Carpetazo al Balneario de Trillo
Todo parece indicar que esa palabra tan española y asesina que es «dar el carpetazo» a algo, se la acaba de aplicar el actual alcalde de Trillo, García Sancho, al Balneario de su pueblo. Según las informaciones que leo en todos los periódicos de la provincia, una reunión convocada por el primer mandatario trillano, y a la que han acudido gentes de las diversas delegaciones de la Junta de Comunidades en Guadalajara (Cultura, Industria, Sanidad y Bienestar Social), mas la Confederación Provincial de Empresarios, la Cámara de Comercio y aún la Universidad de Alcalá, ha terminado en convocatoria de entierro para el multisecular Balneario de Carlos III, en las proximidades de Trillo.
Nunca dudo de las buenas intenciones de los políticos. Es más, estoy convencido de que en su fuero interno, todos sin excepción son unos benditos, llenos de sanas ganas de mejorar su entorno. Pero a veces, incluso sin ellos mismos saberlo, se ven arrastrados por voraginosas maniobras surgidas no se sabe bien de qué avernos, y dan la cara en temas tan problemáticos, tan complejos, que se ven abocados sin remisión al ridículo.
Después de tantos años reclamando unos y otros (poniéndolo incluso en los respectivos programas electorales como meta principal a conseguir) la recuperación del antiguo y prestigioso Balneario de Carlos III para Trillo, ahora aparece el nuevo alcalde, y nos explica que ya no se tiene ese objetivo, que ahora se va a montar en aquel lugar un complejo mundo de novedosas experiencias, en el que se mezclarán, como en un «Port Aventura» a la alcarreña, un camping y un vivero de empresas, una Escuela de Idiomas y otra de Buceo (la más interior de España), más un Centro Tecnológico de Iniciativas e Investigación junto a una Escuela de Hostelería… pero del Balneario, nada. Carpetazo al Balneario.
No voy a entrar, porque es delicado, y crea enemigos, en el tema de quien está realmente promoviendo esta alternativa. No es el alcalde, que lo único que hace es dar la cara. Lo que sí quiero exponer es la sinrazón de este proyecto. Cualquier cosa que trate de hacerse en Trillo, en los terrenos ocupados por los manantiales de aguas termales, que no sea un Balneario, es despreciar una riqueza natural que no a todos los lugares del mundo les ha sido dada. Es, además, dar la espalda a lo que mayoritariamente se desea en Trillo, lo desean sus gentes, que tuvieron siempre por su máximo orgullo no solo el magnífico emplazamiento y el ideal clima de su pueblo, sino el tener uno de los balnearios más antiguos y más prestigiosos del país, en el que durante los pasados siglos acudieron personalidades, gentes de dinero y gentes pobres, miles de personas con la ilusión de curar sus males y pasar unos días agradables en aquel lugar de ensueño.
A pesar de esto, a Trillo le cayó una Leprosería que nadie quería, y hubo que aguantarse. Eran tiempos de culto unánime a San Aguantarse. Luego le cayó una Central Nuclear, y aplausos. Ahora su alcalde nos dice que de Balneario nada, que está pensando, entre otras cosas, en montar allí una «Base de datos centralizada en la que se recojan las iniciativas que puedan encajar en el desarrollo que se pretende para la zona…». O sea, música celestial de la que ahora se lleva. Mil millones para un proyecto que se escapa de las manos como el agua del propio Tajo. Y más aplausos.
Un desarrollo sostenido
Trillo, como Guadalajara entera, necesita ideas prácticas. Cosas que realmente funcionen, que pongan a trabajar a todos sus habitantes. Y mucho. Aprovechar lo que se tiene y exprimirlo hasta el fondo. Una de esas cosas es el Balneario de Trillo. Las aguas minero-medicinales, clorado-sódicas y salino-ferro-sulfatadas que brotan a la orilla del río Tajo, con temperatura cercana a los 30 grados, y en medio de un paisaje de ensueño. Eso es una realidad. Y otra es que ahora mismo, y desde hace más de cincuenta años, esas aguas están yéndose desde los manantiales directamente al Tajo, sin provecho para nadie.
Cuando Trillo recibe el «cuponazo» de la Central, cuando hay dinero en tal cuantía que no se sabe qué hacer con él, ¿no es lo más lógico ponerse a construir un buen centro termal, y acoger a tantos miles de ciudadanos españoles [y europeos, que les gusta mucho esto; y americanos, si se promociona bien] que están deseando ir a estos lugares de cura y descanso? No lo digo yo: lo han dicho los sucesivos alcaldes de los últimos años, los partidos a quienes representan, lo ha dicho todo el mundo.
Así es que la sorpresa ha sido buena.
El desarrollo sostenido de Trillo pasa por la creación de los puestos de trabajo que esta posibilidad ofrece. La historia, la tradición, el ánimo de los trillanos, exige esta salida. La opinión provincial (hablo como un alcarreño más) estaban esperando que la Junta de Comunidades, en esta ocasión como ya lo ha hecho en algunas otras, expresara su verdadero interés por el general de la provincia. ¿Qué intereses hay para que este proyecto, tan largamente ansiado y expresado por todos, se paralice continuamente en los despachos de Toledo?
Los Baños de Trillo
Las aguas de Trillo, desde los romanos hasta nuestro propio siglo, se usaron medicinalmente de muy diversas maneras. Era la más usual en forma de baños, introduciéndose el cuerpo entero en sus estanques. Pero también se utilizaban los baños a chorro en diversas modalidades: a presión, en ducha, etc. Y por supuesto en bebida, siempre ‑como aconsejaba el sabio Ortega‑ en vasos de vidrio o de cristal.
En 1777, y a instancias del rey Carlos III y de su ilustrado Gobierno, viajó a Trillo don Casimiro Ortega, ilustre profesor y naturalista que estudió a conciencia el lugar, dejando escrita una memorable obra, maestra en su género, titulada Tratado de las aguas termales de Trillo, en la que, al comienzo de su científica descripción, nos pinta así el lugar: Todo el sitio que ocupan estos Baños, está aplanado y hermosamente adornado de calles de árboles plantados nuevamente, que llegan de un edificio a otro, para la recreación y saludable paseo de los que toman las aguas, con asientos de piedra colocados a proporcionadas distancias.
Su estudio científico fue modélico, de tal manera que hoy puede asumirse sin réplica la mayoría de las observaciones y análisis que hizo este señor.
Las aguas procedentes de los diversos manantiales de Trillo se mezclaban en los estanques de los diversos edificios, y en algunos como los del baño de la Condesa, se confundían las aguas de los manantiales con las del río Tajo. En el interesante libro «Manual del Bañista» que en el siglo XIX escribiera Sebastián Castellanos de Losada, para uso y guía de cuantos venían a Trillo a «tomar las aguas», se especifica -como en un prospecto propagandístico- el listado de enfermedades que con seguridad mejoraban al tomar las aguas trillanas: Reumatismo, Artritis, Reumatismo artrítico, Tumores articulares, Parálisis, Anquilosis, Convulsiones tónicas y clónicas, Herpes, Erisipelas, Baile de San Vito, Sarnas, Pénfigos, Diviesos, Empeines, Tiñas, Lepras, Verrugas, Contralácteas, Heridas, Bubones, Ulceras, Melancolías, Vértigos, Hemicráneas, Oftalmías, Sorderas, Rijas, Otalgias, Asmas, Toses, Gastrodinias, Acedías, Hipocondrías, Cólicos, Diarreas, Hepatalgias, Hemorroides, Lombrices, Neuralgias, Incontinencias, Histerismos, Dismenorreas, Leucorreas, Amenorreas, [fiebres] Intermitentes…. De esta prolija y polimorfa lista de achaques, que tanto recuerda a los reclamos de los actuales curanderos, como en una rueda mágica aparecen todos los padecimientos habituales del ser humano. Venían a decir, por tanto, que eran buenas para todo.
El botánico y químico Casimiro Ortega, cuando realizó en 1777 su estudio sobre las aguas de Trillo, venía a concluir que, respecto a su uso medicinal, eran sobre todas beneficiosas y recomendables, pero debían ser tomadas con ciertos cuidados. El refrán que se acuñó siglos pasados, de que Trillo todo lo cura, menos gálico y locura, debería de ser tenido hoy en cuenta por quienes tienen las riendas de la realidad.
Y, si siguen con la idea de montar allí un camping, una Escuela de Hostelería, un semillero de empresas y cualquier otra sugestiva idea que llegue desde Toledo, no habrá más remedio que montar alguna Plataforma Cívico-Ciudadana de esas que ahora tanto se llevan, para decirle a las autoridades lo que opina la gente de la calle. Que, en sitios tan pequeños como Trillo, y aunque parezca increíble, a veces se olvida.
Yo sólo abogo, en estas mal hilvanadas líneas que un tanto se salen de mi estilo habitual, porque a Trillo le pongan de nuevo, flamante y en buen uso, sus Reales Baños en marcha. Y que lo que siempre fue bueno y querido, no lo tiremos por el puente para que las aguas se sigan llevando, como hasta ahora se han llevado, tantas ilusiones y tantas promesas.