Hace un par de semanas deambulamos por la cabecera de la catedral seguntina. Y terminamos nuestro recorrido ante la capilla de San Juan y Santa Catalina, donde lo hoy lo reanudamos. Se trata de un recinto fue primeramente uno de los ábsides catedralicios, luego dedicada a Santo Tomás de Canterbury, más tarde panteón episcopal, también de la familia La Cerda, y finalmente, desde finales del siglo XV, propiedad de la noble familia seguntina de los Arce, que la dedicaron a enterramiento de los suyos. La portada de esta capilla es un precioso retablo hecho d epiedra y de hierro, en el que se combinan las formas geométricas, los inventos vegetales y las escenas palpitantes de la Historia Sagrada. Su estilo puede ser clasificado como plateresco, por la profusión de detalles mínimos sobre la piedra tallados. Sus autores, Francisco de Baeza, Sebastián de Almonacid, Juan de Talavera y Peti Juan, siendo Juan Francés el autor de la magnífica reja. En el frontón de la portada, luce un sensacional grupo de la Epifanía, y los escudos de la familia patrocinadora se distribuyen por aquí y por allá. En el interior, que primero es pasillo y luego sala ancha, surgen adosados a los muros o en el centro de la capilla los enterramientos de los primeros individuos de la saga Vázquez, concretamente los de los padres del Doncel, don Fernando de Arce y doña Catalina de Sosa. Está situado este solemne enterramiento, paradigma de la escultura funeraria castellana, en el centro del recinto, a modo de gran lecho pétreo sostenido por leones, sobre el que aparecen los cuerpos tendidos, tallados, de estos personajes, en estilo ya renaciente. También es espléndido el enterramiento, adosado al mismo muro que el Doncel, de su hermano don Fernando de Arce, obispo de Canarias, obra de profusa decoración plateresca, con basamento embellecido de grutescos y blasones del prelado, sobre el que un gran nicho rematado de arco triunfal contiene la estatua yacente, revestida de decoración renacentista. En el fondo de ese nicho aparece un buen relieve representando la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, y en los laterales, pequeñas hornacinas aveneradas con representación de las virtudes. En esa capilla se encuentran otros enterramientos ‑en forma de laudas o imágenes yacentes‑, de la misma familia y al fondo una pequeña sacristía en la que destaca un retablo atribuido al pintor Antonio de Andrade, que al mediar el siglo […]