La Catedral de Sigüenza, espejo del románico
Cuando se trata de estudiar el estilo románico, y muy especialmente su arquitectura, en la provincia de Guadalajara, es imprescindible tomar como referencia la catedral de Sigüenza. Y ello por varias razones. Es la primera, por ser el templo de Santa María de Sigüenza el principal lugar de culto de la diócesis, donde celebran sus ceremonias el Obispo y sus canónigos. Es otra razón, la fecha de construcción de la misma, en la segunda mitad del siglo XII, cuando muchas otras iglesias se están construyendo. Y es la tercera, el prestigio de sus arquitectos, en su mayoría venidos de tierras francesas, especialmente del Languedoc, de Normandía y Borgoña.
Por todo ello, quien quiera tener una visión general y, sobre todo, relacional, de las construcciones románicas en Guadalajara, debe estudiar y tomar como referencia inicial este gran templo que sobre las orillas del Henares fué alzándose a lo largo de los siglos de la Baja Edad Media, con cambios constantes sobre su diseño inicial, pero con una innegable fuerza de influencia sobre el resto de las iglesias rurales de su entorno.
El reciente estudio de Mª Carmen Muñoz Párraga sobre las fábricas románica y gótica de la catedral seguntina, ha posibilitado la datación concreta y definitiva de la construcción de este edificio. Así, sabemos que el primer obispo don Bernardo de Agen no inició ninguna obra, sino que se limitó a concentrar el culto de su naciente diócesis en la antigua iglesia de Santa María junto al río (hoy Santa María de los Huertos). Fue el segundo de los prelados, el también francés don Pedro de Leucate, quien hacia 1150 inició los trabajos. Comenzó por trazar el proyecto y allanar el terreno, señalando el lugar para la edificación, que estaba a media ladera, entre la puebla antigua, civil diríamos, que rodeaba al castillo, y la eclesiástica, de origen romano, junto al río, en sus orillas, en torno a la iglesia de Santa María.
El proyecto primero, elaborado por arquitectos languedocianos, consistía en un templo de tres naves, con marcado crucero, cabecera de cinco ábsides en degradación, y torres de fortaleza en las esquinas de la fachada principal, y en los remates de los brazos del crucero. Seguía los esquemas del románico cluniacense más puro, por entonces de moda en los territorios castellanos y gallegos dominados en gran parte por eclesiásticos de esa región francesa. La misma catedral de Elna, en el sureste rosellonés, de donde procedía don Pedro, tenía esta estructura.
Entre 1150 y 1200 se trazó la planta del templo, se alzaron los ábsides de la cabecera y se pusieron los cimientos de los muros laterales y las torres. A finales del siglo XII estaban consagrados los cinco altares de la cabecera. Esta estructura fué establecida como norma en la arquitectura cisterciense. Es de señalar que en la catedral de Sigüenza, propiamente románico solamente existe lo hecho por el llamado «primer taller» o grupo de maestros constructores, todos franceses como lo fueron los del «segundo taller». El primer taller trabajó entre 1150 y 1170, y fué el autor de la planta, del proyecto inicial y nunca desestimado, así como de los ábsides, crucero, torres esquineras y naves. Los obispos franceses Pedro de Leucate y don Cerebruno, fueron los promotores de estas obras iniciales.
En el esquema adjunto vemos la estructura primitiva del templo catedralicio de Sigüenza, según interpretación de P. Dumot para el libro «El Arte Gótico en España» de Elie Lambert. Puede observarse las tres naves catedralicias, las dos torres de planta cuadrada, auténticamente de fortaleza, que se colocan en las esquinas de la portada occidental, y los cinco ábsides semicirculares que forman la cabecera, con accesos paralelos desde el transepto.
Esta cabecera, como todos saben, fue modificada y definitivamente eliminada en la segunda mitad del siglo XVI, cuando se decidió construir el deambulatorio o girola detrás de la capilla mayor, eliminando para ello las capillas laterales a ésta, y transformando las de las esquinas en los espacios que hoy ofrecen la capilla del doncel (al sur) y la sacristía de los mercedarios (al norte).
En cualquier caso, esta evocación de la parte románica de la catedral de Sigüenza, de la que apenas sólo los datos y el recuerdo quedan, puede servir para centrar el tema del análisis de todo el arte románico en nuestra provincia, al menos en esa amplia zona influenciada durante la Baja Edad Media por la iglesia seguntina: a lo largo de los valles del Henares, Tajuña y Tajo, las iglesias que se construyen entre los siglos XII y XIII, numerosísimas, tienen siempre presente la forma de la catedral, reconocida como el ejemplo máximo a imitar. A la semana que viene trataremos de otro arquetipo en el románico alcarreño: las puertas de ingreso al gran templo de Santa María de Sigüenza.