A caza de grullas por la sierra de Guadalajara

viernes, 27 septiembre 1996 0 Por Herrera Casado

 

No es frecuente que dedique esta página a quienes, con la escopeta al hombro, o con la caña de pescar en ristre, recorren nues­tras tierras ásperas y hermosas o vadean nuestros ríos serranos inacabables siempre de sorpre­sas y buenos ratos. Hoy voy a hacerlo. Porque son estos cazadores y pescadores alcarreños quienes aún valoran lo que de bravío y genuinamente humano tiene la vida campestre en ese porfiar constante con el viento, con las piedras, con las alimañas incluso, con los mil avatares que surgen y que hacen crecer la osadía, regenerar el alma que en las ciudades tenemos a punto casi de ser comida por la polilla.

Y se la voy a dedicar con pala­bras que no son mías, sino de un escritor, a medias alcarreño, sacado de la histo­ria, antañón ya, mitológico casi, peleador en ciento y una medievales peleas, enriscado construc­tor de castillos, donoso decidor de cuentos ejemplares, y cazador y pescador, también, de los bue­nos.

Con las palabras, sí, del In­fante Don Juan Manuel, que puso bandera, caballo y letanía en Ci­fuentes y en Galve, y en otros muchos lugares de nuestra geo­grafía. El territorio de esta «transierra» de Guadalajara se lo co­nocía al dedillo, meticulosamen­te. En su «Libro de la Caza» da buena prueba de ello, pues, des­cribiendo el territorio castellano, que divide por Obispados, incluye en los de Cuenca y Sigüenza numerosos lugares de nuestra Al­carria y Serranías, guiado siem­pre por el curso de los ríos. De tres de ellos, de los más preclaros, transparentes y fríos; de los más medularmente hincados en nuestro corazón de alcarreños, daré aquí transcrito el texto que pone Don Juan Manuel en su «Li­bro». Y, al pie, en breves notas, algunas aclaraciones que muchos de vosotros, bien lo sé, no nece­sitáis. Así eran, en la primera mitad del siglo XIV, los cauces de Sorbe, Bor­noba, Cañamares…

Et arroyo de Cannamares [1] nasce entre Bannuelos et Roman­nuelos [2], et cae en Fenares de­yuso de Bragadera [3]: en este arroyo há muchas ánades et gar­zas. Et, desde Torrubia [4] ayuso es de muy buenos pasos; en lo de­más es buen lugar para cazar en él con falcones. Salvo en cuanto va por grandes pennas [5]. El arroyo de Bornoba nasce en la fuente que está sobre la laguna de Sienta Molinnos [6] et entre en Fenares deyuso de Caracenie­lla [7]: en este arroyo hay ána­des et garzas, desde Sancta Ma­ría de Sopenna [8] fasta dentro de Fenares, mas en pocos lugares se pueden cazar con falcones. El arroyo de Cogolludo entra en Fenares en Fontiana [10]: en es­te arroyo há pocas ánades. Pero no las havan bien se pueden ca­ arroyos, destos que nascen só Cantasávalos [12] et dellos cabo Galve [13]. Et dellos del un cabo et del otro de Cantalojas [14] el entra en Fenares, en Pennahora [15]: en estos arroyos fasta que llegan al Angostura [16], deyuso de la puente que dicen de Valda­llo [17], hay muchas ánades et buen lugar para las cazar con fal­cones. Mas, del Angostura ayuso fasta Belanna [18] non se pueden cazar con falcones. Et desde Be­lenna fasta dó entra en Fenares, há buen lugar para las cazar [19]. Et algunas vegadas recude hí garza.

A más de uno se le habrán puesto los dientes largos, pensan­do en esas bandadas de grullas, de garzas y de ánades, que por nuestras serranías paraban en sus viajes intercontinentales. To­davía se ven las airosas aves afri­canas sobre los cielos de Guada­lajara, o en arroyos, estanques y sotillos descansando de sus vue­los migratorios. Don Juan Ma­nuel, sin embargo, se daba el gusto de cazarlas con halcón, lle­vando a la mayor perfección ese «arte de cetrería» que por fin ha resultado de imposible renacer en nuestra tierra. Son, en fin, pince­ladas que evocan otros tiempos, minutos que quisieran recuperar viejas edades, apuntes para una geografía del recuerdo.

NOTAS aclaratorias al Texto:

[1] Es el río Cañamares, que hoy forma el pantano de Pálma­ces.

[2] Son los pueblos de Bañue­los y Romanillos de Atienza, si­tuados en el anfiteatro pelado de la solana de la sierra Barahona, limitando a su espalda con las altas tierras sorianas.

[3] Desemboca el Cañamares en el río Henares, junto al pueblo de Castilblanco. Ha caminado por vegas abiertas desde el estrecha­miento rocoso de Pálmaces, don­de hoy se apresa el río, y donde se hallan las montuosidades de Bragadera que menciona el texto.

[4] Este Torrubia es lugar que ignoro, aunque sospecho puede referirse al monasterio de mon­jas calatravas de San Salvador de Pinilla, algo más arriba de Pi­nilla de Jadraque, que en cróni­cas antiguas es llamado también Sotio de Hechán y Torremocha. Desde aquí, el río Cañamares baja en valle ancho y cómodo de pasos.

[5] El río Cañamares se des­liza, en efecto, por abruptos lu­gares y estrechos vericuetos roco­sos. Aguas abajo de Naharros, y en el citado paso de Pálmaces, se comprueba esto.

[6] Se refiere al nacimiento del río Bornoba, que tiene lugar en la laguna de Somolinos, for­mación acuosa de origen morré­nico, glaciar.

[7] El Bornoba rinde aguas al Henares, en tierras llanas entre Jadraque y Carrascosa, después de haber cruzado el término de Membrillera. Zona ésta de densa población prehistórica y coloni­zación romana, paso de la Vía Augusta entre Mérida y Zarago­za. El lugar que menciona Don Juan Manuel, hoy desaparecido, Caraceniella, es diminutivo de Ca­racena (pueblo de la actual pro­vincia de Soria) y de Caraca, an­tiguo nombre y tradicional atribuido a Guadalajara. Sin querer meternos a etimólogos todas es­tas voces podrían tener relación con la latina «carcer»: el punto de salida, el principio.

[8] En San Andrés del Congos­to, donde el Bornoba atraviesa una garganta espectacular, el va­lle comienza a abrirse hacia tie­rras bajas. La patrona de San An­drés del Congosto es Nuestra Se­ñora la Virgen de Sopeña, que tiene una ermita en los alrededo­res.

[9] Se refiere al arroyo Alien­dre, corrupción de «allende», más allá.

[10] Este arroyo cae al Hena­res un poco más arriba de Espi­nosa, justamente en el lugar co­nocido por Santas Gracias, don­de han aparecido importantes vestigios arqueológicos de remo­tas edades. Más arriba de esa desembocadura, en el lugar que hoy llaman Untiana, se encontra­ba en el siglo XIV la aldea de Fonciana que por ser la más próxima á la juntura de los ríos menciona Don Juan Manuel. Hoy no queda apenas rastro de este despoblado antiquísimo.

[11] Se refiere al río Sorbe.

[12] Dice que el Sorbe se for­ma de la unión de varios arroyos. Uno es el de Campisábalos.

[13] Otro el que pasa por Gal­ve, donde él construyó un castillo.

[14] Otros son los que, como el arroyo de la Zarza, el arroyo de la Hoz y el arroyo de Lillas, nacen en término de Cantalojas, bajando desde las alturas de sie­rra Ayllón.

[15] El Sorbe muere en el He­nares, en el conocido lugar de Peñahora, donde hoy está la er­mita de la patrona de Humanes, así llamada, y una nutridísima colonia residencial que ha ido surgiendo en tan apacible lugar.

[16] Muchas angosturas atra­viesa el río Sorbe en su camino. Aquí debe referirse a lo que hoy se ha aprovechado para el em­balse del Pozo de los Ramos, en término de Almiruete, o quizás a la que existe poco más arriba de Muriel.

[17] Este puente de Valdallo no sé cual sea; quizás se refiere al que había cerca de Muriel, uno antiguo que ya cayó.

[18] El Sorbe baja desde las angosturas hasta Beleña metido en peñas también, y en estreche­ces.

[19] Desde Beleña a Peñaho­ra el Sorbe va ensanchando su valle, y permitiendo la cetrería con desahogo.