La Soldadesca de Hinojosa: una lucha de moros y cristianos

viernes, 10 junio 1988 0 Por Herrera Casado

 

Pasado mañana, domingo día 12 de junio, cuando ya el sol caliente sobre los páramos de Molina, porque el 40 de mayo es pasado y uno puede ir más o menos tranquilamente sin el sayo encima, celebrará otra vez la villa de Hinojosa su fiesta mayor, que adquiere caracteres de representación en honor de la Virgen de los Dolores, y que viene a ser la expresión anual de la alegría y la tradición de un pueblo, que no quiere renunciar a sus ancestrales modos de vivir la comunitaria fiesta.

Declarada de Interés Turístico Provincial, y por lo tanto recibiendo la ayuda de la Diputación de Guadalajara, Hinojosa tendrá pasado mañana la cumplida vivencia de la Soldadesca, una celebración de origen antiquísimo, que, reformada primero, y rescatada del olvido después, adquiere ahora una fuerza nueva, una vistosidad única y una gracia incomparable que supondrá, sin duda, la afluencia de numerosos visitantes al enclave molinés.

No está lejos Hinojosa, si se toma con ilusión el camino. Se llega hasta Alcolea del Pinar, por la general de Zaragoza. Desde allí, pasado Aguilar, Maranchón y Mazarete, al llegar a Canales del Ducado, se sube siguiendo el trazado del valle del río Mesa hasta Labros, y de allí, unos pocos kilómetros a la derecha, se encuentra Hinojosa, que en este día bulle por sus cuatro costados. Las casonas nobiliarias de los Malo, de los Moreno, de los Ramírez y tantas otras, brotan con su severidad de balconadas y portones ante el asombro de todos. En la plaza se formará la procesión que sube hasta la iglesia, donde se hace el oficio religioso de la Santa Misa.

La «Soldadesca» de Hinojosa consiste en una escenificación de la leyenda de un milagro. Los cristianos, a caballo y revestidos de sus mejores galas, llevan en procesión a la Virgen de los Dolores. De pronto, surgen de un ángulo de la plaza una caterva de moros que les atacan y les roban la imagen de la Virgen. Los cristianos les persiguen y finalmente entablan batalla campal con ellos. Es feroz, con espadas y lanzas, a muerte. Finalmente, porque así lo quiere la tradición, y cuando está la situación muy comprometida, un milagro evidente paraliza a los moros, quienes se ven desposeídos de su fuerza: los cristianos vencen, recuperan su imagen virginal, y todos reconocen un milagro del Cielo, por lo que también los árabes, sorprendidos, se declaran partidarios de la virgen, se convierten y aquello acaba en amistosa concurrencia de razas y vestimentas.

La representación de la «Soldadesca» de Hinojosa se realiza con participantes revestidos de lujosos trajes de época, cabalgando en caballos y con un verismo en la representación muy notable. Sus papeles son recitados en lo que constituye todo un «auto sacramental» del mejor estilo, con letra del siglo XVIII, aunque el esquema de la representación es probablemente más antiguo, dentro de una tradición de «luchas de moros y cristianos» que tuvo y cada día tiene más auge en la parte oriental de la península, especialmente en las sierras ibéricas y mediterráneas. También la ciudad de Molina de Aragón sabemos que tuvo unas muy espectaculares «luchas de moros y cristianos», en las que incluso se llegaron a levantar castillos en la plaza mayor, que defendidos por los moros eran conquistados por los cristianos, y viceversa.

Este tipo de fiestas tiene su origen inmediato en la rememoración de algo que supuso lugar común de muchos pueblos y gentes de Castilla y Aragón durante largos siglos: las luchas de la Reconquista entre cristianos y moros, los dos pueblos (que en realidad eran uno solo) que poblaron la Península Ibérica a lo largo de ocho siglos. Se continuaron celebrando simulacros que trataban de recordar a las generaciones que no las habían conocido, las peleas entre unos y otros, siempre tiñéndolas de maravilla que terminaba en milagro y, por supuesto, en victoria de los cristianos, de los intérpretes.

Pero la médula de la fiesta radica en algo más hondo. Está en la perenne lucha del Bien y el Mal, de las dos fuerzas que rigen el mundo y la vida humana, y que vienen en su esencia de mucho más antiguo. No podemos decir de cuándo, ni en qué manera tenía forma esa representación. Sí sabemos, porque aún en la fiesta de La Loa de la Hoz de Molina se celebra, que había danzas guerreras con espadas y escudos, lo cual puede significar un tipo de danza o fiesta de tipo propiciatorio, antes de la batalla, para conseguir desde un punto de vista mágico la fuerza necesaria con que vencer al enemigo. En Hinojosa existieron esas danzas también, y la «Soldadesca» actual adquiere ese valor de rito propiciatorio, de auto sacramental, de vistosa representación casi teatral que en este próximo domingo servirá, de una parte, para que todos los hijos del pueblo se junten y pasen el día de la fiesta en la alegría que corresponde. Y, por otra, para que la provincia entera tenga la oportunidad de contemplar esta fiesta que, gracias a la ayuda hacia el folclore y las tradiciones que presta la Excma. Diputación Provincial, ha vuelto a recuperarse, y a estar en la palestra del costumbrismo vivo y latiente.