Un viaje reciente a la Ribeira Sacra de Orense y Lugo, me ha permitido contactar con una de las joyas del arte renacentista de la zona, más en concreto con el viejo monasterio de Montederramo (Orense) donde se puede admirar un claustro que evoca de inmediato las formas y las proporciones del mejor renacimiento alcarreño. Al llegar, a través de estrechas y sinuosas carreterillas, al orensano monasterio de Montederramo, se palpa en la plaza del pueblo el ambiente heredado de la lejana Desamortización. Lo que fuera un solemne espacio, amplio y luminoso ante la enorme fachada del templo conventual, regido de benedictinos, de cánticos y liturgias, hoy es una pequeña plaza cuajada de coches aparcados, una sucesión (en el muro del monasterio) de bares, terrazas, puestos de chuches, una casa rural, una paragüerería, y mucha bulla. Pasamos, sin embargo, a ver este antiguo eje de los monacatos. Una iglesia fastuosa, aunque vacía; un claustro gótico, rehecho y con banderitas de colores recordando que hasta hace unos años fue Colegio Público; unas salas con eco, y añadidos almacenes del anejo restaurante. Solo una cosa en Montederramo merece verse, y asombrarse ante ella. Esa es el Claustro de la Hospedería, el Claustro de la Portería, o el Claustro abierto, porque era el lugar donde entraban y posaban los visitantes, desde antiguos tiempos a hoy mismo, ya que es la única parte visitable sin guía y sin permisos. Concebido como un patio civil y palaciego, preludio del convento en lo que de Colegio de Artes y Teología tenía, en sus muros se abrían las estancias del Archivo, la Cillería, la Botica, y al fondo las caballerizas, dejando un estrecho paso para entrar al gran claustro reglar, ese sí habitado y meditado por los monjes. Este claustro, que de primera impresión nos recuerda al de San Bartolomé en Lupiana, o al del palacio de don Antonio de Mendoza en Guadalajara, es de planta cuadrada y se organiza con una arquería baja de medio punto, sostenida por columnas de fuste liso con capiteles jónicos muy rudimentarios (porque la talla sobre el granito gallego nuca puede ser fina, sino algo basta y rudimentaria) y un segundo cuerpo superior, adintelado a un ritmo que dobla el de los arcos inferiores con columnas y zapatas, con volutas y mascarones inspiradas en las de madera utilizadas en los patios de la zona de la Alcarria. De esa manera se […]