Una visita a la muralla de Atienza
La villa de Atienza estuvo circuida de fuerte muralla desde los momentos primeros en que los reyes de Castilla se hicieron dueños de ella, comprendiendo el gran valor estratégico del enclave. Del extremo norte del castillo propiamente dicho, surge la muralla que cerraba a la más antigua y reducida población. Aún Se ve casi entera la ciclópea cintura de piedra y argamasa que rodea la meseta en que está la iglesia de Santa María del Rey, y que venía a encerrar dentro de sí este antiguo y muy populoso barrio, el mejor de la villa hasta el siglo XV en que fue destruido.
Por su extremo sur tenía una puerta llamada «Arco de la Villa o Arco de Armas», ya inexistente. Sigue la muralla contorneando el barrio de la Trinidad, cerca de donde se ven los restos de la Puerta o «Arco de la Guerra» en uno de cuyos torreones se ha construido hoy una casa. Llegaba la muralla hasta la actual iglesia de San Juan, contorneándola y abriéndose en el más bello y mejor conservado de los portones: «el arco de San Juan» o «Puerta de Arrebatacapas», que presenta un ingreso cubierto de arco apuntado; con adosadas columnas y capiteles románicos de decoración foliácea. La muralla seguía ascendiendo el cerro, abriéndose aún en el «Arco de la Nevera», completamente desaparecido, y uniéndose de nuevo al castillo en el extremo norte de su alargado peñasco. En época posterior, pero todavía en la Edad Media, se abrieron dos «portillos»: «el de la Virgen» y el de «la Escuela Vieja»: para acceder al barrio de San Juan y a la Plaza, más cómodamente, desde San Gil.
El segundo cinturón de murallas, más moderno y amplio, fue construido por Alfonso VIII y tenía por objeto abrigar de murallas y buenas defensas a todo el resto de la población, que con tanta rapidez había crecido durante el siglo XII. De esta muralla periférica quedan también importantes restos y largos trechos de su fuerte muro. También pueden verse torreones esquineros y algunas puertas: frente al Hospital de Santa Ana, y ocupados sus torreones por edificios posteriores, la «puerta de Antequera»; tras de la iglesia de San Bartolomé, aún se ve entera la «puerta de Salida», o «Salada», por tener allí junto una fuente salobre. Esta muralla externa rodeaba diversos barrios, entre ellos el de la Judería, enclavado en un altozano al levante de la villa, hoy visible a la derecha de la carretera que contornea el pueblo.
Los importantes restos de las murallas de Atienza merecen ser estudiados y conservados más seriamente que hasta ahora, pues se trata de un conjunto muy amplio y muy demostrativo del urbanismo del siglo XII castellano, presentando dos cercos completos, amurallados, con numerosos cubos y torreones, varias puertas y mutuas relaciones. Pueden suponer este conjunto un buen motivo de excursión y de visita turística para cualquiera de estas jornadas de descanso veraniego.