Palacios en la provincia de Cuenca

Palacios en la provincia de Cuenca

viernes, 24 noviembre 2023 0 Por Herrera Casado

Palacios en la provincia de Cuenca

Por Antonio Herrera Casado

Académico de la Real Academia Conquense de Artes y Letras.

Es tierra castellana también la de Cuenca, y lugar donde la historia fue tallando sus memorias en forma de palacios, templos, puentes, de castillos y ermitas, de plazales y consistorios. Por eso quiero hoy dedicar un breve espacio al recuerdo de algunos elementos arquitectónicos que merecen un recuerdo y, por supuesto, una visita. En la hermana tierra de Cuenca.

Por ser tierra de hidalgos, de guerreros, de esforzados caballeros que siempre se afanaron por dejar memoria de sí mismos, y de sus gentes, Cuenca está repleta de palacios. No solo la capital, entre Júcar y Huécar elevada, sino sus más tradicionales núcleos de población, entre los que hoy escojo tres: Huete, San Clemente e Iniesta.

Huete

Mucho cabría decir de Huete, ese emplezamiento fuerte en la parte meridional de la Alcarria, que tanto tuvo que ver en la historia de los pueblos más sureños de Guadalajara. En esta villa alcarreña encontramos, aparte de otros edificios de gran interés, comunitario y sacro, un buen número de palacios y casonas, expresión de la fuerza de la burguesía nobiliaria, e hidalgos de ejecutoria, que la habitaron desde el siglo XVI en sus inicios, así como poderosos señores eclesiásticos. Destaca entre todos ellos el palacio del Conde de Garcinarro, hoy destinado a Hotel rural. Muy bien restaurado, ofrece la elegancia de sus líneas de fachada, en la estrecha y céntrica calle de Juan Carlos I. En el interior, el patio es bellísimo, y en el exterior, el equilibrio de sus vanos se centra en la portada de molduras repetidas y rematadas por un gran escudo de armas, perteneciente a don José Antonio de Parada Vidaurre de Mendoza.

También es muy notable la casa-palacio de los Amoraga y Espinosa, también llamada Casa de Almonacid, con portada de moldura con orejetas en torno al vano, y tímpano semicircular en el que se inscribe, rompiéndolo por arriba, un gran escudo de la familia. Al interior, patio de nivel bajo, con escudos tallados en los capiteles que rematan los pilares pétreos.

En la calle de Santo Domingo está la casa-palacio de los Parada, con gran vano, de pilastras cajeadas, arquitrabe con ménsulas, y sobre el friso ancho balcón decorado también, con pilastras y molduras, sobre el que encuadrado va el escudo heráldico, que rompe con un cuerpo central y alto el nivel de cornisamiento superior del edificio.

Son de recordar la Casa de los Linajes (de los Salcedo y Amoraga), del siglo XVII con reformas posteriores, con portada adintelada y balconada superpuesta con escudos nobiliarios y en el interior un patio de columnas con artesonados, hoy ya en estado de abandono; la casa de los Arellano, la casa de los Chacón, y la casa-palacio de los Montalbo, frente a San Nicolás, que terminó de construirse en 1684. Todos ellos con fábrica de sillería, grandes portadas, exuberantes escudos…. y en el interior, casi todos mantienen su patio, en forma de claustro, y zaguán desde la portada al patio.

En la calle Nueva se encuentran el palacio episcopal del Obispo Palafox, del siglo XVIII, y el antiguo palacio del Obispo Solano, una casona de la misma época, con portón adintelado. Escudo de armas del eclesiástico, y una peculiar escalera. Seguro que el buen rastreador encuentra alguno más, pero con estos basta para saber que Huete tiene solera y edificios de raigambre.

Iniesta

En Iniesta hay numerosos y singulares ejemplos de palacios señoriales y casonas hidalgas. Varias de ellas ofrecen los portalones de moldurajes excesivos, rejas preciosas, patios con sabor antiguo, y numerosos escudos. Entre ellas cabe destacar la Casa-palacio del marqués de Melgarejo, construcción de los siglos XVI a XVIII, que ofrece una fachada solemne y monumental. Fue hasta no hace muchos años sede de la Casa-Cuartel de la Guardia Civil. Además reseñar la Casa de los Cantero, con gran fachada y escudo de armas acolado de águila bicéfala. Recibió el nombre de un famoso militar carlista que se apellidaba Cantero. En el interior ofrece aún el patio monumental. La casa de doña María de Luján es de los siglos XVI a XVIII, y lo mejor de ella es su monumental fachada toda de piedra de sillería, y las rejas que cubren sus vanos. Todo ello en un exquisito estilo renacentista que recuerda lo herreriano. Además hay que mencionar la Casa de la Inquisición, con escudo del Santo Oficio en su dintel; la Casa de Pedro I el Cruel, con dos fachadas blasonadas sobre el conjunto de piedra tallada, y la Casa de los Atalaya, esta del siglo XVIII, con fachada bien diseñada, y portada de gran tamaño.

San Clemente

Está San Clemente cuajado como pocos de palacios, o restos de los mismos. Aunque hoy es un regular enclave de la Mancha conquense, por aquí se huele a hidalguía, abundante y generosa, y mucho arte en la arquitectura habitacional. 

No  se puede obviar La Torre Vieja, de planta cuadrada, construcción esquinera, con dos cuerpos separados por una imposta, teniendo en el piso primero vanos con arcos ojivales pareados, y en el alto vanos de medio punto. Remata el alero con almenas y grandes gárgolas. Fue construido en la primera mitad del siglo XV por un tal González del Castillo, y está hoy perfectamente restaurada y es emblema de la población.

La Casa de Osma, en la calle Arrabal, es del siglo XVII, tiene planta rectangular y patio porticado en su interior. Toda la fachada ofrece un denso aire barroco.

El palacio del marqués de Melgarejo, también situado en el Arrabal, ofrece al exterior un bello conjunto de hierros forjados.

El palacio de Valdeguerrero, en la calle del Marqués, es de aire rococó en su ornamentación, construido en el siglo XVIII, ofrece un estupendo patio interior porticado, con columnas de piedra.

Casa de los Picos, erigida por la familia de los Víllora, en la calle Trinidad, constituye un precioso ejemplo de palacio renacentista, con dos alturas y en su interior un patio con columnas de piedra.

Casa de la Reina Mora, con portada de piedra almohadillada, ventana de rejería y escudos a ambos lados del vano. También el palacio Piquirroti, del que solo queda la fachada, del antiguo palacio renacentista que fue.

La casa-palacio del marqués del Peral, en los números 3 y 5 de la calle San Sebastián, es un edificio del siglo XVI aunque en realidad se trata de dos palacios unidos. El primero de ellos es el más vistoso, con portada de aire renacentista en la que lucen pilastras dóricas, un friso con triglifos y metopas, y un frontón roto en el que aparece el balcón principal, más un patio interior con columnas. La Casa de Benítez, antiguo hospital de Santiago, del siglo XVI, en la calle Rafael López de Haro.

Hay en este pueblo una Casa del Inquisidor, con portada de arco de medio punto entre dos pilastras, que soportan un entablamento de abultada cornisa, sobre el que se ve tallado el Escudo del Santo Oficio. La fachada ofrece una amplia serie de ventanales enrejados en el nivel inferior, y de balcones en el superior. El edificio es del siglo XVIII. La Puerta de la Inquisición, obra del siglo XVI con el emblema tallado en piedra del Santo Oficio, está hoy instalada en la fachada del Centro de Salud que da a la iglesia parroquial.

Se deben ver también los palacios de Pérez del Castillo, López de Mendoza, Gómez de Ludeña, Rosillo, Haro, Guzmán, Valenzuela… en el siglo XVI llegó a haber 83 familias con ejecutoria de hidalguía… y se supone que todos ellos construyeron buenas casas, o al menos pusieron en ellas sus blasones.

El Jardín de las Casas de Benítez

El palacio “El Jardín” en Casas de Benítez es uno de esos lugares mágicos (y, por supuesto, abandonado y en ruinas) que no debemos olvidar. La Finca “El Jardín” fue construida por la familia Gonsálves, en término municipal de Casas de Benítez, junto al Puente de Don Juan, muy próximo a Villalgordo del Júcar, y debe ser considerada como un caso excepcional de conjunto palaciego, pues se compone de palacio, varios pabellones de criados y renteros, capilla, y un jardín casi perdido. Todo aislado en el campo, hecho en clave versallesca, fuera del contexto de los palacios y casonas hidalgas de siglos anteriores. Una muestra más del conjunto patrimonial palaciego en Cuenca, pero también una evidencia del poco apego que hoy se tiene ya por nuestro patrimonio.