El escudo heráldico municipal de Almonacid de Zorita

viernes, 15 junio 1990 1 Por Herrera Casado

 

Uno de los elementos más significativos de un pueblo es el Escudo Heráldico Municipal, que habitualmente reúne, en la brevedad de unos símbolos coloreados, la esencia de la historia y del genuino espíritu de ese pueblo. En los últimos años, y gracias en buena medida a la campaña emprendida y felizmente continuada por la Excma. Diputación Provincial, de dotar a todos los pueblos de nuestra tierra de su correspondiente emblema heráldico, muchos lugares de Guadalajara han recuperado su antiguo emblema o han adoptado de nuevo el que para el futuro los identifique. Uno de estos lugares ha sido Almonacid de Zorita, donde todo aquello que suponga un encuentro con la cultura, con las raíces autóctonas, y con la esencia de la villa, es alentado y tenido en cuenta. Del escudo heráldico municipal de Almonacid de Zorita vamos a hablar hoy, en paradigma simple pero elocuente de lo que supone para un pueblo tener ese emblema que le define y resume.

Ya en el año 1400 tenía Almonacid un símbolo que se utilizaba como sello testifical en los documentos emanados por el Concejo. Así lo describía el escribano público de Zorita y su tierra, don Gregorio Martines de Almonacid:»E en el sello de Almonesçir contienense feguras de dos cruçes e de dos travas colgadas en cada una de ellas, en çera amariella con çintiella de seda de colores: bermeio e amarillo e blanco e prieto». Era un sello de los de tipo colgante, hecho en cera, en el que aparecían grabadas dos cruces de Calatrava, y de cada cruz colgando sendas trabas. Pendía del documento por cintas de hilo de seda y algodón de cuatro colores: rojo, blanco, amarillo y negro. Muy posiblemente llevaría una leyenda circular que diría:»+ Sigillum Concilii de Almonesçir».

Durante el siglo XVIII se usaron sellos de diversos tipos, en papel, estampillados, en relieve, en seco o en tinta, con el símbolo de la Villa, que eran tradicionalmente dos cruces de Calatrava.

Desde principios del siglo XIX, Almonacid usó en su Ayuntamiento una estampilla metálica en huecograbado para ser utilizada con tinta. Era de bronce, circular, de 30 milímetros de diámetro, y en ella se veía su escudo heráldico, cuartelado, con sendas cruces de Calatrava, y sendas granadas abiertas, con granos, periolo y corona terminal. Entre gráfilas continuas, aparecía la leyenda circular «Villa de Almonacid de Zorita».

Desde 1862 se utilizó un sello de tinta en el que aparecía un escudo cuartelado, en el que alternaban los castillos y los leones, ofreciendo en su punta un arbusto o planta, y timbrado de corona real y cruz sobremontada. Todavía añadía este emblema municipal, en una especie de estrecha bordura, tres armiños o crucetas treboladas. Y en los dos tipos existentes, respectivamente las siguientes leyendas: «Alcaldía constitucional * de Almonacid de Zorita», y «* Ayuntamiento Const. de * Almonacid de Zorita». Le vemos en el esquema adjunto a estas líneas.

Estos emblemas sucesivos han cuajado finalmente en lo que hoy se considera el definitivo escudo heráldico municipal de Almonacid, y cuya descripción es la siguiente: escudo español, cuartelado. En el primero y cuarto cuarteles aparecen sendas cruces flordelisadas, de la orden de Calatrava, de gules (color rojo), sobre campo de plata. Y en el segundo y tercero, sendas granadas en su color, sobre campo de sinople (color verde). Al timbre, como remate por lo alto del escudo, muestra la corona real de tipo cerrado, según corresponde al régimen monárquico legalmente constituido. Vemos este escudo en dibujo que acompaña a estas líneas.

El hecho de tener un Ayuntamiento escudo propio parece, en algunos aspectos, como una banalidad sin sentido, sin utilidad práctica concreta. Y no es así. Porque la fuerza que a un pueblo, a la comunidad de vecinos que lo habitan o se sienten identificados con él les transmite es real, auténtica. No son palabras meramente literarias, ni producto de una elucubración seudomágica o esotérica. Los técnicos (tan respetados hoy en día) en diseño y comunicación (los comunicólogos que parecen los sacerdotes de nuestro tiempo electrónico) afirman que aquel producto, empresa o institución que posee una imagen de marca con suficiente aceptación y popularidad, tiene recorrido medio camino en el difícil sendero de la competitividad comercial. Que se lo digan, si no, al presidente del Real Madrid C.F., que acaba de vender a una empresa la imagen de marca (y el escudo va en ella incluida) del Club «merengue» por 25.000 millones (veinticinco mil millones) de pesetas para los próximos diez años. Almonacid está hoy en su puesto, modelo de villa moderna y bien administrada, gracias en parte (aunque todavía sea muy pequeña) a su escudo heráldico. En cualquier caso, éste es el resumen de su historia y de su carácter más íntimo. Por lo menos tiene en valor de ser querido de los suyos. Que ya es bastante.