Para abrir boca en los viajes del otoño que ya llega, hoy sugiero una excursión por la tierra alta y fría de la Sierra de Pela. Con algún libro sobre la Arquitectura Románica de Guadalajara en la mano, será fácil y emocionante a un tiempo el patear aquellos altos páramos, en los que el valor unánime de la historia está clavada en sus cuatro puntos cardinales. Más allá de Atienza y de Albendiego, ascendiente a la meseta de Pela, especialmente por el estrecho camino (bien asfaltado hoy en día) que cruza entre los farallones marcados por un antiquísimo glaciar, se llega a los dos pueblos más remotos de la provincia, en los cuales se encuentran dos preciosas iglesias románicas que ahora recordamos. Campisábalos Participaron en la construcción de la iglesia parroquial de Campisábalos diversos artistas de filiación mudéjar, que plantearon una limpia estructura hoy conservada bastante completa desde su primitiva construcción en el siglo XIII. Tan sólo la torre es un añadido posterior, que precisó derribar la parte oriental del atrio meridional. El resto nos muestra un edificio compacto, orientado y alargado de poniente a levante, con ábside semicircular en este extremo, ingreso al sur, incluido en el atrio, y capilla añadida (la de San Galindo) sobre el muro sur del templo. El exterior del ábside, semicircular, muestra adosadas cuatro columnas que rematan bajo el alero con capiteles de tipo clásico. Una bella serie de canecillos muestra temas curiosos, figuras, incluso escenas, como la caza del conejo con palos. En el tramo central se abre una estrecha ventana aspillerada, que se cubre con dos arquivoltas o cenefas de bella decoración foliácea, apoyando sobre corrida imposta de entrelazo que se extiende a todo el ábside. Un par de capiteles (uno de tipo corintio y otro de entrelazo) coronan las columnillas que escoltan este bellísimo ejemplo de ventana absidal románica. Bajo ella, y también extendiéndose a todo lo ancho del ábside, aparece otra imposta con decoración de «ochos» sin fin. El atrio es muy simple, y sirve para cobijar la puerta de ingreso al templo, que se incluye en el muro, escoltada por dos altas columnas con sus correspondientes capitelillos, a la altura de una cornisa moldurada sostenida por varios modillones que alternan con talladas metopas. La puerta tiene cuatro arquivoltas, con decoración muy movida, dentro del tema vegetal, estando bordeada la más externa con cenefa de entrelazo; la sigue otra arquivolta […]