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Guisema, un lugar que tuvo vida

Hoy toca irse muy lejos, al extremo norte de la provincia, a la raya de Aragón, y allí mirar, y evocar, uno de los castillos que defendían la frontera con el reino vecino: recuerdos documentales y físicos de Guisema, la fortaleza fronteriza. Cuando escribo de Guadalajara, de la historia de su provincia y sus lugares, en más ocasiones de las que quisiera aparecen referencias a lugares que fueron y ya no son, de los que solo queda el nombre, o, como mucho, unas cuantas paredes de piedra, o, quizás, con suerte, y en medio de una finca de explotación agraria, los restos de una iglesia románica, o de un viejo castillo. Esto ocurre en el Señorío de Molina, cuando vamos describiendo las líneas que hicieron de frontera con Aragón. Hubo siglos en los que Castilla peleó con el reino vecino, y hubo de levantarse una serie de edificios e ingenios militares que sirvieran de parapeto, de lugar de defensa y evacuación, de segura atalaya vigilante. Uno de esos lugares, (hoy en término del municipio de Tortuera, en la sesma del Campo) fue Guisema, de la que hay que decir que jugó un importante papel en la historia del Señorío de Molina. Se encuentra abrigado de unos cerros, sobre un camino que sube desde el valle del río Piedra y va en dirección a Tortuera. Dicen las antiguas crónicas que Guisema, lugar de habitación de los musulmanes, fue conquistada por Alfonso I de Aragón, a comienzos del siglo XII, y que ya en 1122 formaba el extremo sur del Común de Calatayud. En él se levantó enseguida un castillo o casa-fuerte, que serviría de apoyo estratégico a nuevas conquistas. Formado el Señorío de Molina, pasó Guisema a sus términos, según el Fuero de don Manrique, y durante siglos gozó un papel crucial en las luchas de Castilla y Aragón en aquel territorio fronterizo. Su posesión la disputaron reyes y magnates. Fue Guisema propiedad y señorío de los Lara molineses, desde el siglo XII, y luego de sus herederos los reyes de Castilla. Tuvo Concejo propio, y los documentos antiguos destacan el «castillo e casa fuerte» que centraba el lugar. En 1338 lo tenía en señorío Doña Sancha Alfonso Carrillo, descendiente de los señores de Molina, y en dicho año esta señora se lo vendió a Adán García de Vargas, vecino de Molina. En 1340, el rey Alfonso XI concede un breve […]