Ocho mujeres, mirando a lo lejos

Ocho mujeres, mirando a lo lejos

viernes, 22 diciembre 2023 1 Por Herrera Casado

El pasado mes de mayo, pocos días antes de las elecciones municipales de 2023, se descubrieron a la vista pública ocho bustos, instalados sobre peanas de mármol, de otras tantas mujeres, que han venido a ponerle un valor cultural y una sonrisa de memoria al bulevar Clara Campoamor en la zona moderna de Guadalajara.

Poniendo en práctica una metódica de afianzamiento en la memoria de lo valioso que nos aporta el pasado, Guadalajara le ha sumado al conjunto de su patrimonio escultórico los bustos de ocho mujeres, que se han situado en el bulevar Clara Campoamor, y que desde el pasado mes de mayo pueden admirarse y meditarse en su significado y presencia.

La idea partió de una propuesta de la escultora y analista del arte Pilar Vicente de Foronda, quien se dirigió a la entonces concejala de Igualdad, Sara Simón, para pedirle que considerara incluir su proyecto (hacer en bronce policromado los bustos de ocho mujeres que tuvieron significado en la historia pretérita de Guadalajara) en los presupuestos de ese año, y colocarlos en una zona dinámica de la nueva Guadalajara, concretamente en el bulevar Clara Campoamor, dedicado además a otra mujer de probada valía reivindicativa.

Durante varios meses Pilar trabajó en el diseño y preparación de materiales, en la conformación de las esculturas previas sobre barro, en la tarea procesal de darles forma en el bronce definitivo, y en el diseño de su instalación, sobre peanas adecuadas en un lugar de paso y buena visibilidad. La tarea fue mucho más complicada de lo que en principio parecía, por mor (como siempre pasa en este país cada vez más asfixiado por la burocracia obstaculizante) de los procesos administrativos a seguir y aprobar. Muy justo llegó el momento de su instalación (primeros de mayo de 2023) y apenas un paseo de la autora (Pilar V. de Foronda), el alcalde de entonces (Alberto Rojo) y la concejala promotora (Sara Simón) sirvió para dar por inaugurado el conjunto, que al menos quedó libre de sus sábanas protectoras y hoy puede ser admirado y considerado por cuantos paseen esta zona despejada de la ciudad.

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Como un complemento a los ocho bustos que en bronce crudo hizo Luis Sanguino en el paseo de las Cruces cuando era alcalde José María Bris, en mayo de 2003, ahora se han puesto ocho dedicados a mujeres. Todas ya instaladas en la historia, pero cuatro de ellas en el pretérito remoto, aunque con anclajes actuales gracias a libros y aniversarios que de ellas hablan, y cuatro del siglo XX, representando la tarea que la mujer ha ejercido en una sociedad que las consideraba en poco, aunque ellas pusieran mucho -de entusiasmo y de sabiduría- y sus nombres merecieran este rescate, tan representativo.

De abajo (en la cuestuda razón del bulevar Campoamor) a arriba, son estas las figuras que vemos y debemos considerar.

La dama medieval doña Mayor Guillén de Guzmán, la más antigua, que aunque leonesa fraguó su vida en la Alcarria. Amante de Alfonso X el Sabio, recibió de este en dote para su hija común (la que sería reina de Portugal, doña Beatriz) el señorío de la Hoya del Infantado, más Cifuentes y muchos otros pueblos, dejando memoria de sí misma en el monasterio de clarisas que fundó en Alcocer, y en el enterramiento tallado que pidió para su Más Allá, y que en 1936 desapareció misteriosamente.

Le sigue en antigüedad doña Mencía de Mendoza, aristócrata castellana, nieta del Cardenal Mendoza, nacida en Guadalajara. Fue un caso impresionante de mujer intelectual, bibliófila, humanista y mecenas de las artes y letras del Renacimiento, sucedió a su padre a la edad de catorce años como marquesa del CeneteContrajo matrimonio con Enrique III de Nassau- Breda, camarero mayor y consejero de Carlos V, en 1524 y a partir de entonces se fue a vivir en los Países Bajos, tomando allí contacto con los intelectuales del momento, entre ellos con Luis Vives, a quien contrata como profesor, y con quien estudia Latín y Cultura clásica. Murió en Valencia, sin descendencia, y allí quedó enterrada, en la iglesia de los dominicos.

Otra de las antiguas es María de Cazalla, una mujer compleja y valiente, letrada y teóloga, muy religiosa, incluida por la Inquisición en el proceso de los alumbradosgrupo espiritual que presentaba una de las primeras recepciones del protestantismo en España. Vivió entre Horche Guadalajara. Fue casada con Lope de Rueda, un prominente burgués de Guadalajara, siendo la madre de seis hijos. Junto a su marido y otras personas de relieve de la ciudad, se relacionaba con Brianda de Mendoza, Isabel de Aragón Mencía de Mendoza, que en estos años, presidían la vida social de  la ciudad de Guadalajara. Se acercó a la espiritualidad del franciscanismo, en la que profundizó a través de conversaciones con los reformadores de la Salceda.

Escribió un libro de comentarios bíblicos, en colaboración con Juan Cazalla (que lo tradujo al latín), muy alabado por Felipe Melanchton en la Dieta de Augsburgo (1530), en el que María de Cazalla defiende la convicción de la necesidad de una existencia religiosa más interna y propia. En 1525, dentro del proceso contra los alumbrados de Toledo, fue interrogada por la Inquisición, siendo hecha prisionera en 1532 y aguantando torturas, amenazas y humillaciones durante dos años, en que fue finalmente absuelta, multada con cien ducados y amenazada para no hablar nunca más. O sea, vivir para siempre con la boca callada.

Y la última de las pretéritas, doña Ana de Mendoza y La Cerda, princesa de Éboli. De la que casi cabe decir aquí nada más, porque nada nuevo se puede decir de esta que fue luz del Renacimiento y amada/odiada por el rey Felipe II, quien la condenó a morir en su palacio pastranero (por querer, eso dicen, o sospechan, heredar para sus hijos el reino de Portugal).

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Entre las más modernas, y por orden vital, vemos talladas las efigies de Crescencia Alcañiz (nacida en 1868) que fue maestra, pedagoga, reformista social, pionera conferenciante de éxito y defensora de la educación femenina. Vivió su juventud en Guadalajara, estudiando en la Escuela Normal de maestras de nuestra ciudad, destacando su activa participación en el Ateneo Caracense, del que era socio su padre, y donde asistió a charlas y colaboró con la revista, llegando a impartir alguna conferencia. 

Amelia Torre de la Fuente (nacida en 1905) fue una conocidísima actriz, siempre en vanguardia y adelantándose a su tiempo, que nació en Illana (Guadalajara), intérprete de muchas películas dirigidas por García Berlanga, y activa en los teatros, y en los platós de televisión con sus interpretaciones en piezas del “Estudio 1”.

Se recuerda además a Juana Quilez Martí (nacida en 1906), con quien tuve amistad y conocimiento, una extraordinaria mujer, trabajadora y madre de familia, que aunque albaceteña aquí fue durante muchos años directora de la Biblioteca Provincial, del Archivo y del Museo. Un faro de cultura en una ciudad más bien oscura.

Termina la serie con Tomasa Cuevas (nacida en 1917) que militó en la izquierda política de los años convulsos en torno a la Guerra Civil, y que sufrió persecución y cárcel en la España de Franco, por su afiliación al PSUC en Barcelona.