En el libro “100 Propuestas Esenciales para conocer Guadalajara” que acaba de ser presentado (y aplaudido por muchos) aparece la densa presencia del Señorío de Molina a través de muchos de sus espacios, personajes, fiestas y elementos a considerar. Son una llamada generosa para que acudan más viajeros a sus caminos. Entre las 100 propuestas esenciales para conocer Guadalajara no podían faltar edificios, espacios, paisajes y fiestas del Señorío de Molina. Unos han sido escritos por mi pluma, y a continuación los pongo, porque quiero que sirvan de reclamo para visitar esa alta tierra. Otros han sido escritos por otras manos, más sabias sin duda que las mías, y que merecen destacarse, porque también sus propuestas son acertadas, merecedoras de una visita, esenciales, en suma. Las Casas Grandes molinesas A lo largo y ancho del territorio del Señorío de Molina, existe una serie de elementos arquitectónicos que deben considerarse como muy singulares de su territorio, y que en ninguna otra parte de la región castellano‑manchega se encuentran. Se trata de lo que podríamos denominar las casonas molinesas, o casas grandes, como también se las llama popularmente, edificios que destinados a diferentes menesteres, tienen en común su estampa recia, sus bien tallados muros, sus portalones generalmente rematados con escudos heráldicos, sus patios adosados, sus escaleras amplias y una serie de características que les dan un rango de preeminencia sobre el resto de las edificaciones del entorno urbano o rural en que aparecen. Estas casonas están construidas generalmente en los siglos XVII y XVIII, aunque las hay mucho más antiguas, expresión de otros modos de vida, más guerreros, de la Edad Media, frente a los residenciales de los tiempos modernos. Su estructura deriva claramente de las grandes casonas urbanas y fincas de labor del país vasco‑navarro. Ello se debe al hecho de haber llegado hasta el Señorío molinés, desde el siglo XVI en adelante, muchos inmigrantes norteños, algunos de los cuales, una vez acaudalados agricultores o ganaderos, y con la prosapia de sangre que las gentes de la España verde suelen traer en sus arcas, pusieron la representación de su jerarquía, de su riqueza y de su linaje en forma de permanente arquitectura. De las varias docenas de casas grandes que podemos admirar en Molina, es destacable la abundancia de las mismas en la propia capital del Señorío, y en su franja septentrional, especialmente en las sesmas del Campo y del Pedregal, […]