Patrimonio barroco en Sigüenza
Nuevo vistazo, y en profundidad, a los edificios patrimoniales de nuestra provincia. En este caso, a un buen número de ellos, de época barroca, que se levantaron y hoy continúan en pie a lo largo y ancho de la diócesis seguntina. Un análisis de los mismos, y de los arquitectos que los hicieron, ha sido recientemente presentado por el historiador Juan Antonio Marco Martínez. Aquí daré solamente un breve vistazo a la magnitud inmensa de su trabajo.
La arquitectura, y especialmente la religiosa, es una de las señas de identidad del patrimonio artístico español, y como es lógico, puesto que dentro de España estamos, de la provincia de Guadalajara. Sería dificil cuantificar los edificios singulares que a este respecto tenemos repartidos por nuestra geografía: desde las más sencillas ermitas, hasta la gran catedral de Sigüenza, pasando por iglesias parroquiales, oratorios, pairones y campanarios… cientos, miles de edificios pregonan no solamente una fe y un rito, sino unos modos evolutivos de hacer, de construir espacios, de darles un sentido y una belleza.
De todas las épocas constructivas (cada una marcando su singular modo de plantear los volúmenes exteriores y los espacios interiores, más los detalles ornamentales propios) quizás sea la época a la que llamamos barroca, en los siglos XVII y XVIII, la que mayor número de construcciones aporta. Estudiarla completa es un reto que hasta ahora no ha acometido nadie, aunque sí ha habido aproximaciones respecto a sus autores, sus edificios, sus detalles más específicos.
La arquitectura barroca en la tierra de Sigüenza
Al ponernos ante la obra que el historiador (y canónigo, y músico…) Marco Martínez, nos atrapa un sentimiento de asombro, porque no nos queda resquicio de duda de que estamos ante una obra eminentemente documental, un estudio concienzudo (años le ha llevado al autor recopilar cuanto expone en estos dos tomos) en el que se desvelan muchos nombres, muchos datos y muchas anécdotas acerca de los edificios religiosos y aún civiles de la diócesis de Sigüenza, que en el título se califica de antigua porque durante los siglos precedentes esta diócesis abarcaba cientos de pueblos no solamente en el norte de la provincia de Guadalajara, sino también en las fronteras meridionales de las de Segovia, Soria y Zaragoza. Los datos revelan noticias acerca de pueblos como Sigüenza, por supuesto, pero también Atienza, Molina de Aragón, Cogolludo, Jadraque, Ayllón, Medinaceli, etc.
En el primero de los tomos, dedicado al estudio de los “maestros de obras” en la diócesis seguntina, durante los siglos XVII al XIX, con elementos artísticos barrocos, el profesor Marco aporta una primera parte dedicada a la estructura arquitectónica, los aspectos económicos, la funcionalidad litúrgica y una serie de cuestiones generales, tras las que pasa a estudiar los artistas, en este caso un abultado número de maestros de obras que producen edificios en esa época.
El estudio de la segunda parte del primer tomo se centra en los “maestros montañeses”, sorprendiéndonos con una gran cantidad de artífices venidos de la Montaña Santanderina. La mayoría son familias, muy nutridas, en las que las artes constructivas, y sus secretos, pasan de padres a hijos, de estos a nietos, etc. Son espléndidos los estudios sobre la saga de los De Villa, del Castillo, los maestros de Noja y los Ylisastigui, como familias con varios maestros en cada una, más otros sueltos como los maestros procedentes de las Juntas de Siete Villas, Cesto, Ribamontán, Cudeyo y otros lugares cántabros. Creemos que el análisis de esos numerosos y bien trabados grupos de maestros de obras montañeses tiene en este libro su expresión máxima.
También presenta la obra de otros maestros que actúan en el territorio seguntino, y que han adquirido su fama en otros lugares, haciendo aquí obras espléndidas, como son, entre otros, Francisco de Quevedo, maestros mayor de las obras de los duques del Infantado en Guadalajara y su tierra, o Antonio Sancha y sus hijos, sin olvidar las aportaciones de la saga de los Armero, o de Francisco Javier Delgado y sus hijos. De cada uno de ellos aporta datos biográficos, y descripciones de sus obras, que fueron repartiéndose, a cientos, por los pueblos grandes y chicos del obispado. Sorprendente, sin duda, digna de aplauso, la tarea ingente de Juan Antonio Marco Martínez en este estudio de arquitectura y arquitectos barrocos.
El segundo de los tomos, más abultado aún (entre los dos superan las 1.000 páginas) es el dedicado a la reproducción de los documentos sobre los que construye el estudio. Ordenados alfabéticamente por pueblos, en cada uno especifica el título del documento (aunque normalmente suele ser una serie que incluye todo el proceso constructivo, desde el pedimento, las condiciones, las trazas, la licencia y la tasación), el lugar donde se encuentra el documento (archivo, generalmente el diocesano de Sigüenza), los costes, los nombres de los maestros intervinientes, y algunas notas. Además, muestra numerosas trazas que se reproducen a página entera. El total de documentos supera el medio millar.
En definitiva, y sin entrar en detalles porque sería una tarea excesiva, el libro que ha escrito y publicado en Aache el profesor Juan Antonio Marco Martínez viene a darnos la gran clave de la arquitectura barroca en Sigüenza y su obispado. Edificios analizados, maestros descubiertos, documentos inéditos… para los estudiosos del tema, algo impresionante, fundamental, una pieza básica. Y para todos los que gustan tener bibliografía alcarreñista bien fundamentada, una obra imprescindible.
Artistas desconocidos y sorprendentes
En el ámbito de las autorías, el estudio de Marco Martínez aporta novedades sin cuento. Prácticamente todo lo que nos revela es nuevo, no había sido investigado ni publicado hasta ahora. Una gran cantidad de maestros montañeses desconocidos desfilan por estas páginas. De ellos dice nuestro vecino de página, el bibliógrafo López de los Mozos, en su comentario previo a esta obra: “Maestros de obras que también piensan, puesto que conocieron el arte de la arquitectura, no necesitaban calculistas para saber qué cimentación debían hacer, ni para dar la medida de los calicantos, conocían la cantería, el proceso de la cal, el asiento de una obra, tenían asimilado el concepto de proporción, de belleza, e incluso citan tratadistas y obras clásicas y de otros lugares, por lo que su posición era muy reconocida y apreciada, tanto que el maestro ganaba 22 reales, el oficial 9 y el peón 4”. Efectivamente, una galería de grandes profesionales, de artistas incluso, que llegaron a las tierras frías del obispado de Sigüenza, a rehacer ruinosos templos, o a levantar nuevos con nuevas siluetas.
Por nombrar a algunos de ellos, pongo aquí los nombres de varios de los miembros de una de las sagas más destacadas, la de los De Villa: entre ellos Domingo de Villa, Pedro de Villa Moncalián, Pedro de Villa Ajo y otros varios. Y por otro lado está Fernando Álvarez, Antonio del Castillo Sarabia, Antonio Martínez, los cuatro maestros de Noja (Juan Pérez de Vicuña, Andrés Sainz de Cabanzo, Domingo Martínez y José Palacios San Martín), los Ylisastigui y algunos importantes maestros de la carpintería, procedentes del norte, como son los De Ajo, y otros (todos emparentados) procedentes de las Juntas de Siete Villas, Cesto, Ribamontán, Cudeyo y otros lugares… una muestra de la nutirda inmigración que en el comedio del siglo XVII se produjo desde la actual Cantabria a la vieja Celtiberia.
El libro de Marco Martínez se hace denso, pero ni una línea tiene de sobra. Porque da nombres, datos, y fechas relativas a obras, construcciones. Desfilan por él los grandes templos (Jadraque, Tartanedo, Miedes, la catedral de Sigüenza, por supuesto…) y las pequeñas ermitas; las bóvedas complejas de las iglesias parroquiales, y las torres cortadas por el mismo patrón de los templos molineses, seguntinos, serranos…
La obra en dos tomos
Si cabe describir, con el lenguaja bibliográfico, la esencia de esta obra monumental, estos son los datos:
Marco Martínez, Juan Antonio24: “Arquitectura Barroca en el antiguo obispado de Sigüenza”. Tomo I: Maestros de Obras, 344 págs. Tomo II: Documentario, 680 págs. Tamaño: 17 x 24 cms. ISBN: 978-84-15537-75-5 y 978-84-15537-76-2. PVP: 15 €. Cada tomo.
Pero hay mucho más en su interior que no nos dará tiempo en tan breve espacio a explicar. Si en el primer tomo aparece el estudio de los artistas, arquitectos y canteros, con sus obras principales, el segundo es (así lo denomina el autor) un “Documentario” exhaustivo que para muchos será una especie de mina, de espacio maravilloso cuajado de documentos, en los que el idioma por una parte, y los datos por otra, darán sonido de manantial a lo que parece no acabarse nunca, y que son las propuestas, condiciones, resoluciones, descripciones y hasta dibujos (hay cientos de ellos en este libro) de los templos de la antigua diócesis seguntina.
Quizás sea, en estos tiempos de consumo ajeno a la cultura, estos datos un leve soplo superfluo sobre algo que importa a muy pocos. Tras evaluar lo que la cultura escrita supone de interés en esta tierra, a uno le quedan muy pocos rasgos de optimismo al respecto. Pero no puedo, en fin, dejar de constatar que a pesar de todo ello, a veces cuaja en Guadalajara una obra de la importancia y el calado científico como este monumental trabajo de Juan Antonio Marco Martínez, a quien no me cabe sino aplaudir sonoramente, felicitar de veras.