Primavera en la Sierra: desde el Pelagallinas a La Nava de Jadraque
A finales de mayo, el día antes de celebrarse la 850 edición de La Caballada, aprovechamos para recorrer algunos de los pueblos que dan consistencia a esta “Sierra Norte de Guadalajara” que ha recibido recientemente el calificativo de Parque Natural, en el que unos 40 pueblos se suman con sus caseríos nobles a la maravillosa presencia de una Naturaleza exuberante.
El camino desde el puerto de Pelagallinas, cerca de Condemios, y La Nava de Jadraque, está cuajado de bosquecillos, de praderas, de rebaños de cabras y acumulaciones de vacas que en algunas ocasiones se quedan con toda su tranquilidad a rumiar en medio de la carrretera. Hay que ir sin prisa por estas trochas inigualables.
En el mismo corazón del Parque Natural dela Sierra Norte, a la caída de la Sierra de La Huerce, que por su orilla izquierda escolta al valle hondo del río Sorbe, aparecen una serie de pueblos a los que es muy fácil llegar, porque ahora todas las vías de comunicación están atendidas y son capaces de llevarnos de un lugar a otro si mayor problema.
Desde Atienza hemos alcanzado Albendiego, y repasado de nuevo la magia de sus rodenas cruces absidiales. Luego subiendo siempre hacia el valle glaciar de Galve, en Condemios de Arriba nos hemos desviado por un camino de asfalto, curva tras curva, a cruzar el puerto del Pelagallinas, que nos enseña en su bajada hacia el sur los pueblos que invitamos aquí a recorrer, empezando por
Aldeanueva de Atienza
Bajando desde el alto de Pelagallinas, en un valle profundo, ahondándose entre los montes del Santo Alto Rey y la loma del Reventón, se abriga Aldeanueva de Atienza, que como su mismo nombre indica es lugar de creación moderna en el devenir de la historia, pues debió establecerse hacia finales del siglo XVII o comienzos del XVIII.
No figura su nombre entre los pueblos pertenecientes al sesmo de Bornova, en la Tierra de Jadraque, durante el siglo XVII, mientras que ya en el siguiente aparece en los libros de Ayuntamiento y parroquia de El Ordial, al cual estaba anejo en todo. Perteneció, pues, a la casa ducal del Infantado.
Se forma el pueblo, de empinadas callejas bien urbanizadas, con ancha plaza central, de casas de piedra y pizarra que dan al lugar, visto desde la lejanía, un aspecto serrano inconfundible. En lo alto está la iglesia parroquial, edificio del siglo XVIII sin ningún detalle artístico en su construcción ni en su interior., pero que aún alegra el entorno tan rural el triángulo luminoso de su espadaña. En la plaza, junto a unas casonas de impresionante aspecto, el sonido del agua de una vieja fuente en la que se talla la memoria del día en que fue hecha (1889) nos paramos a considerar la grandiosidad del paisaje, que por oriente se cierra a gran altura por la cumbre sagrada del Alto Rey.
Los paisajes que rodean al pueblo, cuajados de bosquedas de diferentes especies alpinas, y altas montañas, cubiertas de nieve durante varios meses del año, le confieren el valor de lugar idóneo para excursionistas y amantes de la naturaleza.
Por una carretera bien asfaltada y limpia, desde la que vamos divisando campos de un verde rabioso y cantarín, llegamos enseguida a El Ordial.
El Ordial
Oculto entre ondulaciones cubiertas de carrasco y encinas, de robles y rebollos en dispersa algarabía, vemos aparecer El Ordial, pueblo que perteneció enla Edad Mediaa la Tierra de Atienza y luego pasó a la jurisdicción de Jadraque, en cuyo estado se mantuvo cuando éste fue incluido en el Condado del Cid, territorio así llamado por el cardenal Mendoza para darlo en herencia a su hijo el marqués de Cenete, del que luego pasaría a los Mendoza del Infantado.
Su caserío es de recia textura pétrea, con grandes casas de este material y puertas cubiertas de enormes dinteles, algunos tallados. En la plaza, abierta, se erige la iglesia parroquial, que conserva en su interior una buena pila bautismal románica, con incisiones arqueadas. De indudable origen medieval, solo queda ese hermosa pila como restos del pasado. A principios del siglo XX se derrumbó la cabecera del templo, junto con el campanario y el coro, y hubo que esperar muchos años a que se reconstruyera, estando hoy como salida de un cuadro. En el 2008 se ha hecho la última reforma, coincidiendo con el auge que el pueblo ha ido tomando, al recoger el regreso de muchos de sus hijos que han vuelto a reconstruir sus casas.
Entre las bellezas naturales de El Ordial puede mencionarse el «Chorro», que es una cascada de agua que vierte sobre el Arroyo del Molino, y que por sus dimensiones podría parangonarse a las Chorreras de Valverde, aunque esta se oculta entre malezas, siendo un espectáculo verla en época invernal cuando queda completamente helada.
En El Ordial cabe añadir algunos otros mínimos elementos patrimoniales, que deben seguir teniendo su consideración, como ahora la tienen, de huellas emotivas de un pasado multisecular. Son estos lo que queda del Puente Romano, en la Pradera dela Fuente Arriba; el Antiguo Molino del Tío Pepe, al cual se llega por el camino de Las Navas, y que aunque se encuentra en estado de ruina, con cuidado aún se puede entrar en él, y ver lo que queda de sus muelas. El antiguo Molino del tío «Cancho», en el camino de Bustares, justo en el límite con este pueblo, es otro viejo edificio que merece visitarse, pues en su interior aún pueden verse las piedras de moler, hechas de pizarra. Si será antiguo, que ya en las Relaciones de Felipe II, a finales del siglo XVI, se hablaba de él.
Arroyo de Fraguas
Caminando hacia poniente, enseguida se llega a Arroyo de Fraguas, separado de El Ordial por 4 Kms. de buena carretera. Presenta este pueblo un bonito aspecto al ser avistado desde la carretera que nos acerca a él viniendo de Cogolludo. El telón de fondo de la sierra de la Huerce, y el Santo Alto Rey sobre todo, matiza con tonos oscuros los vivos colores de sus casas y edificios cubiertos de teja unos, otros de pizarras, y salpicados con una abundante vegetación de huertos y arboledas. Las casas son de recia sillería, casi todas con un corralillo en la parte delantera, especie de antesala que sirve para guardar la leña y dejar los cacharros y herramientas. Sobre ellas destaca la iglesia parroquial, que no muestra nada de interesante en el plano artístico.
Fue este pueblo antiguamente un importante centro productor de utensilios populares de alfarería. De sus hornos y talleres salían productos de barro muy oscuro, casi negro, que se utilizaban en los pueblos de toda la serranía de Ocejón. Esta tradición está hoy completamente perdida.
Por lo que respecta a su pasado histórico, solo cabe decir que Arroyo de Fraguas formó tras la reconquista en el Común de Atienza, pasando luego a formar parte de la Tierra de Jadraque, y con ella posteriormente, dentro del llamado condado del Cid que formó el cardenal Mendoza para su hijo primogénito don Rodrigo de Vivar y Mendoza, a la casa de Cenete y al ducado del Infantado, en el que se mantuvo hasta el siglo diecinueve.
Al salir de Arroyo, en dirección ala carretera CM-1006a la que hay que dar rodeo con una gran rotonda, nos llegamos en un periquete a La Nava de Jadraque, otra mínima y encantadora aldea de esta sierra, que visitamos tranquilamente.
La Nava de Jadraque
En una breve llanada, al pie de varios altos cerros que inician las serranías del Ocejón, se halla este pequeño lugar, que perteneció a la tierra de Atienza, y luego pasó a los Mendoza incluido en el estado de Jadraque, en su sesmo de Bornoba.
Su breve caserío muestra algunos buenos ejemplares de arquitectura rural, realizados con abundante piedra y pizarra, aunque en los últimos decenios, al recuperarse el pueblo, se han modificado muchas de sus construcciones. De tal modo que ha perdido su carácter autóctono y antiguo. La iglesia parroquial, con una espadaña leve a poniente, y el atrio cubierto e mediodía, sólo posee de interesante una muy bella pila bautismal, cuya copa se adorna con tallas que semejan lanzas, y en la cenefa aparecen arcos con rombos tallados, obra todo ello del siglo XIII. No sé muy bien si estaba descrita previamente, pero para mí ha sido todo un hallazgo ver por vez primera esta pieza románica, de gran carácter y fina ejecución, que reproduzco junto a estas líneas. El retablo que llena a medias la pared del fondo de la iglesia es moderno, hecho después de la Guerra.
Los días 31 de agosto y 1 de septiembre se celebra la fiesta del pueblo en honor de San Ramón Nonato, paseando su efigie en andas sobre las que se coloca, incluso atados, a los niños pequeños del pueblo. Se tiene a este santo por patrón de los niños, y se hacen en su honor sencillos festejos.
Paso a paso por la Sierra
Este recorrido por unos cuantos y pequeños pueblos serranos, lo hemos hecho con una guía que acaba de aparecer enla mano. Setrata del libro “La Sierra Nortede Guadalajara, paso a paso” y en él sus autores (Monje Arenas, Alonso Ramos y Herrera Casado) nos aportan datos sobre todos y cada uno de los pueblos de esta comarca alta y fría, pero hermosa y brillante siempre, como ahora hemos comprobado.
En la Guía que nos acaba de llegar sobre La Sierra Norte de Guadalajara, vienen varios capítulos que la contemplan entera: la Geografía y la Naturaleza en su dimensión más completa; la Arquitectura Negra; los 40 pueblos que la conforman, entre los que aparecen sitios tan emblemáticos como Tamajón, Cogolludo, Hiendelaencina, Majaelrayo o Valverde de los Arroyos; el Costumbrismo desmenuzando sus fiestas, indumentarias, gastronomía y leyendas; y una utilísima sección de “Rutas a Pie” para poder recorrerse los elementos más singulares de esta zona con la seguridad y la ayuda que prestan los concienzudos conocedores de la zona que son sus autores.