En estas jornadas que estamos recordando el inicio, hace ahora 500 años, de la Reforma Luterana en Europa, y tras haber recordado a los “alumbrados” alcarreños la semana pasada, quiero traer hoy al recuerdo uno de los focos en los que la piedad iluminista y un soplo de aire renovador se posó entre los muros de la ciudad: concretamente la aventura beatífica de doña Brianda de Mendoza, y el experimento que en su palacio-convento de La Piedad se inició en el primer cuarto del siglo XVI. Uno de los núcleos menos estudiados con relación a la piedad alumbrada en Guadalajara ha sido el beaterio de la Piedad, que luego fue transformado en Convento de religiosas franciscanas por su fundadora doña Brianda de Mendoza. La historia de esta institución es bien conocida, y su edificio aún permanece entero en pie, constituyendo además una de las joyas de la arquitectura protorenacentista en Guadalajara. Parece como si esa característica de ser pionero en el arte, le hubiera conferido también al monumento el carácter de pionero en el pensamiento y la religiosidad de aquella época. Es a don Francisco Layna Serrano, Cronista Provincial de Guadalajara, a quien debemos las principales noticias de este que fue primero beaterio y luego convento de La Piedad en Guadalajara. En su libro “Los conventos antiguos de la ciudad de Guadalajara” lo trata con gran detenimiento. E inicia su estudio con las biografías de sus creadores: de una parte don Antonio de Mendoza, caballero y militar de la familia del duque del Infantado, y de otra su sobrina, doña Brianda de Mendoza. Muy influidos ambos, desde el final del siglo XV, por las ideas humanistas que proceden de Italia, tanto a nivel literario, como filosófico y teológico. Pasaremos de los detalles de sus vidas. Y, por supuesto, no entraré en la descripción o análisis del conjunto arquitectónico del palacio-convento-colegio de La Piedad, del que me ocuparé la semana próxima. Antonio de Mendoza era el séptimo hijo del matrimonio de don Diego Hurtado de Mendoza, primer duque del Infantado, y de doña Brianda de Luna, su primera mujer. Formó parte de “la casa” del segundo duque del Infantado, don Iñigo López, su hermano mayor, y constructor con Juan Guas del palacio ducal que hoy conocemos. Sobrina carnal de don Antonio, como hija del segundo duque del Infantado, fue doña Brianda de Mendoza y Luna, quien siguiendo el ejemplo de su […]