Un recuperado monumento para la ciudad. La iglesia de los Remedios renace de su ruina

viernes, 9 abril 1993 0 Por Herrera Casado

 

Para el próximo mes está prevista ya la inauguración de la remodelación de la iglesia de los Remedios. En la fiesta anual que el Colegio de Arquitectos de Guadalajara celebra, con el otorgamiento de sus premios anuales a las mejores actuaciones en el campo de la Arquitectura, uno de los galardones ha sido concedido este año a las dos instituciones que han hecho posible esta realidad tan fabulosa: la Excma. Diputación Provincial de Guadalajara y la Universidad de Alcalá de Henares. Arquitectos de una y otra han sido los artífices modernos que han vuelto a poner en pie, en brillo y en servicio a este edificio, planeado como capilla de un «Colegio de Doncellas» en el siglo XVI por un Mendoza famoso: el obispo de Salamanca don Pedro González de Mendoza.

Los arquitectos de hoy que han sabido llevar a buen puerto esta perfecta remodelación y adecuación a un uso nuevo, han sido hombres de la Diputación y la Universidad, plenos de saber técnico y de buen gusto restaurador. Entre ellos destacan los nombres de Ramón Valentín Gamazo, José Luis Condado Ayuso y Carlos Clemente San Román, a los que ahora se añade el del arquitecto cubano Francisco Bedoya, en tareas de reconstrucción histórica de la evolución secular de las formas de este gran edificio.

En cualquier caso, ellos y muchos otros artistas (aparejadores, restauradores de pinturas, herreros, tallistas, estuquistas, luminotécnicos, carpinteros y un largo etcétera de trabajadores) han hecho posible este renacimiento, que para la ciudad supone un verdadero empujón de la fortuna hacia esa cumbre a que nuestra ciudad se encamina. Y, una vez más, el marchar codo a codo de la Diputación y la Universidad aquí se ha manifestado con toda brillantez. Recogieron el galardón don Manuel Gala, Rector de Alcalá, y don Pedro Fernández, vicepresidente de la Diputación.

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Aunque hablaremos con mayor detenimiento de este templo en próximos artículos, concretamente cuando se inaugure, sí que cabe ahora recordar brevemente su evolución. Fue hacia 1568, a su vuelta del Concilio de Trento, cuando Pedro González de Mendoza, obispo de Salamanca y uno de los principales teólogos del Reino, tuvo la idea de dedicar buena parte de su dinero a construir un «Colegio de Doncellas» en que se recogieran las chicas jóvenes de Guadalajara para recibir una esmerada educación. Para ello adquirió el viejo caserón‑palacio de los marqueses de la Vala Siciliana, parientes suyos, que se habían ido a vivir a Nápoles. Mandó derribarlo y elevar en su puesto un gran edificio renacentista con iglesia aneja.

Fué esta iglesia lo primero que se construyó. Aunque los planos para la misma los aportó el propio obispo (y es muy posible, ó yo al menos así lo sospecho, que los trajera hechos de Italia, al modo y manera que se construía en Trento a mediados del siglo XVI). El maestro de obras Acacio de Orejón, dedicado por entero a los Mendoza, director de las obras de reforma del palacio del Infantado a instancias del quinto duque, fue quien se encargó de los trámites iniciales para construir esta iglesia de los Remedios. Pero el arquitecto definitivo que la dirigió y puso su sello genial y acertado, fue el campiñero Juan de Ballesteros, quien se ayudó de otros artífices en tareas menores. Finalmente, la última parte construida, que es la maravillosa lonja de entrada orientada al norte, con sus tres elegantes y delgadas columnas sujetando los arcos semicirculares, y la portada de líneas sorprendentes manieristas, se debe a Felipe Aguilar, «el Viejo», quien entre 1580 y 1583 afrontó esta obra y concluyó los detalles que dieron fulgor y aire nuevo a este templo, una joya auténtica del Renacimiento que nunca llegó a tener todo el brillo que debiera, pues se utilizó como capilla de ese Colegio de Doncellas que, por problemas económicos, aún tardó mucho en construirse a su lado.

No es hasta mediado el siglo XVII que se termina de hacer el edificio anejo. Y se hizo en materiales pobres (ladrillo, algunos sillares) y sin arte alguno. Además, el hecho de que el obispo Mendoza dejara el patronato de su fundación a los jerónimos de Lupiana, supuso que estos finalmente instituyeron en el lugar un convento de monjas de su Orden, con lo cual el conjunto se cerró casi totalmente al uso de la ciudad. Solamente en el siglo pasado, cuando las jerónimas vendieron el convento al Ministerio de la Guerra, y este destinó el viejo edificio a Hospital Civil Provincial, juntamente con la Diputación obtuvo algunas reparaciones, pero en definitiva el abandono se cebó progresivamente en él. Tras la inauguración en 1932 del nuevo Hospital Provincial «Ortiz de Zárate», el Ayuntamiento decidió derribar el viejo monasterio de los Remedios, y en su lugar se alzó, en los años 60 de nuestro siglo, el moderno edificio de Escuela Normal y hoy Universitaria de Formación del Profesorado. La iglesia, mientras tanto, permanentemente cerrada, tomada en invasión por las palomas, vacía y progresivamente destruida.

En este lugar, en el que las pinturas de José María Larrondo y las vidrieras de Pablos dan nuevo color y luminosidad al conjunto, limpio y airoso en su filigrana renacentista, la Universidad de Alcalá de Henares coloca su Paraninfo y, por lo tanto, su corazón académico en Guadalajara. De aquí nacerá esa nueva presencia que el Estudio Complutense va a protagonizar entre nosotros. No cabe duda que esa puerta renacentista de los Remedios va a ser la puerta por donde un nuevo aire de cultura entrará a nuestra casa común, a esta ciudad que marcha decidida a un futuro mejor.