provincia que ha recorrido muchos más kilómetros que otras en los últimos treinta años. Guadalajara salió en este tiempo de la Edad Media, y se ha asentado, (le falta algo todavía, pero muy poco) en el siglo XXI. Y de ello ha sido fiel cronista Luis Monje.

En el tercero, de fulgurante éxito, -tal que la primera edición se agotó en tres meses y se sacó otra que anda ya también a punto de desaparecer- el título desvelaba el camino por el que pasaba la firme literatura de este autor: “Memorias de un niño de la Guerra” que daba inicio a la obra con sus peripecias y recuerdos nítidos de una Guerra Civil que él vivió desde la neutralidad que da la infancia, y que se alargaba en varias decenas de relatos en los que también Guadalajara, sus pueblos y sus gentes, revivían y nos sorprendían con hechos ciertos, plasmados con la brillantez de una película sonora y en tecnicolor.

En el prólogo de su primer libro decía yo mismo que su estilo estaba en la línea de los clásicos castellanos: nada de barroquismos, nada de “diversos ismos” que a todos nos llamaron la atención un día: Monje fue siempre con la palabra justa a describir los hechos ciertos. Hasta ahí la proeza, que no es tan fácil.

Y en fin, que no digo más que lo he referido, porque en otros lugares pueden encontrarse sus méritos e itinerarios vitales. Leáse, si no, la página www.aache.com/alcarrians/monje.htm en la que viene con detalle su currículo, sus fotos, hasta su dirección de correo electrónico, que también la tiene Monje, y la usa, lo atestiguo, como un chaval de veinte años. Muchos lectores tiene Monje para estar seguro que sus méritos son ciertos, y muchos aplausos, más que ladridos, ha escuchado en su vida. Lo cual le hace ganador del partido. Y en hombros sale.

Apunte

 11-M: El tren de las 7:10

 Editado por la Excmª Diputación Provincial de Guadalajara, lleva una Presentación del anterior presidente, J.C. Moratilla, y un Prólogo del periodista y viajero José Serrano Belinchón. Tiene 312 páginas y abarca 34 amplios relatos en los que se entremezclan creaciones literarias puras, con otros que se basan en leyendas e historias ocurridas en siglos pasados en los límites de la provincia alcarreña. De tamaño manejable para la lectura, letra muy cómoda para los que calzan gafas, cuesta 15 Euros y se vende ya en las librerías de Guadalajara y por Internet. Una joya que pide un hueco en los anaqueles de las bibliotecas alcarreñistas.