Semana Santa en Budia con los Soldados de Cristo

miércoles, 23 marzo 2005 0 Por Herrera Casado

 

La celebración de la Semana Santa en Budia está centrada por “Los Soldados de Cristo”. Para los pueblos cristianos, la conmemoración de la muerte de Cristo  se tinta de mensajes de penitencia y dolor, de consideración del sacrificio hecho por Dios mismo al entregar a su Hijo a los mayores padecimientos, y a la muerte, con objeto de dar ejemplo y redimir a la Humanidad. Perdida durante años, se ha recuperado en 2001, gracias al impulso de su actual capitán, Julio Escribano. En torno a esa Cofradía gira hoy la solemnidad de la Semana Santa en este pueblo alcarreño, que merece ser admirada como algo peculiar y nunca visto.

La Semana Santa en la Alcarria tiene matices peculiares, aunque siempre dentro de una severidad castellana, rural y metafísica. En Budia se celebra con los diversos actos religiosos que en cualquier otra parte de la España cristiana tienen lugar: procesiones, cánticos, ceremonias en la iglesia, sermones, etc. Desde hace 3 años, añade el interés de ser protagonizada por una Cofradía masculina, los “Soldados de Cristo” que fieles a una tradición multisecular la hacen llamativa y en todo caso interesante.

Ha comenzado la semana el Domingo de Ramos con la bendición de las palmas y los ramos de olivo, previamente adornados con cintas y colgando alguna rosca que hacen las madres, sin  olvidar la costumbre de estrenar algo, pues ya se sabe, “el Domingo de Ramos, quien no estrena se queda sin manos”.

Con una antigüedad de cinco siglos, pues ya consta en viejos documentos su existencia, estos “soldados que en la actualidad son quince, incluidos el capitán, se reúnen por primera vez, tras una suculenta merienda, el domingo de Ramos, realizando ese día el sorteo y distribución de las guardias que habrán de hacer, y distribuyéndose las funciones que tendrán lugar en los días venideros (la guardia ante el monumento, la custodia del sepulcro, el lavatorio, acompañamiento del abad, procesión del Cristo Yacente, reparto de la caridad, etc.).

El Miércoles Santo han comenzado los oficios de penitencia, y esa misma noche es cuando tiene lugar el Oficio de Tinieblas, al que acuden los niños, con impaciencia, esperando el momento de tocar “a rebato” y poder hacer con sus carracas todo el ruido que quieran, pues en ese instante se apagan todas las luces y se tapan todas las imágenes con telas negras.

El Jueves Santo vuelven a juntarse los miembros de la Hermandad, esta vez en el lugar denominado como ”las Cuatro Calles” que es el corazón de Budia, el pueblo que a su vez puede calificarse como “el corazón de la Alcarria”, y  forman militarmente, en fila de a dos, hasta que el teniente da las novedades al capitán, y comienza la  marcha en formación hasta la iglesia. Al llegar a esta, el capitán pasa revista a los Cofrades, manda formar a ambos lados de la puerta un pasillo por el cual pasan los feligreses, mientras el capitán con cuatro soldados va en busca del sacerdote  a su casa, y, en llegando, da tres golpes en la puerta, abriéndose esta y diciendo el sacerdote: ¿Que deseáis?, y contestando el Capitán: Deseamos escoltarle hasta la iglesia, como corresponde a nuestro abad

De esta manera, custodiado por los cuatro soldados más el capitán, que va al frente, llegan de nuevo al atrio de la iglesia, donde  el oficial pronuncia estas palabras: “Representamos a Budia, hagámoslo con honor y defendamos el Santo Nombre de Cristo”. Hoy no sale, no se ha incorporado a la recuperada fiesta, la figura del judío,  que se quedaba en el atrio del templo, y con sus ruidos molestaba a los feligreses. Quizás se consideró que era una figura irreverente y distraía de la solemnidad religiosa de un Jueves Santo. Pero era también la tradición…

A continuación comienza la Misa del Jueves Santo, formando los Soldados de Cristo a ambos lados del párroco una homogénea hilera de apuestos hombres vestidos de negro, y saludando con un sonoro llamamiento de carracas el momento de la Consagración, en el que además todos ellos se ponen con una rodilla en tierra, inclinando sus lanzas hacia el suelo. En otros momentos de la misa los soldados ayudan al sacerdote, y se procede al Lavatorio de pies, al que asisten también el Capitán y el Teniente.

Acabada la misa, quedan dos soldados de centinelas, mientras el resto asiste a la procesión, colocándose el Capitán tras la cruz, e indicando los lugares donde deben realizarse las paradas.

Los soldados de Cristo

La Cofradía y actividades religiosas de los “Soldados de Cristo” de Budia ha sido recientemente catalogada como Fiesta de Interés Turístico Provincial. Los quince miembros de la misma, que son soldados, más un teniente y un Capitán, visten trajes de pana negra, se cruzan el pecho de una banda roja, y se cubren con un sombrero también negro de ala ancha. En la mano, todos llevan una lanza.

Sigue la celebración el Viernes Santo. En este día, que es el de hoy, los soldados tienen como primer deber preparar el Vía Crucis, en el que escoltan al portador de la Cruz. En la tarde de este día, en la solemne  procesión del Entierro, los Soldados llevan sobre sus hombros el “Sepulcro de Cristo”, terminando la procesión en la ermita de la Soledad, donde dos de ellos hacen guardia desde mucho antes. Ahora llevan ese Cristo Yacente o en sepulcro, entre cuatro soldados, levantado sobre sus brazos estirados, lo que supone un verdadero ejercicio gimnástico que solo los jóvenes aguantan.

En la Semana Santa de Budia existe la costumbre de que la procesión del Viernes Santo por la tarde-noche se apaguen totalmente las luces de la villa, quedando sus calles iluminadas tan solo por las luces de las velas y hachas encendidas. Eso, y el silencio total, roto solamente por los golpes de las lanzas que dan los “Soldados” sobre el empedrado del suelo, impone una sensación de respeto y emoción honda. Es este sin duda el cenit de la Semana religiosa, todo un espectáculo sobrecogedor donde se une lo profano y lo litúrgico. La procesión, que partió de la parroquia, llega a la ermita de la Soledad, donde los soldados quedan de guardia toda la noche. Ahora no reciben la visita de “La cantinera”, que era otra figura típica de la Semana, y que no se ha recuperado también por respeto a la seriedad del rito religioso, aunque surgía como un ancestralismo siempre celebrado.

El Domingo de Pascua, a las 12 de la mañana, tiene lugar la Procesión del Encuentro. Ese día, que siempre es luminoso, despierta Budia con alegría, acercándose los vecinos, poco a poco, al atrio de la iglesia, donde habrá una hoguera  y en ella se encenderá un gran cirio. En ese momento comienza un alegre repique de  campanas, anunciando a todos que el Señor ha resucitado. La procesión tiene lugar a continuación de la Misa de Pascua. Es un rito muy antiguo y muy común en los pueblos de la Alcarria. La procesión del Encuentro consiste en la formación de dos bloques: uno en el que van los hombres llevando las andas de Cristo Resucitado, y otro en el que van las mujeres con las andas de la Virgen María, cubierta con un velo, que se quitará al encontrarse ambas procesiones en la Plaza Mayor. El párroco va caminando bajo palio, con la Custodia, acompañando a la procesión de los hombres. Mientras tanto, las mujeres cantan unas estrofas tradicionales, que comienzan “Por allí viene Jesús / aquí tenemos su madre /hágase la gente a un lado / que viene a visitarme…”

Tras juntarse ambas imágenes y ser bendecidas por el párroco, todos regresan a la iglesia, donde se materializa el triunfo de la Cruz sobre las lanzas con estas palabras. Este es el triunfo de Cristo resucitado. Los “Soldados de Cristo”, terminados misa y procesión, reparten entre los asistentes limonada y rosquillas.

Antiguamente, el Domingo de Pascua tenía lugar por la tarde lo que llamaban “rilar el huevo”, que consistía en ir en familia, o en pandillas, hasta las afueras de la villa, y allí merendar, a base de hornazos y huevos de Pascua.

Al igual que los actuales y recuperados “Soldados de Cristo”, existieron en Budia otras cofradías, que eran hermandades de socorros mutuos para atenderse en sus momentos difíciles los cofrades entre sí: llamábanse los nicolases y los crispines. Estas salían no solo en ocasiones de enfermedades y entierros de sus miembros, sino en los días de sus patrones, San Nicolás y San Crispín, respectivamente, que eran feriados y de descanso para todos.

La Semana Santa en Budia se ha convertido, gracias a esta recuperación, de la que aquí vemos algunas fotografías del año en que se puso nuevamente en marcha la tradición, en una de las singulares de nuestra provincia, que merece ser contemplada.