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San Macario, hallado en Valdesaz

Para cualquier viajero que se anime a recorrer la Alcarria, Valdesaz es un minúsculo pueblecillo en el que seguro va a encontrar muchos puntos de esencia rural: naturaleza en estado puro, en ese valle de sauces que le da nombre desde hace siglos; historia leve pero tradiciones cuajadas; y algo, poco, de arte, porque su iglesia no es nada del otro mundo, pero su conjunto urbano tiene guiños de autenticidad y sabe dejar el regusto de lo auténtico en las retinas de quien por él pasean. En ese contexto, aparece ahora una historia suculenta: un ir y venir de noticias ciertas, soñadas, irreales y tradicionales, que bien mezcladas con la esencia rural de las metáforas, y analizadas con la lupa del entomólogo cultural, nos ponen a un paso del asombro. De todos modos, tampoco hay que exagerar. Esto que hoy cuento era ya sabido en el pueblo y los ámbitos alcarreñistas, pero la carrera que contra el tiempo ha establecido un valdesaceño, Jesús María López Sotillo, para tratar de alcanzar la verdad en un tema siempre apasionante, ha dado su fruto. Ese fruto es un libro, como no podía ser de otra manera. Porque, como siempre pasa, el pálpito esencial de la cultura para por los libros. Y este que titula “Valdesaz y San Macario” se condensa todo lo que sobre este pequeño pueblo de nuestra provincia debe saberse. Antecedentes remotos Empieza su historia el autor contándonos lo que se sabe de los orígenes de Valdesaz. Muy poco. Junto con Fuentes, se creó como pueblecillo en los días de la repoblación, una vez tomado el territorio por las fuerzas (militares y políticas) del reino de Castilla, a finales del siglo XI, va ya para mil años. En el nacimiento del río Ungría, en el profundo y abrigado valle, nacen estas poblaciones (y otras más, como Caspueñas) con una vida de pálpito simple y sereno. Sus nombres castellanos claramente demuestran sus esencias. Al principio quedaron el el señorío civil de Hita. Luego pasaron por donación real al señorío eclesiástico de los obispos de Toledo, dentro de un alfoz comandado por Brihuega: desde los inicios del siglo XII aparece en los papeles Valdesaz. Un documento del arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada, de 1221, le nombra como “Vallem Salicis”, y poco después, en 1242, el Fuero de Brihuega también le menciona. La historia permaneció estancada, todos felices excepto cuando tocaba peste, y […]