La Casa de los Gallos en Cifuentes

viernes, 20 diciembre 1991 0 Por Herrera Casado

 

Pocas veces puede decirse que un edificio aislado merezca ser considerado como eje de una excursión, de una visita. En los pueblos de Guadalajara existen muchos ejemplos, ‑algunos ya los hemos ido viendo‑ de casonas, palacios y construcciones típicas que sí merecen un detenido estudio, un examen atento, una admiración pausada. Y uno de ellos es esta Casa de los Gallos de Cifuentes que hoy nos detenemos a examinar.

Porque además de ser un edificio singular, muy representativo de una villa, y de una época (y aún me atrevería a decir que de una comarca entera) está necesitando de unas reparaciones que l dignifiquen y, de rechazo, dignifiquen aún más la «Plaza de la Provincia» o de Santo Domingo en que asienta. Tiene enfrente la iglesia parroquial del Salvador, y a un lado el templo magno de la Orden de Santo Domingo. Hace esquina a lo que se llama la calle de las Escalerillas y la Calle del Postigo, y se le adhirió hace años un edificio más humilde que ahora está casi en completa ruina.

La «Casa de los Gallos» surge, así, como un elemento arquitectónico bien diferenciado, que no solo merece, sino que está pidiendo a gritos una restauración para terminar de completar con su noble y curiosa presencia la referida Plaza de la Provincia en la alcarreña villa de Cifuentes.

Su construcción puede remontarse a varios siglos atrás. No es difícil concretar: se levantó en el siglo XVII, justamente en su mitad. La razón es que aparece la fecha de 1655 grabada en el dintel de piedra de dos de sus puertas. Fué hecha para servir de sede y residencia a una de las familias entonces más adineradas del burgo, cuya titularidad lamentamos no conocer. El nombre que tiene de «Casa de los Gallos» le vino de una pareja de estos animales que, recortados en chapa metálica, adornaban los extremos de la barandilla del balcón principal, y que fueron vendidos, ya en nuestro siglo, a un chamarilero.

De planta cuadrangular, su fachada principal da a la plaza de la iglesia. Hoy tiene delante un jardincillo que le resta prestancia e impide el acercamiento tanto visual como físico a su señorial aspecto. La fachada consta de tres cuerpos, siendo el inferior todo él construido en piedra sillar, con una puerta principal, centrada, de cerco tallado con almohadillados sencillos. Otras dos puertas, alguna más moderna, porque el edificio se dividió para sede de varias familias, flanquean a la principal. En la de la derecha según miramos, aparece tallada en su dintel la frase LA PVRA CONCEPCION DE LA VIRGEN / 1655, lo que por algunos ha sido visto como la posibilidad de que este edificio perteneciera en sus tiempos a un Convento. No es cierto.

Las dos plantas o cuerpos superiores de esta fachada ofrecen una estructura curiosa, muy infrecuente en la arquitectura alcarreña. Presentan sus muros, de sillarejo enfoscado, enmarcados a trechos por columnas de piedra con pies y remates moldurados, dividiendo cada uno de estos dos cuerpos superiores en cinco fragmentos de iguales dimensiones, en cuyas superficies se abren vanos o se coloca el escudo familiar.

Pudiera parecer, en un principio, y así lo pensamos al ver este edificio por primera vez, que se trataba originariamente de una fachada hecha para albergar una amplia galería doble, posteriormente tapiada para aprovechar espacio en la casa. No es así, sin embargo. Se trata de una forma «elegante» de construir lo mismo que el resto de los edificios más populares del pueblo: sobre el basamento de sillar de la planta baja, las superiores ofrecen sus muros de sillarejo o argamasa, incluso de adobe, pero se afirma su fachada con pies derechos que, en vez de ser de madera, como en el resto de las viviendas del pueblo, son de piedra tallada, semejando columnas, lo que le confiere un empaque dignísimo.

Es esta característica la que hace resaltar y hacer muy singular a esta «Casa de los Gallos» de Cifuentes. Y la que pide, aparte de poder ser declarada como «Monumento Local» de verdadero interés en el ámbito de la comarca alcarreña, que sea restaurada lo antes posible, al menos en su fachada. Pudiera entones quitarse alguna de las puertas inferiores que le sobran (la de la izquierda), y algunos de los balcones y ventanas de su fachada. El central de esos balcones es indudablemente original. Y en los extremos puntiagudos de su baranda aún aparecen los pinchos donde podrían volver a «cantar» los gallos que la dan nombre. el gran escudo superior, razón de la nobleza y empaque de la casa, debería ser limpiado, y así sus leones tenantes, coronados y fieros, mas los múltiples elementos que pueblan el campo del escudo, resaltarían con toda la nitidez que merecen.

Es lástima que, por el momento, no podamos aportar más datos identificativos de la historia y secular devenir de este edificio. En la bibliografía que hemos buscado nada nuevo viene. Layna Serrano, en su «Historia de Cifuentes», dice que «sin duda, la más notable entre las casas nobles de Cifuentes es una situada frente a la iglesia parroquial y que el vulgo denomina «de los gallos» por los que hechos en hierro forjado servían de adorno al balcón principal».

En cualquier caso, lo interesante es ir a verla, disfrutar con su presencia tan singular y bella, con el barroquismo de su gran escudo de armas, con lo curioso de su disposición en fachada. Y, de otro lado, esperar que, como auténtico monumento definitorio de Cifuentes que es, pronto reciba la restauración que merece, dignificando con ello el entorno urbanístico en el que está situada.