Alto Tajo, roquedos, bosques y buitres
En los pasados días se han celebrado en nuestra ciudad unas jornadas medioambientales en torno al Alto Tajo, las posibilidades de que este sea declarado Parque Natural, y las formas diversas en que puede y debe ser promocionado este entorno natural.
La forma concreta en que se inició este bloque de jornadas fue con la asistencia del Consejero de Educación y Cultura del gobierno regional, Justo Zambrana, quien presentó un libro que el Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades ha editado en estos días, y al que desde aquí aplaudimos en su llegada, pues se trata sin duda de un libro hermoso y práctico, escrito por un buen conocedor de la zona, el toledano Enrique García Gómez. Esta publicación de la Junta, titulada «Rutas de Senderismo: por el Alto Tajo», es un libro sobre todo útil, además de muy bonito. Describe las formas en que, a pie, puede recorrerse el entorno del futuro Parque.
La verdad es que ya existía un magnífico libro anterior, escrito por Miguel Ángel Acero y Luís López Vázquez, titulado «Andar por el Alto Tajo», y editado por Penthalon, que ha guiado a muchísimos excursionistas por las trochas verdes e idílicas de este paisaje de nuestra provincia.
Turismo Interior
En ese acto del pasado 22 de abril, se ofrecieron además dos distintas versiones de lo que el Turismo en el Alto Tajo puede dar de sí: de una, la conferencia de don Antonio Mora, director de la Escuela de Turismo de la Universidad de Alcalá, que habló sobre «Turismo Rural y medio ambiente: desarrollo sostenible» y de otra, la que yo mismo pronuncié sobre el valor del «Turismo de Interior en Guadalajara».
En este sentido, la valoración de nuestra provincia en el contexto del nuevo turismo que a nivel europeo más está creciendo, el Turismo de Interior, no puede ser más alta. Se reúnen en nuestro espacio provincial todos los elementos que hacen crecer esta vertiente del ocio viajero. Tanto la visión de los monumentos (los castillos, los monasterios, las iglesias, las picotas…) como el sentimiento excitante de sentirse inmersos en un espacio histórico real y denso (ver las murallas de Palazuelos, el castillo de Jadraque, el Monasterio de Sopetrán…) y participar en las fiestas que tienen siglos y siglos de existencia (La Caballada, la Loa de Molina, los danzantes de Valverde, etc.)
A todo ello, como un complemento perfecto, se unen los paisajes, que en Guadalajara van desde las alturas peladas y bravas de la Serranía del Ocejón y el Hayedo de Tejera Negra, a esos rincones apenas conocidos pero maravillosos del alto río Mesa, la angostura de Bolarque, los pinares de Luzaga, o, como paradigma de todo loo dicho, el conjunto del Alto Tajo.
Un paseo por el Alto Tajo
En mi breve intervención en la sesión inaugural de estas «Jornadas medioambientales y de Turismo del Alto Tajo» que se han celebrado en Guadalajara, hice con pinceladas de rapidez y casi impresionismo, un descenso ideal por el Tajo. Desde su nacimiento en Fuente García, todavía en la provincia de Teruel, a más de 1.500 metros de altura, se encuentra uno con bellezas que por sí solas merecerían el viaje: pero además aquí surgen una detrás de otra. Por ejemplo, los ríos que le llegan al Tajo por su orilla derecha, descolgándose desde las alturas pardas del Señorío molinés: el Hoceseca, el Cabrillas, el Gallo y el Ablanquejo. Al Gallo, antes, le ha llegado por la izquierda el Bullones, otro de los cursos acuáticos que mejores paisajes crea en este entorno.
El viajero por el Alto Tajo puede (si le gusta el tema) adentrarse en impresionantes cavernas cársticas: la del Tornero en Checa, que tiene más de 9 kilómetros de galerías; la de la Zapatilla en Villanueva de Alcorón, muy fácil para cualquiera; la Sima Castilla en Peralejos, profunda como una puñalada en la dureza de la roca caliza…
En Peralejos de las Truchas puede el viajero decir con toda propiedad que se encuentra en la capital del Alto Tajo. Además de las casonas antiguas, barrocas, de los Sanz y los Arauz, o de los cuadros tenebristas de un apostolado manierista de su iglesia, podrán contemplarse los magníficos paisajes del contorno. O subir por la pista que va a la ermita de Ribagorda, y desde allí aún contactar, pasando por el alto del Rasón y cerca del Machorro (con su gran colonia de buitres) con la orilla del Hoceseca, donde se ve entera la antigua ferrería que empezó a funcionar en el siglo XVII.
Bajando junto al río, el puente del Martinete, que permite el paso de la carretera hacia Masegosa y Cuenca. Más abajo aún, el gran «salto de Poveda»: una espectacular cascada cuyo origen es artificial, pues se formó al derrumbarse en parte una antigua presa para energía hidroeléctrica, y a su derecha, en una alta explanada, la laguna de Taravilla, a la que los lugareños llaman «la laguna de la Parra».
Admirar, verdaderamente admirar, y quedarse sin palabras, es lo que hace el viajero al llegar al «Puente de San Pedro», el lugar donde se juntan el Gallo y el Tajo. Desde arriba, desde Zaorejas, se ve una panorámica espléndida del conjunto del Alto Tajo. Cerca de esa localidad se encuentra nada menos que los restos importantes de un acueducto romano de casi veinte siglos de antigüedad.
Y bajando el río aún ofrecerá sus sorpresas en cascada: la del tío Campillo, el puente de la Tagüenza que está algo más abajo de Huertapelayo, en un llamativo entorno de paredes rocosas. La paz del monasterio de Buenafuente monte arriba del barranco de los Cuchillos; o el profundo «Hundido de Armallones» que deja boquiabierto a quien lo ve por primera vez: la cumbre del Alar, la cascada que surge de la roca, las salinas de la Inesperada, aprovechando la salinidad de un arroyo que baja desde Canales… en fin, que el Alto Tajo ofrece a quien quiera recibirlo todo el palabreo, fuerte y altísimo, de la Naturaleza perfecta.
En estas jornadas que ha acogido Guadalajara, y que ha dejado como fruto una mayor conciencia de que en común se busquen soluciones al desarrollo integral de la zona, con vistas a la declaración de «Parque Natural» que al parecer ya es inminente su declaración, hemos podido todos aprender algo nuevo sobre el Alto Tajo. Un lugar paradisíaco que tenemos, por suerte, aquí mismo, en nuestra provincia de Guadalajara.