Escenas de Patrimonio por Guadalajara

viernes, 25 abril 2008 0 Por Herrera Casado

El pasado viernes se celebró en la Casa de Guadalajara de Madrid, con motivo de su 75 aniversario, una interesante Mesa Redonda en la que se debatió amplio y tendido sobre el Patrimonio Artístico de nuestra provincia. En la mesa, en la que me cupo el honor de actuar de moderador, una serie de relevantes personalidades del mundo de la cultura, el arte y la ciencia en Guadalajara: los arquitectos José Antonio Herce Inés, delegado de Cultura del Colegio en Guadalajara, y José Miguel Merino de Cáceres, catedrático de Historia de la Arquitectura en la Escuela Superior de esta enseñanza en la Universidad de Madrid. Además Esther Alegre, doctora en Historia del Arte y autora de numerosos libros sobre Pastrana y la Alcarria, así como José Luis García de Paz, profesor de la Universidad Autónoma, y experto en el estudio de los expolios artísticos. Completaba el plantel de panelistas Juan José Fernández Sanz, profesor de Historia de la Comunicación en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense de Madrid. No había políticos en la mesa, lo cual es lógico, porque el tema no se prestaba a triunfalismos de ningún tipo.Tampoco prensa provincial, ignoramos la razón. Pero todo fue una auténtica exhibición de “sociedad civil” expresando desde la realidad y el conocimiento, los problemas que aquejan al patrimonio artístico de Guadalajara.

Tres temas cruciales

Entre los temas que, como moderador de la reunión, propuse para debatir, figuraba en primer lugar el análisis, individualmente hecho por cada uno de los participantes, del Patrimonio, con mención expresa de los casos más urgentes en cuanto a la protección que este patrimonio necesita. Salió a relucir el listado de nada menos que 12 monumentos provinciales que la organización “Hispania Nostra” tiene puestos en su “lista roja” de patrimonio en inminente peligro. Le faltan todavía bastantes. Porque en la lista (donde está San Antonio de Mondéjar, la Asunción de Villaescusa de Palositos, el monasterio de San Salvador de Pinilla, etc.) no figuran el castillo de Pelegrina, la Fábrica de Automóviles de la Hispano-Suiza, o el monasterio carmelita de Budia. De todo ello se habló, de lo que parece imposible concebir que un monumento como las ruinas del convento de San Antonio de Mondéjar, obra de uno de los más relevantes arquitectos del Renacimiento europeo (Lorenzo Vázquez) y primer edificio renacentista construido fuera de Italia, esté todavía en las condiciones que está. Todos los ponentes expresaron su preocupación por esta situación, que se alarga desde hace años, tantos, como que desde 1923 en que fue declarado Monumento Nacional, antes aún de las declaraciones que se hicieron de forma masiva en la República, solo ha recibido una mínima atención de limpieza hace unos 25 años. Hoy da pena verlo.

En un espacio corto de tiempo salieron raudales de noticias, preocupaciones y denuncias concretas. Se dijo, y suma gravedad al asunto, que el problema del patrimonio en Guadalajara no solamente está en los edificios que sobreviven con peligro de hundimiento, sino de aquellos que incluso son imposibles de visitar, por encontrarse cerrados permanentemente. Como ejemplos, surgieron el castillo de Pioz, una joya de la arquitectura militar medieval que sigue, rodeado de una valla metálica, sin recibir la mínima atención restauradora y sin poder ser visitado. Lo que también le ocurre a la iglesia de los Remedios en Guadalajara, o a la iglesia románica de Villaescusa de Palositos, donde el dueño de la finca en que se enclava no permite el acceso.

Por parte de los arquitectos presentes se esgrimió, además, la referencia a las inadecuadas restauraciones que se siguen haciendo, especialmente en templos parroquiales solo dirigidas por párrocos de buena voluntad y justos recursos, en los que parece una obsesión el dejar la piedra vista, de sus interiores, quitando unos revocos que fueron siempre tradicionales, que son históricos y auténticos.

Los estudios del patrimonio provincial

Otro aspecto que entró en el debate, fresco al no estar mediatizado por anuncios electorales y posturas agradecidas, fue el del Plan de Estudio y Restauración del Románico de la Marca Media, como ha sido bautizado por la Junta de Comunidades, que es su promotora, al referirse al conjunto de edificios religiosos de estilo románico existentes en nuestra provincia. A todos pareció perfecto que se establezcan líneas de restauración y protección para edificios que son claves en el patrimonio de la provincia y de la Región toda, pero se hizo notar que algunos de esos edificios están ya restaurados y en buenas condiciones, por lo que dificilmente recibirán ayuda aparte de la de salir publicitados en el listado.

Por otra parte, fue duramente criticado el hecho de que el estudio de ese conjunto patrimonial, que ya está realizado desde hace décadas, por parte de autores, de arquitectos  y de investigadores de Guadalajara, se le haya concedido, sin concurso previo y con unos criterios no explicados, a un grupo de fuera de los límites provinciales y aún regionales. Ello es más chocante por cuanto el románico de Guadalajara, que es el objetivo de ese plan dotado con varios millones de euros, está ya estudiado, de principio a fin, en forma de libros, de artículos, de planos, de catálogos, etc, por parte de autores provinciales. Se oyeron palabras muy duras para calificar esa decisión política, que choca, por otro lado, con lo que al parecer es norma del gobierno regional, como lo demuestra las recientes declaraciones de la titular de la consejería de Economía de Castilla-La Mancha, que ha propuesto y aprobado una medida consistente en que, en las obras públicas realizadas en la Región, sea obligatorio utilizar materiales fabricados en Castilla-La Mancha. Malo es el chauvinismo, siempre que sea exagerado y sin fundamento, pero igual de mala es esa huida por las fronteras, y cuanto más lejanas mejor, para pedir el estudio de nuestro patrimonio a estudiosos de fuera.

Prohibido hacer fotos

Como moderador de la mesa, y ya para distender un tanto el triste ánimo que llenaba el salón, traté de proponer el análisis de un problemilla/problemón con el que se encuentran todos cuantos quieren estudiar, ver, disfrutar el patrimonio: la imposibilidad casi general de hacerle fotografías.  Es un hecho contrastado por todos, padecido al menos por cuantos hablaron y opinaron en la comentada Mesa Redonda (entre los que fue muy contundente el profesor Merino de Cáceres, que sufre de continuo el problema de llevar a sus alumnos a ver y estudiar monumentos, fundamentalmente religiosos, y recibir siempre las tajantes prohibiciones de hacer fotografías) de que en España la máquina de fotos (y no digamos ya montada sobre un trípode…) es elemento considerado agresor, peligroso y por ello prohibido, sin más, en la entrada a Museos, catedrales, palacios, exposiciones y colecciones de cualquier tipo.

Salieron al aire de la reunión un montón de anécdotas, a cual más hilarante, padecidas por todos y cada uno de los contertulios. Pero se aprovechó la ocasión para pedir que, de una vez por todas, se articule en los reglamentos (que es la forma más contundente y directa de cumplir la ley) de gestión de los monumentos, la norma general de que la imagen de un bien no está sujeta a prohibición en su visita, fotografía o reproducción. Claro que, vaya Ud. a explicarle ese principio de libertad que surge de la misma Constitución, a esa serie de porteros, campaneros, ujieres y guardas jurados que dicen que no se hace foto y no se hace foto ¿Pero por qué? Pues porque lo digo yo. Y basta. (Esa contestación la ha oido, y sufrido, este cronista, en más de una ocasión).

Fue una reunión gozosa y libre, en la que los contertulios, y los espectadores, se sintieron como el sujeto de la libertad que definió Paul Valèry: “Solo soy libre cuando me siento libre”. Gracias a la Casa de Guadalajara en Madrid, y a su presidente, que es amigo de libertades, por este saludable ejercicio.

Apunte

Mañana en Villaescusa de Palositos

En la jornada de mañana sábado 26 de abril, en que se efectuará la III “Marcha de las Flores” hacia Villaescusa de Palositos, los antiguos vecinos, hijos y descendientes de este pueblo alcarreño se acercarán, una vez más, por el camino que desde Peralveche lleva a esta localidad, a intentar visitarla, verla de cerca, admirar su iglesia, hacerle fotografías, y aun visitar en el cementerio las tumbas de sus ancestros.

Ocurrirá como en años anteriores: que ante una nutrida prole de pacíficos indígenas (consta de años pasados que no ha habido nunca una voz más alta que otra, ni un aspaviento de iracundia incontrolada) un destacamento armado de la Guardia Civil impedirá el paso por un camino que es de todos, porque lo fue siempre, y porque es servidumbre de paso hacia un antiguo núcleo de población que, además, tiene un elemento destacadísimo del patrimonio artístico de Guadalajara: la iglesia románica de la Asunción de Villaescusa, a la que (vaya suerte que tuve, cuando hace muchos años fui a visitarla y nadie me prohibió nada) merecería hacerla algunas fotos y ponerlas en alguna exposición de las que hace la Junta relativas al Patrimonio (estos días se expone, y hoy se clausura, en la Escuela de Artes, la muestra de fotos realizadas por jóvenes sobre el patrimonio que conocen en la XII Experiencia Internacional de los Monumentos). Esta iglesia no aparecerá, porque ni se puede acceder a ella, ni su propietario permite fotografiarla.