La botarga de Peñalver

viernes, 1 febrero 1985 0 Por Herrera Casado

 

Hoy son actualidad las botargas. Hoy se preparan a sonar los cencerros de sus cinturas y a animar el aire gélido de los pueblos sus caretas multicolores, sus incesantes piruetas. Hoy es también doble actualidad una botarga alcarreña, la de Peñalver, porque el próximo domingo, día de San Blas, 3 de febrero, hará nueva salida en la villa, después de muchos años sin hacerlo. Ello viene a ser un motivo de alegría para cuantos seguimos de cerca este renacer cultural y costumbrista en los pueblos: resulta este hecho del deseo de recuperar las tradiciones antiguas y ponerlas nuevamente en la cotidianeidad de estos años finales del siglo XX. En definitiva, es el deseo de recobrar raíces y afianzarse en lo peculiar y autóctono, único modo de salvarse en este homogéneo y alienante mundo de hoy.

El domingo, pues, saldrá la bo­targa en Peñalver. Y lo hará acompañada de cierto boato y acompañamiento de poetas. Lo más importante es que su figura blanca su multicolor careta, y los sustos de los niños, rodarán por las calles, ahora pavimenta­ das y repletas de coches, de la villa alcarreña. También, saldrá, como lo viene haciendo desde tiempo inmemorial, la botarga estos días en otros lugares: Ar­bancón, Aleas, Beleña y Retien­das verán la alegría y el misterio de su ancestral costumbre repicar entre las callejas estrechas Y agrias de sus respectivos pueblos. El frío, como siempre, será compañero fiel, y los chiquillos, entre asustados y emocionados, serán los protagonistas de tanta maravilla.

La botarga es una costumbre que prácticamente sólo se conserva en tierras de Guadalajara. Posiblemente en siglos anteriores existiera en otras comarcas de Castilla. Actualmente aparece, entre los últimos días de enero y los primeros de febrero, en las festividades del Niño Perdido, en San Sebastián, en la Virgen de la Paz, en la Candelaria, San Blas y Santa Águeda, por pueblos varios de nuestra serranía y campiña: Valdenuño Fernández, Montarrón, Robledillo de Mohernando, Arbancón, Aleas, Beleña, Retiendas, Albalate de Zorita, y ahora en Peñalver. Su origen, por supuesto, y como se suele decir habitualmente; se pierde en la noche de los tiempos. Porque es de tradición antiquísima y casi seguro que pagana, anterior al cristianismo, que luego la asumió y la dio un significado y utilización ritual.

Entra en el contexto de las celebraciones carnavalescas, esto es, en un rito de tipo propiciatorio, en el que figuras cambiantes, extrañas, realizan ceremonias simbólicas para ayudar y propiciar de forma mágica el nacimiento ala vida de la naturaleza invernal muerta, y el crecimiento dé las cosechas y aun la fertilidad de las criaturas. De los ritos abundantes y complejos que sin duda en las sociedades primitivas tendrían lugar, sólo esta botarga y algunas «danzas» de sables, paloteos y cintas han quedado en nuestros días.

Sobre la interesante costumbre de la botarga de Peñalver escribió un curioso artículo Doroteo Sánchez Mínguez, en el número 2 de abril de 1984.de la «Revista Peñamelera». El señor Sánchez Mínguez, que tantas cosas sabe y tan bien quiere a su pueblo natal, explica, prolija y sencillamente en lo que consistía la fiesta. Vista, además, con los ojos del niño que él era cuando todavía se celebraba. Y desde esa, perspectiva queremos aquí rememorarla y exponer en lo que ha de consistir esta nueva «botarga» de Peñalver que pasado mañana, domingo, hará su nueva «presentación» en la sociedad del folklore provincial.

Desde por la mañana anda corriendo las calles y casas una figura extraña y muy especial. Es un hombre vestido totalmente, de blanco, con la cabeza cubierta de un paño o toalla, también blanco, y con la cara cubierta por una máscara de vivos y variados, colores. En las manos lleva, una gran cachiporra, con la que amenaza, y a veces pega, a los transeúntes, que le provocan y a ratos le insultan. Salía desde una casa en lo alto del pueblo, acompañado de seis miembros llevaban sendas cestas, de la Cofradía de San Blas, en las que los lugareños y devotos depositan uvas y dinero. La botarga, corre por todas partes, asusta a los chicos que, tímidamente, desde dentro de las casas, le chillan. «Botarga la larga que a mí no me alcanzas», y va dando cachiporrazos a todos los que se le ponen por delante.

A mediodía se celebra la santa misa, a la cual acude también el personaje, y ya a la terminación del oficio, se coloca en la puerta de la iglesia (hermosa puerta renacentista de la parroquia de Peñalver, joya del arte alcarreño) y sobre los hombros una ancha capa castellana, sin careta, hecha ya un hombre “de verdad” repartía a los vecinos y visitantes las uvas recogidas, por la mañana, y bendecidas previamente por el sacerdote. Dicen allí en Peñalver que estas uvas libran de los males de garganta a quien las coma. Todo depende del frío que haga y las veces que cada cual abra la boca…

Merecerá, por tanto, acercarse a Peñalver esté fin de semana, concretamente el domingo día 3, día de San Blas, para presenciar una nueva costumbre alcarreña renacida, recuperada del baúl de los recuerdos. Sólo por este motivo, por ser interesante y por haber vuelto a la palestra de lo típico nuestro, gracias al entusiasmo de las gentes de Peñalver, recordamos su figura y su sonido. Y recomendamos que presenciar cosas como ésta reconfortan de tanta monotonía y tanta insulsez como la vida en la ciudad nos proporciona cada día.