Historiadores en Pastrana. Al encuentro del tiempo ido

sábado, 23 abril 1983 2 Por Herrera Casado

 

Durante este fin de semana, desde ayer, viernes, 22, al domingo, 24, están reunidos en la villa de Pastra­na varias decenas de investigadores y estudiosos de la historia de Guadalajara Se trata del primer En­cuentro de Historiadores de nuestra tierra, a cuya llamada han acudido numerosos estudiosos del tema.

Este primer paso, organizado por la Excma. Diputación Provincial, a través de su Institución Provincial de Cultura «Marqués de Santillana», y por el ayuntamiento pastranero, va a suponer el encuentro físico, amistoso y relacional de cuantos reali­zan, en ciudades y regiones disper­sas, estudios relacionados con la historia guadalajareña. Pero ha de su­poner, posiblemente, un primer pa­so en la consecución de un respeto por parte de autoridades y sociedad hacia su tarea.

Cuando en estos días, los historiadores de Guadalajara expongan sus trabajos, sus dificultades, sus logros y sus aspiraciones no estarán ha­ciendo otra cosa que lanzándose en busca del tiempo ido La historia, como lección para el presente, es hoy más que nunca admitida. Por­que las necesidades de una pobla­ción son más reales y similares en lo nimio, en lo cotidiano, que en las líneas maestras de un estado, cam­biante en su misma estructura a lo largo del tiempo. Es precisamente el estudio de la «intrahistoria», de los detalles sencillos de la economía, de las diversiones, de las necesidades y móviles de vida, a niveles incluso locales, pueblo por pueblo, lo que puede ir dando nuevas claves para la interpretación de una historia que está aún por componer. Y que ten­drá, sin duda, mayor relación con nuestra vida actual de lo que hasta ahora ha tenido la historia al uso, en la que sólo grandes batallas y ex­celsas figuras, ajenas a nuestra vida, presentaba.

De ese tiempo ido que los histo­riadores de Guadalajara quieren ahora ponerse a recuperar, pudieran ser muestra las dos imágenes que acom­pañan a estas líneas. Son imágenes de monumentos e instituciones des­aparecidos de nuestra geografía. Una, la portada renacentista del que fuera riquísimo monasterio francis­cano de La Salceda, entre Peñalver y Tendilla. Otra, una vista general del edificio principal de los Baños de La Isabela, ya hundidos bajo el agua del embalse de Buendía. De uno y otro monumento muy poco sabemos hoy en día, pues los historia­dores del tiempo en que estas piezas de nuestro pasado desaparecieron no se ocuparon adecuadamente de estudiarlas en profundidad.

Si uno se para a examinar la can­tidad de monumentos y de archivos que en la provincia de Guadalajara se han perdido para siempre, y han quedado sin estudiar y sin decir su palabra a las generaciones futuras, queda aterrado. Por poner ejemplos en la ciudad, los techos mudéjares del Palacio del Infantado, el del Sa­lón de linajes concretamente, se perdieron totalmente sin que ningún historiador revelara, o cuando me­nos apuntara, los detalles curiosísi­mos de su rica iconografía. La gue­rra civil arrasó archivos tan ricos v valiosos como el del cabildo ecle­siástico de Guadalajara, donde esta­ba viva la historia de la ciudad en gran parte, sin que al cronista Lay­na Serrano le diera tiempo más que para percatarse de ello y lamentar la enorme pérdida que se producía.

Hoy sería imperdonable que se perdiera no ya monumentos de la categoría del Salón de linajes en el Palacio del Infantado, o archivos como el del cabildo eclesiástico de Guadalajara. Hoy no nos podemos permitir el lujo de que Se pierda un simple detalle monumental o un pergamino cualquiera de cualquier remoto pueblo de nuestra tierra. Y, sin embargo, y esta denuncia corres­ponde a los historiadores guadalaja­reños hacerla, estos hechos se siguen produciendo. Escasas fechas tan só­lo median desde que en Cogolludo una máquina excavadora ha derriba­do la bellísima portada renacentista del ex‑convento de San Francisco de la villa. Y en más de un pueblo, en más de una parroquia o ayuntamien­to, y tenemos nombres concretos, los archivos siguen situados bajo las goteras, esperando la destrucción total, con el permiso o la impasibili­dad total de sus responsables.

Es, cuando menos, muy afortunado el hecho de ver cómo en Guadalajara se puede celebrar un Encuen­tro de Historiadores al que acuden varias decenas de personas interesadas. Hace no demasiados años, esta reunión no se hubiera podido reali­zar. Porque no hubieran podido acu­dir, con razón estricta, más de tres o cuatro personas. Esto significa que la tarea de historiar nuestro pasado, de estudiar nuestro patrimonio artístico y analizar nuestro folclore, no está en las manos y la responsabili­dad de unos pocos, sino que es una tarea con amplio respaldo y con los entusiasmos volcados de un buen número de personas, cada vez mejor preparadas, pero también siempre con la misma escasa dotación y ayu­da.

Esta fuerza que hoy pueden hacer un mayor número de voces ha de conseguir llevar adelante las conclu­siones que este primer Encuentro ha de adoptar. Quizás una de ellas sea la inmediata racionalización en la custodia y uso de todos los archivos públicos y privados de nuestra tie­rra. Desde los archivos catedralicios a los municipales, pasando por los de las parroquias y aun los particu­lares, son fragmentos de la historia patria y por lo tanto han de ser con­siderados de utilidad pública. Y esta idea no es nueva; la hemos expuesto antes muchas veces. La Ley, sin em­bargo, ni se cumple, ni se cumplirá. El buen uso de los archivos sólo puede venir de la auténtica mentaliza­ción de todos sus responsables y propietarios, respecto a la gran im­portancia social que tienen.

Existen muchas otras posibilida­des de actuación de los historiadores entre nosotros, que seguramente en esta reunión de Pastrana tomarán carta de andadura. Así, la intensificación de publicaciones por parte de los poderes públicos, respecto a los mil y un detalles de nuestro pasa­do. Hasta ahora, prácticamente en solitario ha estado trabajando la ex­celentísima Diputación Provincial en la publicación de libros y ayudas a los investigadores de historia provincial. Esas ayudas, esos libros, han de surgir de los ayuntamientos. Y. por otra parte, las fuentes de la his­toria provincial también es muy necesario que salgan a la luz y puedan ser utilizadas por todos.

En definitiva, un paso muy impor­tante en el aspecto cultural de Gua­dalajara el que en estos días se ha dado, de mano de la Excma. Dipu­tación Provincial y el Ayuntamiento de Pastrana, de cara a recobrar ese interesante y valioso «tiempo ido» que cada vez es más necesario reencontrar.