El patrimonio raro de Sacedón

viernes, 10 agosto 2007 1 Por Herrera Casado

El "rollo Trujillo" en Sacedón está colocado sobre el punto desde el que se divisan las aguas de los embalses de Entrepeñas y Buendía al mismo tiempo. Reproduce con exactitud de formas y tamaño el rillo de la ciudad extremeña de Trujillo.

Hace ahora cuatro años que, junto a María Jesús Moya Benito y Jesús Mercado Blanco, pusimos en ronda de lecturas una “Historia de Sacedón” que dio materiales escritos suficientes como para alzar un libro de 384 páginas, y que devolvió a la villa alcarreña la memoria de sus gentes antiguas, de sus avatares y esencias.

En estos días de viaje y vacación, para quien quiera cercarse hasta la orilla del pantano, y disfrutar de sorprendentes piezas de un patrimonio “raro” por lo infrecuente y desconocido, van estas líneas que recuperan algunas páginas de aquel libro, y que dan pie para el asombro y la curiosidad satisfecha.

El puente romano

Es así como llaman en Sacedón al puente que sirve para cruzar el río Tajo, hoy aguas debajo de la presa de Entrepeñas. No es romano, porque sabemos que, durante la Edad Media, en ese punto existía una barca que permitía el cruce del río por ese primitivo sistema. Y que fue exactamente en 1461, cuando los concejos de Auñón, Pastrana y Fuentelencina pusieron dinero para construirlo, pues ellos lo necesitaban para poderse comunicar con la comarca de la orilla izquierda. Sacedón no colaboró entonces, porque al ser aldea de Huete y estar muy esquilmada por los estragos que había realizado en la comarca el caballero “Carne de Cabra”, no tuvo capacidad para contribuir.

Es este un puente que pone en comunicación los términos de Sacedón y Auñón. En las Relaciones Topográficas del siglo XVI, decían los de este pueblo que “en la dicha ribera del Tajo… ay una puente de cal y canto que tiene tres arcos, el de en medio es grande y los dos son pequeños”.  A comienzos de ese siglo XVI se empedró y reparó, añadiéndole tajamares. En 1556 se mantenía en perfecto estado y se le añadieron pretiles en la entrada y salida, para evitar accidentes.

Sufrió grandes desperfectos en las guerras de Sucesión, Independencia y Carlistas, pero en el siglo XIX volvió a reconstruirse en estilo tradicional. Tras la construcción de la presa, ha quedado prácticamente en desuso y ha comenzado a resentirse por no recibir los necesarios arreglos. Su longitud es de 88 metros y el ancho es de 11 metros en su parte más amplia, con 3,40 metros de calzada. La altura del ojo central sobre el nivel del agua es de 17 metros. Todo un hermoso ejemplar de puente alcarreño.

El Rollo Trujillo

Se encuentra este monumento en un altozano de un bosquecillo, junto al inicio del camino que baja hacia La Isabela y muy próximo a la carretera que va de Sacedón a Buendía. Está colocado en el punto exacto en el que se ven perfectamente los dos pantanos, el de Buendía y el de Entrepeñas. Debe su nombre a que es una reproducción exacta del rollo de justicia de Trujillo (Cáceres) y se construyó cuando acudió a la inauguración de los pantanos el Jefe del Estado General Franco, para que desde allí se inauguraran oficialmente.

Construido y labrado en piedra de magnífica calidad, tiene una altura total de 10 metros desde su base, más 1,20 metros de escalinatas y un gran plinto de 2,25 metros de altura, lo que le confiere una esbeltez singular. Es visible desde larga distancia. Aparecían dos cartelas a mediodía y a norte: en la primera se leía “Bvendía” y en la segunda “Entrepeñas”. En las otras dos cartelas, que miraban respectivamente a levante y poniente, ponía “tanto monta 1487” en la primera, y “19 de julio de 1957” en la segunda. El escudo heráldico de los Reyes Católicos aparece en la altura tallado con toda nitidez.

Es este un singular monumento de Sacedón que debería estar centrando un parque o espacio de paseo, pues su belleza arquitectónica bien lo merece.

La Mariblanca

 La estatua de mármol blanco, que hoy preside un jardincillo bajo los muros septentrionales de la iglesia parroquial, se trajo del Real Sitio de La Isabela cuando este fue inundado por las aguas. Su origen está en una “soberana resolución” de Fernando VII, que tras la petición del administrador del balneario de que se facilitara una estatua para colocarla en la fuente de la plaza principal del Real Sitio, en Madrid decidieron enviar una estatua que se guardaba en el Museo del Prado “de cinco pies de altura de mármol blanco de Genova que representa la Victoria, la cual es de poco mérito, pero que se halla en excelente estado”. Así llegó a ser colocada en La Isabela en 11 de junio de 1831. Hacia 1957 se trajo al lugar de Sacedón donde hoy se encuentra. Sus medidas son de 1,40 metros de alto por 0,55 de ancho, con un pedestal de 1,77 de altura, lo que le confiere al conjunto  una altura total de 3,17 metros.

Las neveras

También llamadas “pozos de la nieve”, fueron unas curiosas edificaciones destinadas a producir hielo para usar durante el verano en la conservación de alimentos, a partir de la nieve caída y guardada en algunos escasos días del invierno. De estos edificios, populares cien por cien, han quedado muy pocos ejemplares en toda la Alcarria. Pero en Sacedón tienen la suerte de contar con algunos magníficamente conservados, y que paso ahora a recordar y describir, recomendando, por supuesto, su visita y conservación como verdaderos monumentos que son, rastros de la vida en tiempos pasados.

El más llamativo y mejor conservado, muy accesible, es el que se encuentra a la izquierda de la antigua N-320, pasado el Camping. Construido con mampostería de piedra caliza, se trata de un edificio hueco que tiene una altura de 6 metros y se cubre de una bóveda puntiaguda que le confiere un aspecto cónico al exterior.  Las piedras del interior se unen con capa de yeso compacta. Este espacio tiene dos huecos de entrada, de 1,60 metros de altura y 90 cms. de ancho. El interior era una especie de hondo pozo, de 10 metros, (a veces llegaba a tener 15 metros) de profundidad.  La utilización de las neveras era como sigue: Desde el exterior, por los vanos, se echaba en paladas la nieve. Era la que había caído en las cercanías, o la que se traía desde los altos, en carros y caballerías. En documentos de La Isabela se nos dice que hacían charcas de agua al lado del río para que se helaran. Otros dos hombres, en el fondo del pozo, iban extendiendo y apisonando la nieve, formando un gran bloque macizo. Por cada medio metro de espesor de la nieve helada, se ponía una capa de paja, que al hacer de aislante, conservaba ya indefinidamente la nieve a baja temperatura.

En el verano, cuando se necesitaba el hielo, volvían a bajar un par de vecinos, extrayendo el hielo a golpe de pico, metiéndolo en un serón y avisando para que los que estaban fuera lo sacasen. Este sistema de polea subiendo y bajando el serón con nieve y hielo, pendía de un palo central atravesado en la bóveda. Las operaciones se hacían durante la noche, o al amanecer, para evitar el deshielo.

Otra nevera existió en Sacedón, situada en el paraje de “La Olmedilla”, que se ve cuando bajan las aguas del pantano. Está también muy bien conservada.

Finalmente existe otra en el término de la Isabela. Según los documentos que se conservan, fue construida en 1830, para atender las necesidades de hielo en el balneario, durante el verano. La llamaron el “Pozo de la Nieve” y estaba en la parte más alta de la población, a 1,5 Kms. del caserío, en “Las Majadillas”. Consta de “un vaso cilíndrico de fábrica de mampostería cubierto por una bóveda hemiesférica”. También se conserva en perfectas condiciones, por lo que podemos decir con verdadero orgullo que los tres ejemplares de neveras que quedan en Sacedón son de lo mejor de toda la provincia en punto a arquitectura popular de esta temática.

Apunte

La Santa Cara de Dios

La advocación que Sacedón reconoce como patrona de la villa es nada menos que la “Santa Cara de Dios” o Santa Faz. Su origen es la aparición milagrosa de una pintura que entonces se interpretó como el retrato de Dios en una posada en la que un sacrílego dio puñadas sobre los muros, en fecha exacta de 29 de agosto de 1689. En torno a la pintura milagrosa se construyó un altar, una capilla, y luego un santuario, que es lo que hoy vemos.

Las fiestas en honor a este milagroso aparecimiento empezaron a celebrarse desde entonces.  Normalmente transcurrían el 29 y el 30 de Agosto, pero, sobre todo a partir del siglo pasado, se fueron alargando en días. Y finalmente hoy se extienden desde el 28 de agosto al 3 de septiembre. Tomó mayor fuerza esta fiesta a raíz del 2º Centenario de la aparición del Santo Rostro, en 1889. Así es que todo el mundo preparado, porque las fiestas de Sacedón, hoy centradas por la devoción a la Santa Cara y la pasión por la fiesta de los toros, están a punto de llegar.