El próximo lunes, 16 de julio de 2012, se cumplirán con exactitud los ochocientos años de la Batalla de Las Navas de Tolosa, el acontecimiento histórico puntual que llevó a desbaratar el dominio de los almohades sobre Andalucía y la naciente Castilla, cambiando desde entonces el signo político de las tierras ibéricas, y cortando y haciendo retroceder el poder islámico que desde siglos antes se había ejercido sobre la Península, y amenazaba extenderse al resto del continente europeo. Aquí van unos sucintos retazos de la batalla, de sus protagonistas, de sus participantes, y la consideración que me viene a la mente acerca de lo que realmente supuso aquella batalla, aquella victoria de los ejércitos cristianos, y una breve reflexión de lo que algunos opinan, todavía hoy, sobre ella. Sin duda es la Batalla de las Navas de Tolosa, acaecida en las tierras de Jaén, frontera de Castilla-La Mancha, hace exactamente ocho siglos, el acontecimiento que marcó el rumbo de la historia de Europa hasta hoy mismo: un camino de inspiración cristiana en el que se han desarrollado, desde muy diversas perspectivas, las formas de convivencia que los europeos nos hemos ido dando: organización política, educación, formas de sociedad, cultura y arte, respeto a la mujer, ganas de mejorar y avanzar… una cultura, en definitiva, que todavía hoy choca contra la otra forma de ver el mundo y la sociedad, la islamista, que hubiera sido la nuestra de no haberse producido en aquel 16 de julio de 2012 aquella batalla sangrienta. Se produce este conflicto, puntual y de muy rápido desarrollo (un solo día) tras la evolución de un estado de cosas que se acentúa en los años y meses anteriores. La España islámica, deshecho el Califato omeya de Córdoba, se dividió en múltiples reinos de taifas, que ante el peligro de ser conquistados por los reinos cristianos, llaman a los almohades (los habitantes del desierto y del norte de África, los súbditos de los reyes mauritanos de Marrakech) quienes llegan a la península e implantan un régimen de islamismo radical y Guerra Santa cuyo objeto es tomar bajo su mando la Península Ibérica y saltando los Pirineos llegar a Europa.