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Lecturas de Patrimonio: los viejos monasterios y sus anécdotas

La importancia que cobran los monasterios, especialmente en los tiempos medievales y modernos, se debe a la promoción de los supuestos milagros que se obran entre sus muros y a las peregrinaciones multitudinarias que desde remotas latitudes se encaminan hacia ellos. Veremos aquí algunos de esos milagros y las más famosas de sus peregrinaciones. Milagros en los monasterios El milagro aparece en una sociedad en que no hay razón científica para explicar los males y los bienes que acuden sobre el interés personal de cada individuo. La razón de la enfermedad era el castigo divino, como sentencia respecto a malas acciones. Y la curación solo se obtenía por el milagro, también por decisión divina. Cuestiones son estas propias de la sociedad teocéntrica. Algunas cuestiones, la mayoría coincidentes con antiguas creencias y ritos sanatorios de origen pagano, hicieron que ciertos monasterios medievales de Guadalajara se convirtieran en auténticos centros taumatúrgicos, a los que en tiempos pretéritos acudían miles de enfermos, necesitados y peregrinos en busca de soluciones a sus problemas. De algunos de estos lugares, y de los milagros que se operaban en ellos, se conservan relaciones pormenorizadas y curiosísimas. De otros, solo la tradición, o dispersas notas que nos permiten sospechar que también fueron centros milagrosos. Veamos algunos. Monsalud. Fue sin duda el lugar taumatúrgico más importante de la Alcarria, durante largos siglos. Decía el padre Cartes que aquí señaladamente hace Nuestra Señora muchos milagros en los hombres y mugeres que están poseydos de los demonios, los quales en entrando en el término deste Santo Monesterio, suelen hazer grandes extremos como quien no puede sufrir verse en tierra de la Madre de Dios. Varios mecanismos ó rituales conllevaban la sanación milagrosa en Monsalud: el voto previo de peregrinación, y la estancia allí durante nueve días; la advocación Señora de Monsalud, valedme; y el más usado que era la salutación previa del padre sacristán, la unción del enfermo con el aceite de las lámparas del templo, y la ingestión del pan bendito. Era fama que la Virgen de Monsalud se mostraba poderosísima contra la rabia, melancolías de corazón y mal de ojo, haciendo sus efectos sobre los seres humanos y los más variados animales. Sopetrán. En la Fuente Santa, una ermita junto al monasterio, que hoy se conserva íntegra con un gran ventanal gótico, tenía lugar la sanación de los quebrados (hernias abdominales) especialmente infantiles. La inmersión brusca del enfermo en […]

Lecturas de Patrimonio: Monasterios de Guadalajara (I)

Tiene Guadalajara muchos caminos, y muchos lectores están deseando conocerlos: llenarlos de imágenes y emociones. Todos los caminos muestran algún retazo de nuestro viejo patrimonio, Y muchos de esos caminos llegan hasta las ruinas, completas o exangües, de los viejos monasterios que cuajaron esta tierra. Vamos a recorrer esos caminos. Si nos acercamos (por decir alguno) al monasterio de Monsalud en Córcoles, -entre Sacedón y Alcócer, por la carretera de Cuenca, y nos quedamos allí cuando el silencio del paisaje se haga total, nos parecerá ver, entre las sombras del amanecer, o aún en la noche, seres que caminan en fila y en silencio por los pasillos, los claustros, las naves de los templos que rezuman humedad, o están sentados en vetustos sitiales de madera, a la luz pálida de los velones, y allí entonan monótonos los sones de maitines, las oraciones primeras de un día que así, cada tres horas, volverá a unirlos en la alabanza a Dios, al Señor que todo lo gobierna y de ellos se deja cantar, complacido de oír, día tras día, siglo tras siglo, promesas de fidelidad, hechos de renuncia. Son los monjes. Unidos en grupos, bajo la advocación de un santo, con el fervor homogéneo de una empresa, desde hace muchos siglos han existido los monjes y han habitado los monasterios. Tras la muerte de Cristo y la implantación de su mensaje por buena parte del mundo, el monaquismo cristiano ha prendido y se ha extendido desde Oriente hasta Occidente. Unos se han dedicado a la oración pura, a la contemplación divina. Otros se han lanzado a las calles y caminos, a socorrer a los necesitados, y a intentar cambiar el mundo. Todavía otros grupos han mezclado, ya en el espíritu medieval más puro, la fuerza de las armas con la justificación de la Fe para emprender tareas de reconquista, de guerra santa, de defensa de los Santos Lugares. De ahí que muchas ramas, muchas facetas, haya protagonizado la historia del monaquismo occidental, aunque en puridad tres estilos finalmente han cuajado y llenado enciclopedias: los contemplativos del Ora et Labora, los mendicantes de infinita presencia y alter-ego de los ONG actuales, y los caballeros‑monjes de las Ordenes Militares. El desarrollo pleno del cenobitismo, como sociedad pequeña y multiplicada con acción en los medios urbanos y rurales, y participante plenamente del sentido religioso teocéntrico, y del político‑social del feudalismo, ocurre en la Edad Media. […]