Alfonso X El Sabio y Guadalajara
Se celebra este año el centenario del rey Alfonso X el Sabio, quien nacido en Toledo en 1221, murió en Sevilla en 1284. Se trata, indudablemente, de una de las figuras señeras de nuestra historia, destacado especialmente en el impulso que, de un modo personal y general, dio a la cultura hispana durante su reinado. Aparte de los hechos de armas, que repercutieron en el avance de la Reconquista y de los avatares políticos, reflejados especialmente en un avance hacia la idea de unidad y centralización administrativa, el período de reinado de Alfonso X, comprendido entre 1252 y 1284 se caracteriza por un aumento de la actividad cultural, transformándose la Corte castellana en un núcleo vivo de trabajo e investigación, abierto al mundo occidental, en contacto con las otras cortes europeas, manteniendo artistas, investigadores y poetas de otros países, de otras razas y religiones. La «Escuela de Traductores de Toledo» será ese faro luminoso de cultura que expresa bien el significado de este monarca. Y su propia obra, admirable, como historiador, científico, poeta y músico, le pone a una altura que muy difícilmente alcanzó ningún otro monarca medieval castellano.
Guadalajara tuvo una presencia destacada en la vida del rey Alfonso. Como tierra de paso y cruce de civilizaciones que es la nuestra, mereció una atención destacada del monarca. Además, y siguiendo la tradición política desde el momento de su reconquista en 1085 por Alfonso VI, Guadalajara era por entonces ciudad comunera y sólo reconocía el señorío directo del rey. Así, Alfonso X siempre trató de ayudarla y mejorar sus condiciones de vida, estimulando su comercio, creando vehículos para que este comercio fuera adelante y rebajando los impuestos de sus habitantes, de tal forma que al ser una ciudad «barata» se poblara más rápida y cumplidamente.
En cierta ocasión, concretamente el año 1274, Alfonso X entregó el señorío de Guadalajara a su hija la infanta doña Berenguela. Lo hacía por medio de una carta extendida el 4 de junio de dicho año. Esta señora lo era también de Pastrana, Hita y Ayllón. Vivió durante gran parte de su vida entre las murallas arriacenses, y aquí fundo un convento, muy dotado por ella, del que aún queda la iglesia conventual como testigo elocuente de aquella época, en estilo gótico‑mudéjar de gran belleza: me estoy refiriendo a la iglesia de Santiago, construida a fines del siglo XIII para templo del convento de Santa Clara. La ciudad protestó entonces enérgicamente por haber sido entregada en señorío a persona distinta del monarca castellano, y éste, reconociendo su error, extendió un privilegio rodado, fechado en Burgos, el 27 de mayo de 1277, prometiendo no apartar en adelante a la villa del señorío directo y personal del rey de Castilla. Dice así Alfonso X: «Otorgámosles que nunca les demos otro sennor sino nos, o los otros Reyes que regnaran despues de nos en Castiella e en Leon.»
Una de las manifestaciones más claras de la ayuda que el «rey Sabio» prestó a Guadalajara, es la concesión de sus dos ferias anuales, de las que carecía hasta ese momento. En la política general del rey, entraba esta medida de conceder ferias con importantes beneficios fiscales a quienes participaran en ellas, para estimular el comercio, el tránsito de mercancías, la comunicación entre las gentes del Reino y, en definitiva, hacer elevarse el nivel de vida de los castellanos. Guadalajara obtuvo de Alfonso la concesión de dos ferias anuales, amplias y con exención del pago de impuestos para quienes en ellas participasen; la primera sería en primavera, duraría once días y se realizaría alrededor del domingo de la Quincuagésima. La segunda, que fue luego, andando los siglos, la más tradicional y aún mantenida, sería en el otoño, alrededor de San Lucas siete días antes y siete después de su festividad. La creación de estas ferias la hizo Alfonso X en 1260, y la basa en esta razón: «Porque avemos de fazer bien e merced, a todos los vesinos e moradores de la villa de Guadalhaiara por muchos servicios que hizieron a nos e a nuestro linaje.» A los que acudían a dichas ferias, tanto a comprar como a vender, les protege con mercadurias mediante este privilegio, castigando a quienes les hicieran daño o perjuicio de un modo u otro, e incluso les exime del pago del impuesto de portazgo en todo el Reino, a excepción de las ciudades de Toledo, Sevilla y Murcia, sus grandes protegidas. Esta concesión de ferias hizo aumentar decididamente la población y el comercio de Guadalajara, y bien podríamos considerar que el desarrollo medieval de nuestra ciudad está basado en esta ayuda del rey Alfonso X el Sabio.
Finalmente, y como exposición detallada y documental, paso previo para otros posibles estudios Y consideraciones, quiero hacer relación de los privilegios y concesiones que el rey Alfonso X concedió a Guadalajara interviniendo así de una forma directa en la vida de la ciudad y, en todo caso, mejorándola y haciéndola más grande y respetada. Valgan, pues, estas líneas finales como paso inicial en este «año alfonsino», en el que Guadalajara debería conmemorar tan señalado centenario, demostrando cómo, una vez más, la importancia de nuestra ciudad se generó en el corazón de la tierra castellana.
Documentos alfonsíes para Guadalajara
1253 (16 enero, Sevilla): Concesión de una feria de quince días de duración para que se celebre en Guadalajara durante la primavera, a contar desde la Pascua.
1260 (4 julio, Córdoba): Concesión de dos ferias, una más corta en la primavera; otra más larga, de quince días, en el otoño, para San Lucas (pergamino conservado en el Archivo Municipal de Guadalajara).
1262 (18 Julio, Segovia): Concesión para que los vecinos de Guadalajara anden seguros con sus ganados, paños, ropas y cualesquiera mercancías, por todos los caminos del reino castellano (albalá conservado en el Archivo Municipal de Guadalajara).
1262 (25 agosto, Sevilla): Con cesión del «Fuero Real» a Guadalajara para que sirva de código jurídico en adelante. Concesión también de exención de impuestos a los caballeros arriacenses, siempre que cumplan determinadas condiciones que los acrediten como «caballeros villanos, prestos a acudir en defensa del rey siempre que lo necesite. Exención de impuestos a todos los habitantes de la ciudad el año en que tengan que acudir «en hueste» a batalla al llamado del rey (privilegio rodado conservado en el Archivo Municipal de Guadalajara).
1264 (27 abril): Decreto ordenador sobre el pago de diezmos por los de Guadalajara.
1271 (3 enero, Guadalajara): Sentencia arbitral sobre un pleito que mantuvo la ciudad de Guadalajara con el lugar Albatajar, de su tierra.
1273 (13 septiembre, Brihuega): Concesión de una exención en el pago de ciertos impuestos a los caballeros, escuderos y dueñas de la ciudad.
1277 (27 mayo, Burgos): Privilegio para que la ciudad de Guadalajara nunca pueda ser apartada del señorío directo del rey (pergamino con sello de plomo conservado en el Archivo Municipal de Guadalajara).
1278 (14 febrero, Burgos): Concesión, en cuanto a libertades y franquezas, de privilegios a los miembros del Cabildo de Clérigos de Guadalajara, de modo que los equipara a los caballeros de la ciudad ordenándoles una serie de requisitos piadosos en memoria de la familia real (conservado en el Archivo Municipal de Guadalajara)