Sopetrán renaciendo

viernes, 18 julio 1997 1 Por Herrera Casado

 

Unos trece siglos, según las cronologías más generosas y legendarias, tiene de existencia el monasterio de Sopetrán. Poco más de seiscientos años, realmente, es lo que cuenta de historia cierta. Que no está nada mal. En cualquier caso, a un cuarto de hora de viaje desde Guadalajara, junto al caserío de Torre del Burgo, poco antes de alcanzar Hita, a la orilla izquierda de la carretera de Soria, y en lo que fue antiguo Camino Real de Navarra, se alzan hoy las todavía eminentes ruinas de la Abadía de Santa María de Sopetrán, uno de los centros de la espiritualidad monástica benedictina de Castilla.

Sopetrán renace

Traigo esta memoria a mis páginas habituales porque en Sopetrán está ocurriendo algo que merece ser sabido. Algo que entronca con un devenir de largos siglos de historia. Un monasterio que ocupó la parte más llana y ancha del valle del río Badiel, en plena Alcarria, alcanza ahora, en renovada vivencia, su sexta fundación. Unos monjes (Miguel Antonio y Juan Carlos, toledano el primero, guipuzcoano el segundo) benedictinos que proceden de Leyre, están moviéndose para levantar en aquel lugar de paz y serenidad una nueva bandera benedictina: muchas coincidencias se han sucedido, en los dos últimos años, para llegar a lo que ahora existe, y se están poniendo las bases que entregarán a aquel entorno el ancestral sabor que siempre tuvo: el de un lugar de oración, de acogida, de hospedaje, de tolerancia, de cultura y sabiduría, que tanto necesita nuestro mundo de hoy.

Seis fundaciones en Sopetrán

El pasado viernes 4 de julio, los miembros de la Asociación Castellano-Manchega de Escritores de Turismo, que cuenta con plumas muy conocidas de toda la Región, giró una visita a Sopetrán y convivió un día entero con su joven Comunidad de monjes. Ver, escuchar, reflexionar. Un paseo por el entorno del valle, una visita detenida a las ruinas históricas, mirando lo que queda, la belleza del claustro barroco, y las posibilidades que tiene de cara al futuro, y un encuentro en las nuevas y actuales instalaciones, que acogen ya a la Comunidad, incluida un pequeño templo, sala de reuniones, refectorio, hospedería, etc.

Me correspondió el honor, en esta Reunión de la ACMET, de exponer una primera ponencia sobre la evolución histórica de Sopetrán. De decir cómo era esa larga secuencia de fundaciones y abandonos la que engarzaba con este renacer de ahora. En el año 611, por orden del rey visigodo Gundemaro se comenzaba a edificar el primitivo monasterio, alrededor de la ermita llamada de Sopetrán ya por entonces. Terminado por Chindasvinto, y destruido por los árabes en el año 728, fue reconstruido, gracias a la perseverancia de algunos cristianos mozárabes de la zona y al apoyo dado por San Eulogio, que tanto favor gozaba en la corte mahometana del cordobés Abderramán, en 847, y fue entonces cuando vinieron los monjes benedictinos desde el Convento Agaliense, en las afueras de Toledo. No debió durar tam­poco mucho tiempo este cenobio mozárabe, del que nada queda arquitectó­nica ni documentalmente, siendo destruido antes de finalizar el siglo XI, por el rey moro Adafer de Toledo. Según la tradición piadosa que durante siglos mantuvieron los monjes de Sopetrán, la tercera fundación de este monasterio se debe a un fabuloso milagro ocurrido junto a la fuente cura­tiva que aún hoy se conserva. El príncipe Haly Maymún, hijo de Almamún de Toledo, en el año 1055 regresaba a la ciudad del Tajo arrastrando enorme cantidad de prisioneros cristianos hechos en alguna correría por la frontera del Duero. Al llegar al valle de Solanillos, rompiéronse las cadenas de los cristianos, huyeron temerosos los árabes, cayó postrado el príncipe ante la «Virgen María, que llena de piedad y gracia, descendió del Cielo en cuerpo y alma, acompañada de innumerables ángeles y vírgenes gloriosas, cercada toda de una luz tan grande y resplandor, que hacía ventajas a las luces y resplandores del Sol». Quedó María sobre una higuera, y desde allí habló al moro, catequizándole con rapidez, consiguiendo de él que, después de un viaje a Roma, volviera a Sopetrán y allí esperara la muerte, que tardó aún quince años en llegar, haciendo el bien entre los cristianos mozárabes de Hita, que a su vez le ayudaban y querían. La cuarta fundación, y aún no es la última, se debe al castellano Al­fonso VI, que agradecido a la Virgen de Monsalud por haberle librado de la muerte en una pelea a brazo partido que tuvo con un oso en estos para­jes, edificó una pequeña iglesia, un pobre claustro «de tierra y ladrillos» poniendo a su cuidado una reducida comunidad de canónigos regulares de San Agustín, a los que, para su mejor manutención, donó las villas de Hita y Torija con sus respectivas fortalezas y términos. Luego despoblado, fue en 1372, el 27 de junio exactamente, cuando tuvo lugar la quinta fundación, la realmente histórica, a cargo del arzobispo de Toledo don Gómez Manrique. La do­nación del arzobispo fue bastante amplia, incluyendo en primer lugar «la iglesia antigua y capilla de Nª Sra. que había edificado Alfonso VI», aña­diendo a ello los bienes que pertenecían al Santuario, que no se especifican, pues constarían en el documento dado por Alfonso VI, y que se ha perdido. La iglesia del monasterio quedaba como parroquia de varios pue­blos colindantes, Solanillos, Tres Casillas, Torre de don Vela, Torre del Burgo y Heras de Ayuso, hasta 1560, en que quedaron despoblados los tres primeros lugares, levantando iglesias propias los dos últimos, aunque en ellas siempre conservaron los monjes la prerrogativa de dirigirlas y atender­las.

A Sopetrán le llegaron ayudas de reyes y señores. Fueron especialmente numerosas las gracias y donaciones hechas por los Mendoza alcarreños. Tanto el primer marqués de Santillana, como sus hijos el Cardenal Mendoza y el primer duque del Infantado, les entregaron dinero, les ayudaron a construir la iglesia, les regalaron altares, pinturas y tallas. Un largo etcétera que se vio completado con el patronato del monasterio por el duque del Infantado, don Rodrigo de Mendoza, en 1646, y los favores de los monarcas de la Casa de Austria, que siempre que viajaban de Madrid a Navarra paraban en el monasterio de Sopetrán a descansar y dormir.

Lo que hoy se ve en Sopetrán

Poco queda hoy de lo que fue gran reducto de los «monjes negros». Grandes paredones orientados al sur y al poniente. Masa pétrea que da al levante y amplio roto al norte, donde estuvo la iglesia, de la que sólo quedan las cuatro enor­mes basas del crucero, y al­gunos restos de claves y ner­vios de la bóveda caídos por el suelo. En un ángulo, crece verde y lozana la antigua higuera sobre la que dice la tradición que se apareció la Virgen, y que siempre estuvo la mitad dentro de la iglesia, y la otra mitad fuera.

El claustro, realmente espectacular y grandioso, se co­menzó en el siglo XVII, sien­do abad fray Alonso Ortiz. Consta de dos arquerías su­perpuestas, sostenidas por recia columnata la de abajo y algo más ligera la superior, dentro de un estilo toscano, puramente clasicista, muy herreriano. Es la pieza artís­tica que mejor se conserva y que confiere todo el valor de riqueza espiritual que hoy tienen las ruinas de Sope­trán.

Queda también, trescientos metros al oeste del monasterio, la Capilla de la Fuente Santa, nudo gordiano del enclave mariano, donde quiere la piedad popular que fuera bautizado el moro Haly Maymún de manos de la mismísima Virgen María, y en cuyas aguas frías y cortantes se cerraban «milagrosamente» las hernias abdominales de los niños «quebrados» que allí se introducían. La actual capilla es obra de fray Esteban de Tejada, que la edificó mediado el siglo XVI (1547), y conserva en perfecto estado el gran ventanal norte, mezcla del gótico y el renacimiento, con una serie de seis delicados capiteles ita­lianizantes sosteniendo una tracería calada bajo el arco del ventanal.

Propuestas para el futuro

La reunión de los Escritores de Turismo de nuestra región, entre los que contamos al poeta Alfredo Villaverde, el historiador Martínez Gómez-Gordo, el periodista José Navarro-Ferré, la editora y poetisa Julie Sopetrán, y varios otros, fue provechosa en cuanto a propuestas realizadas en orden a promover todo tipo de iniciativas que ayuden este renacimiento de Sopetrán en el contexto, no sólo de densificar el tejido histórico y monumental de la Alcarria, sino de ofrecer nuevos recursos turísticos a ese creciente capítulo del «turismo rural, interior o cultural» que tanto tiene que decir en Guadalajara.

En ese sentido, copio aquí las Conclusiones que elaboraron por unanimidad los miembros de la Asociación Castellano-Manchega de Escritores de Turismo, y con las que quedaron comprometidos para promocionar y estimular el desarrollo de este enclave que ahora renace:

* 1 – Situar a Sopetrán, de forma destacada, en todas las guías turísticas de la provincia y región, destacando su historia, su arte y su costumbrismo.

* 2 – Apoyar el renacimiento de Sopetrán, su dinámica espiritual, cultural y de alternativa turística, en cuantos medios estén al alcance de los Escritores de Turismo de nuestra Asociación.

* 3 – Apoyar la Ruta Turística «Camino del Arcipreste de Hita» que pasa por Sopetrán.

* 4 – Estimular por todos los medios el turismo hacia el valle del Badiel: Sopetrán, Hita, Valdearenas, Valfermoso de las Monjas, Muduex, valorando la oferta existente de historia, arte y naturaleza, y las nacientes ofertas de alojamiento y participación.

* 5 – Promover la creación de una Página Web en Internet que ofrezca el conjunto de elementos de este contorno, de cara a mostrarlo a un amplio nivel de interesados: buscar los espónsor necesarios que mantengan esta página que comprendería:

a) exposición de pueblos y lugares (Sopetrán, Valdearenas, Hita, Muduex, Valfermoso de las Monjas y otros que quieran sumarse)

b) anuncio de actividades concretas y temporales (Congresos, Jornadas, Reuniones, Festivales, etc.)

c) buzón de sugerencias y de petición de información

d) base de datos de bibliografía y recursos.

De hecho, y pocos días después de este encuentro, surgieron ya algunas páginas en la Red Universal que ofrecen visiones de este entorno de nuestra provincia. Unos recursos ya conocidos, como el que Hita y su Ayuntamiento mantiene en http://www.hita.com; Otro de gran calidad que habla de Valdearenas, su historia y su oferta turística, legible en http://esfera.com/valdearenas, y finalmente el recién creado sobre el Monasterio de Sopetrán, al que se accede tecleando http://www.redestb.es/personal/aache/sopetran.htm.

Unas formas nuevas para contactar con esencias tradicionales. En cualquier caso, un lugar que espera a todos mis lectores con sus puertas abiertas y su maravillosa presencia de paz y concordia entre las arboledas del Badiel, junto a Torre del Burgo, a poco más de 20 Km. de Guadalajara.