Antonio Pareja Serrada
Un alcarreño ilustre por muchos conceptos, pero fundamentalmente por el amor a su tierra, que le llevó a estudiarla con ahínco, e incluso a publicar el fruto de muchas de sus investigaciones, ha sido don Antonio Pareja Serrada, segundo en la serie de los cronistas provinciales de Guadalajara. Fue su vida un denso llamear de colaboraciones periodísticas, de presentarse de continuo ante la opinión pública con el fruto de sus estudios y sus opiniones.
Nació Pareja en la villa de Brihuega, corazón verdeante de la comarca alcarreña, a mediados del siglo XIX. Cursó estudios universitarios en Madrid, y en la capital de la nación residió Siempre, aunque a su villa natal se acercaba siempre que podía, y por supuesto, los veranos los pasaba enteros en ella. Dedicado por una parte a la enseñanza,-era profesor de Historia y Sociología en varios centros madrileños-gran parte de su actividad la rindió en el batallar periodístico, siendo colaborador asiduo de numerosísimos periódicos de la capital, dirigiendo otros, y aún fundando algunos, como «El Briocense» que aparecía cada quince días en la villa alcarreña, cuajado de los artículos y apreciaciones de hondo sentido alcarreñista de Antonio Pareja. En Madrid fue redactor‑jefe de «El Debate», en 1880, y anteriormente, había pasado, en sus primeros pasos tipográficos, por «Los Sucesos» (1865) y «La Soberanía Nacional» (1867‑70). Otros muchos periódicos, desde «El Guerrillero agrícola» a «El Boletín de Faros» vieron cuajada la inquieta pluma de Pareja en temas diversos, amenos, enjundiosos y valientes. Era hombre que andaba siempre con la verdad por delante, y eso le costó no pocos disgustos, que él contabilizaba entre sus triunfos más queridos.
La intensísima labor literaria,-en gran parte dedicada a su tierra alcarreña-que había realizado anteriormente, hizo que la Diputación Provincial de Guadalajara, a la muerte de don Juan‑Catalina García, le nombrara en 1911 cronista provincial, cargo que ostentó hasta su muerte en 1925, y que le animó a dedicarse, ya en esos años últimos de su trabajadora existencia, a investigar y escribir solamente en derredor de su provincia. No son abundantes sus libros en torno a Guadalajara, pero lo que hizo Pareja Serrada en su puesto de cronista provincial supone una aportación muy útil para el progresivo conocimiento de Guadalajara: fueron piedras, materiales, vigas maestras en la construcción de este edificio que aún hoy seguimos levantando, y que quisiéramos magno y útil: el conocimiento, aprecio y defensa de nuestra tierra.
En 1911 publicó Pareja su librito en octavo «La razón de un centenario», que vino a ser la publicación oficial del 200 aniversario de la memorable batalla de Villaviciosa, en la que el Borbón Felipe V asentó su trono frente a las aspiraciones del archiduque Carlos. Describe el autor, con gran pormenor, los orígenes y desarrollo de la batalla, que así es muestra de gran interés no sólo en lo referente a la historia local alcarreña, sino pieza clave en el desarrollo del arte militar. Se completa el libro con los discursos de la ocasión, fotografías de medallas, monumentos y documentos de la efemérides.
Enseguida Se pone don Antonio Pareja con lo que fue su gran proyecto ilusionado: hacer una amplia guía de la provincia, con descripción detallada en sus más variados aspectos, de todos y cada uno de sus pueblos. Pero la empresa, a cargo de la Diputación, se emprendería de forma que se editara un libro por cada partido judicial. Y así en 1915 apareció el primer volumen, «Guadalajara y su partido», escueto pero enjundioso, en el que se exponía la historia y el arte de la ciudad, con sabrosísimas notas de la actualidad de aquellos días y luego una relación de pueblos, con capítulos excesivamente escuetos a cada uno de ellos dedicado. En 1916 aparecía el segundo libro de esta serie, «Brihuega y su partido», mucho más voluminoso y trabajado, quizás por ser la tierra natal y queridísima del autor. Con detalladas descripciones de la villa cabeza del partido, con análisis minucioso de su historia, sus industrias, sus tradiciones y anécdotas, seguido de relación completa de los pueblos y aldeas de su demarcación, poniendo en algunos, copia de documentos importantes relativos a su historia. Así, destacamos por su amplitud el capítulo dedicado a Villaviciosa de Tajuña, a Budia, Hita, Trijueque, y otros varios.
Inexplicablemente cortada esta serie de monografías que prometía un fruto copioso, Pareja puso su atención en otro tema no menos interesante, tendente a promover el conocimiento histórico de Guadalajara, y ello fue la recopilación de documentos dispersos en archivos o publicaciones, relativos a temas capitales de nuestro devenir. Surgió así el tomo primero de la «Diplomática arriacense» que, a pesar de su título, lleva documentos no solamente de la ciudad de Guadalajara, sino de toda la provincia, muy especialmente de Sigüenza y Molina. Con breves explicaciones de cada pergamino, y con la traducción de todos los que se redactaron en latín o en castellano muy primitivo, no llega a conducir un hilo de homogénea investigación, sino que se limita a un acopio indiscriminado de materiales, pero con la esperanza y el humilde empeño de que sean otros investigadores los que con su tarea vean allanado el camino. En ese primer tomo puso Pareja los documentos provinciales fechados en los siglos XI y XIII. Enseguida reunió documentación de posteriores centurias, y se dispuso a publicar el segundo tomo de su «Diplomática Arriacense», que hubiera salido con la fecha de 1925 en su portada, de no haber muerto el autor en ese año, cuando se encontraba ya corrigiendo las pruebas de ese libro, que por lo tanto quedó inédito.
Una vida sencilla la de Antonio Pareja Serrada, dedicada al trabajo y a laborar por su provincia. Un nombre que los alcarreños debemos pronunciar con admiración y cariño, pues a ello se hizo acreedor con su probada hombría de bien, y con su honesto y fructífero trabajo.