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arquitectura renacentista

El patio renacentista alcarreño

Le doy un nuevo repaso a este libro que siempre me pareció fabuloso. Un libro modélico y esencial para entender la carga patrimonial de nuestra tierra, de Guadalajara. Me estoy refiriendo a “El patio renacentista alcarreño”, escrito por Antonio Miguel Trallero Sanz, y editado por Ibercaja en 1998. Con 250 páginas de buen papel, cientos de ilustraciones a color, gran tamaño, encuadernación en tapa dura, elegante diseño, y claridad meridiana en textos y conceptos. A propósito de analizar el palacio de don Antonio de Mendoza, en la capital de la Alcarria, y que está reconocido como uno de los primeros ejemplos en España de la arquitectura del Renacimiento, el arquitecto profesor Trallero, nos da resúmenes claros, concisos y aleccionadores de temas como la historia de la ciudad, el sistema constructivo en ella, los edificios singulares de antes del siglo XVI y la familia Mendoza. Todo ello en la base de conocimientos de un análisis de arquitecturas. Trallero ha sido siempre un gran estudioso, un comunicador claro, un experto en historia de la arquitectura a quien ya va siendo hora que se le valore como debe. Este libro sobre “El patio renacentista alcarreño” de Antonio Trallero es hermoso y elocuente. Nos presenta el gran elemento que es el palacio de Antonio de Mendoza (el viejo y querido Instituto de Enseñanza Media) y nos lo dibuja en su totalidad y en sus detalles, entendiendo enseguida su novedad, su valor, su belleza… sigue luego con el análisis de otros patios renacentistas en la ciudad (el de los Condes de Coruña, el de los Dávalos, y el de los Laso de Mendoza en Yunquera). Y aun acoge la memoria de otros edificios, desaparecidos ya, que tenían elementos parecidos (elpalacio del nº 13 de la calle Doctor Creus, el palacio de los Guzmán, el palacio de los Labastida donde hoy los Juzgados, el palacio de los condes de Priego, el convento de San Bernardo, el gran patio de Santa Clara….  Pero además, sigue su análisis con elementos que, sin llegar a patios, muestran el tratamiento del espacio bajo techumbres y entablamentos, con columnas, zapatas y capiteles de talla, en galerías de Ayuntamientos, en soportales (los de la plaza mayor de Guadalajara, por ejemplo, o el de Fuentelencina) en atrios porticados (muy especialmente el de Santa María) y en muy variadas formas, de tal modo que retrata con perfección y totalidad un modismo constructivo tradicional, y […]

Luis de Lucena, un paisano con prosapia

De los elementos patrimoniales de la ciudad alcarreña, la capilla de Luis de Lucena es uno de los más curiosos porque no se parece a ningún otro. Resto único de la iglesia de San Miguel, tiene elementos mudéjares y manieristas formando un conjunto que atrae cada año a miles de visitantes. Aquí veremos hoy un breve memorial de la vida de su promotor, un alcarreño del siglo dieciséis. Vivió Luis de Lucena en su niñez y juventud los años dorados en que don Iñigo López de Mendoza, segundo duque del Infantado, levantaba su gran palacio gótico‑mudéjar. Y los vivió en Guadalajara. Llegada la edad del estudio, quizás fue a Alcalá, quizás a Montpellier. No hay papeles que lo confirmen. Pero estudió, de eso no hay duda, y se hizo doctor en Medicina. Tras terminar la carrera, fuese a Toulouse, donde se quedó a residir y ejercer la profesión. Estando allí, en 1523, publicó un libro que poco antes había compuesto. Le preocupaban entonces los temas de la salud pública, y su enemiga, la callada y misteriosa enfermedad de la peste, y la obra se dirige al atento cuidado de la Peste y los útiles remedios contra esta enfermedad. Hasta ahora, todos cuantos se habían ocupado de Lucena, le hacían eclesiástico al tiempo que médico. E incluso ha habido autores, que le hicieron cura párroco del lugar de Torrejón. Hubo un tiempo en que lo llegué a dudar, y que el único clérigo de la familia habría sido don Antonio Núñez, también canónigo, su hermano. No hay duda de que don Antonio fue cura párroco de Torrejón de Alcolea (hoy Torrejón del Rey) y de las Camarmas (Camarma del Caño y Camarma de Esteruelas) pueblecillos todos pertenecientes entonces al alfoz o común de Guadalajara, en su sesma del Campo, en el pequeño valle del río Torote. Consta en esos documentos que el canónigo Antonio Núñez se hizo construir una casa con granero en Camarma del Caño, así como que Lucena dejó bastantes bienes, fundamentalmente olivares, en el término de Torrejón, para acrecentar los fondos de su fundación pía. Las investigaciones más recientes de Liliana Campos concluyen que Luis de Lucena fue también clérigo. Así es que en eso quedamos. No fue la dulce Francia el destino último de nuestro personaje, sino los más equilibrados confines de la península itálica, en donde radicó dos largas temporadas de su vida, la última de […]