Memoria de un bibliófilo: Cristóbal Pérez Pastor

viernes, 26 septiembre 2008 0 Por Herrera Casado

Se cumple en estos días el centenario de la muerte, en Horche, de uno de los principales bibliófilos españoles, parejo de Menéndez Pelayo, y sabio de libros y autores donde los haya: Cristóbal Pérez Pastor, que aunque del lejano pueblo de Tobarra es también un castellano-manchego, y meció su vida, -que no fue muy larga pero sí muy productiva- entre la cuna manchega y la tumba alcarreña.

Como de estos personajes que se dedicaron a estudiar el castellano, sus formas de hablarlo y escribirlo, sus autores principales, las ediciones primeras y las sutilezas del lenguaje, ya nadie se acuerda ni se ocupa, bueno será que al menos le dediquemos este breve memorial, apresurado y resumido, para que ese centenario, que en otros temas suelen ser tan densos de exposiciones y ruidos, tenga una mirada siquiera, y el recuerdo de que por aquí, por la Alcarria que él quiso y en ella palpitó, anduvo sabiendo y leyendo.

Escueta imagen de un sabio

Tan escueta es la imagen de don Cristóbal Pérez Pastor que me ha sido imposible conseguir un retrato suyo, para al menos ilustrar esta página. Hombre humilde, sereno y estudioso, no fue amigo de homenajes ni poses. Por eso no se le conoce imagen gráfica, aunque seguro que en algún viejo archivo alguna quedará.

Lo que sí podemos es decir algo, apretado y resumido, de su quehacer vital. Nació en tobarra, provincia de Albacete, en 1842. Y murió en Horche, el 21 de agosto de 1908. Casi niño entró en el Seminario de San Fulgencio de Murcia, y se ordenó sacerdote, siendo destinado en principio a las parroquias de Orihuela y de su lugar natal, Tobarra, donde hizo además de Rector de la Cofradía de San Roque. Pero al fin consiguió que le trasladaran a Madrid, para poder seguir estudiando, y allí en la Universidad Central se dedicó a la carrera de Ciencas, acabando doctor en Física y Química.

Como siguió ejerciendo de sacerdote, capellán en Nuestra Señora de Atocha, y luego de las Descalzas Reales, no pudo ocupar la cátedra de Agricultura que había ganado para la Universidad de Puerto Rico. Sin embargo, en Madrid siguió estudiando en la Escuela Superior de Diplomática, acabando como profesor auxiliar y catalogador de Museos. En 1881 ingresó en el Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios, por oposición, y fue pasando en sus sucesivos destinos por la Biblioteca Provincial de Toledo, la Biblioteca Nacional, la Real Academia de la Historia y el Archivo Histórico Nacional. Todo un periplo de progreso que vino a significar su valía, su preparación y su interés continuo. Finalmente fue elegido en 1905 como académico de la Real de la Lengua, porque para entonces era una autoridad nacional en historia de la literatura, pero no pudo llegar a tomar posesión por morir en 1908.

La obra de Pérez Pastor

Se empeñó Pérez Pastor en conocer al máximo posible la huella documental de Cervantes en los Archivos y bibliotecas españolas. En esa misión, personal y entusiasta, recorrió archivos y bibliotecas de todo el país, pasando muchos días en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, rastreando documentos que hicieran alusión a compraventa de privilegios, compra de papel, contratos, testamentos o cualquier documento relacionado con las vidas y las obras de los grandes del Siglo de Oro, en especial Cervantes, Lope de Vega y Calderón de la Barca.

De las ediciones, las vicisitudes vitales, los problemas económicos y judiciales de todos ellos encontró muchos rastros en forma de documentos. De esa manera alcanzó a ser considerado como uno de los más ilustres bibliófilos españoles, junto a Marcelino Menéndez Pelayo, Manuel Milá y Fontanals, Francisco Rodríguez Marín y Ramón Menéndez Pidal. Se presentó y ganó numerosos premios de bibliografía convocados por la Biblioteca Nacional. Colaboró en las principales revistas de erudición literaria de toda Europa, y en especial en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Se le ha considerado el creador de la metodología de los estudios bibliográficos en España, habiendo publicado importantes descubrimientos sobre imprentas españolas y sobre autores y obras de Cervantes, Lop y Calderón, con documentos inéditos hasta entonces no conocidos y estudios sobre su obra ejemplares y de reconocido prestigio Su monumental obra Bibliografía Madrileña, fue premiada por la Biblioteca Nacional en 1888.

Además de ello, y por no quedar absolutamente pegado a los papeles viejos y a las elucubraciones bibliográficas, siendo como era un hombre de amplísima cultura, se le consideró un notable cervantista, manteniendo tertulia literaria, al viejo estilo, en la Farmacia Galloso con personajes como Benito Pérez Galdós, Marcelino Menéndez Pelayo y Pío Baroja, entre otros. En 1905, con ocasión del tercer centenario del Quijote, en que el Gobierno encargó a personas de peso intelectual la organización de sus fastos, Pérez Pastor se responsabilizó de la Exposición Cervantina del centenario que se exhibió en la Biblioteca Nacional, lo que le valió los ataques de Francisco Rodríguez Marín. Ese mismo año, como se ha dicho, fue hecho académico de la Lengua para cubrir la vacante dejada por Francisco Silvela, pero ya se notaba enfermo y decidió trasladarse a Horche, donde pasó largas temporadas hasta que en la villa alcarreña le llegó la muerte. El hecho de haber elegido la villa alcarreña como lugar de retiro y finalmente de acabamiento, fue debido a ser también muy amigo de Ignacio Calvo, que en la Corte se movía en el mismo ambiente que don Cristóbal, de eruditos, archiveros y conservadores de museos.

La bibliografía principal de Pérez Pastor

Para poder tener una idea de los temas que trató, de los estudió y construyó a lo largo de una vida entera dedicada al estudio de la historia literaria española, reseño a continuación algunas de sus principales obras. Fueron miles las que escribió nuestro autor en torno a los escritores clásicos y sus obras, muchas de ellas en forma de artículos y pequeñas notas. Otras en cuerpo de grandes libros de los que a continuación reseño los más importantes:

La Imprenta de Toledo (Madrid, Manuel Tello, 1887): Premiada por la Biblioteca Nacional, recoge 1.530 reseñas bibliográficas, apéndices e índices artículos sobre los trabajos publicados en la ciudad de Toledo desde 1430 hasta la publicación de la obra. Se ha hecho una moderna reimpresión en Valencia, en 1994.

Bibliografía Madrileña del siglo XVI en 3 Tomos (1891): Premiada por la Biblioteca Nacional. Tipografía de los Huérfanos (vol. I) Refleja la vida de impresores, escritores, etc, del sigloXVI. Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (vols. II y III) 1891-1907: Recoge en el primero volumen la Bibliografía Madrileña de 1601 a 1620 y en segundo de 1621 a 1625. Es una obra clásica de la bibliografía madrileña, con numerosas láminas entre los textos, con 2240 referencias ordenadas alfabéticamente, incluyendo un amplio apéndice documental e índices de búsqueda.

Proceso de Lope de Vega por libelos contra unos cómicos (1901): En colaboración con Atanasio Tomillo publica datos desconocidos de la vida de Lope de Vega.

Documentos Cervantinos hasta ahora inéditos 2 Tomos (Madrid, Imprenta de Fortanet, 1897-1902): Es la obra más importante de toda su bibliografía, y en ella recoge, en 150 documentos, datos y hechos inéditos hasta ese momento sobre la vida de Miguel de Cervantes. Fue una edición patrocinada por el Marqués de Jerez de los Caballeros, y es la obra en que cimenta su auténtica calidad de investigador documental y cervantista pionero.

Documentos para la Bibliografía de D. Pedro Calderón de la Barca (Madrid, Imprenta de Fortanet, 1905)

Nuevos datos acerca del Histrionismo español en los siglos XVI y XVII (Madrid, Imprenta de la Revista Española, 1901).

La imprenta en Medina del Campo, Madrid, 1895, que fue premiada.

Cervantes en Valladolid, editado por el grupo Pinciano y Caja España, en 1992, como edición facsímil. Conteniendo el proceso a Cervantes, y recogiendo por tanto las averiguaciones hechas, por mandato del alcalde Cristóbal de Villarroel, sobre las heridas causadas en Valladolid al caballero del hábito de Santiago don Gaspar de Ezpeleta. La obra da noticia de la segunda estancia de Cervantes en dicha ciudad, esto es, desde 1604 hasta pocos meses después de la marcha de la Corte a Madrid, en 1606, intervalo en el que el escritor se vio implicado en ese trágico suceso.

Finalmente es de destacar una de las muchas ediciones de las que se encargó Pérez Pastor, con abundantes notas críticas: la de Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera, publicada en Madrid en 1901 por la Sociedad de Bibliófilos Españoles.

Candel Crespo y Hurtado Moya se han ocupado recientemente de estudiar y divulgar la obra de Pérez Pastor, una obra inmensa y sabia, que si no de fácil y alegre lectura, es pilar fundamental del saber científico literario hispano.

Apunte

Horche y Pérez Pastor

El cronista de Horche, recientemente fallecido, don Juan Luis Francos, como presidente que era de la Asociación Cultural Padre Talamanco de esa localidad, había propuesto realizar algún acto cultural este verano pasado, con este motivo. La desgracia de su muerte, pocos días antes de concretarse ese centenario, ha hecho que no se haya llevado a cabo ninguna actividad en ese sentido.

Sin embargo, justo en el momento de la muerte del bibliófilo manchego, en agosto de 1908, el Ayuntamiento de Horche, consciente de la talla intelectual del que fue su vecino durante un par de años, propuso y aprobó dedicar a su memoria la calle donde vivió, que por entonces se llamaba Corralillo del Convento. Se aprobó por unanimidad de la Corporación en sesión de 19 de septiembre de 1908, siendo alcalde Faustino del Rey, y se inauguraron las placas (que costaron 10 pesetas cada una) el 30 de diciembre de ese año, tomando un refrigerio (es un decir, pues el día no debía estar para muchas frescuras) al terminar el acto. Estos datos me los ha proporcionado mi buen amigo Manuel Salazar Retuerta, gran conocedor y documentalista de la historia de Horche.