Fermín Santos en el recuerdo

sábado, 30 mayo 2015 1 Por Herrera Casado
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Fermin Santos Alcalde, pintor de Alcarrias

Desde el 19 de mayo, y hasta finales de junio, está abierta la Exposición de pintura “Fermín Santos en colecciones particulares madrileñas” en la Sala de Arte del Centro San José, la que lleva por nombre “Antonio Pérez”, en la calle Atienza, 4. Un homenaje al maestro seguntino, a quien la perspectiva de los años –ya de los siglos– le confiere una nueva dimensión, unos perfiles más nítidos.

La tarde del martes 19 de mayo se inauguraba la exposición antológica de Fermín Santos en Diputación Provincial. Un espacio de arte dedicado en este caso a lo nuestro, y a lo clásico. La oportunidad se ha creado en torno a una voluntad largamente cultivada: José Ramón Pérez Acevedo, expresidente de la Casa de Guadalajara en Madrid, ha conseguido reunir a tres grandes coleccionistas de la obra de Santos, y a través del Servicio de Cultura de nuestra Excmª Diputación se ha podido finalmente coordinar este evento.

Las obras han sido facilitadas por parte de un coleccionista clave, don José Picón Martín, más las aportaciones de don José Luis Benavides, y del sobrino del pintor, don Leandro Fernández Santos, quien en la presentación desgranó sus recuerdos íntimos y familiares en torno al gran pintor de Gualda.

Repaso al artista 

Desde la profunda admiración por su obra y por su persona, me atrevo con motivo de esta exposición antológica a recordar de nuevo al maestro, ese humilde y perseverante protagonista de la vida artística de Sigüenza, a quien el Ayuntamiento de la Ciudad Mitrada, a la sazón presidido por el doctor Juan Antonio Martínez Gómez-Gordo, le dio el título de “Cronista Artístico de la Ciudad de Sigüenza”.

Nacido en Gualda (Guadalajara), en 1909, y fallecido en Sigüenza, en 1997, se había
formado en Madrid junto a los mejores pintores de comienzo de siglo,
y gracias a las becas que entonces concedía la Diputación Provincial de Guadalajara,
desarrolló un estilo propio dentro de la temática
del paisaje castellano, urbano, y costumbrista.
Su estilo, personal y tenebrista, se engarza en la mejor tradición
de la pintura negra española.
Tipos, costumbres, toda la fuerza de la raza castellana
y de los rincones puros de Madrid, de Guadalajara,
de Sigüenza y la Alcarria, quedan retratados
en este supremo hacedor del arte del siglo XX.

Sus comienzos por el mundo del arte, desde muy joven, se basaron en las clases de dibujo y pintura recibidas en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Cuatro Caminos, de la mano de Marceliano Santamaría, asistiendo también al taller de ebanistería y barnizado. También acudió por temporadas al Casón del Retiro, a dibujar.

Finalizada la guerra civil, y vistas las buenas disposiciones que para la composición y el color tenía el muchacho, ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid, donde tiene por maestros a Vázquez Díaz, Eduardo Chicharro, Benedito, José Garnelo, etc. Ganó entonces, por oposición, una beca de la Diputación de Guadalajara para poder costearse sus estudios en la Escuela de Bellas Artes madrileña. De ahí salió con una gran formación académica, entrando a trabajar en la «Fundación Generalísimo Franco» como decorador de primera, realizando con sus pinceles la decoración de valiosísimas piezas de porcelana. A partir de entonces, la carrera artística de Fermín Santos fue fulgurante, dedicándose por entero a su arte, decorando edificios, recintos, etcétera, y realizando una producción de caballete muy densa y variada.

El favor del público lo tuvo siempre. Incluso ha ido a más, tras su muerte a finales del siglo pasado. Puedo asegurar que está muy buscada su obra en Estados Unidos y en general en toda América, porque al mantener una página web con su biografía, y ser esa prácticamente la única referencia que sobre Fermín Santos existe en la red, muchos coleccionistas me preguntan acerca de la forma de conseguir obra suya.

En vida obtuvo además importantes premios y distinciones. Entre ellas el Premio y Matrícula de Honor Fin de Carrera «Vázquez Díaz», diversas medallas en los Salones de Otoño, y la Paleta de Oro en el Salón Otoño de 1981; la Abeja de Oro de la provincia de Guadalajara, y muchas otras. Sus exposiciones veraniegas en el Castillo de Sigüenza, desde que este fue recuperado como Parador Nacional, reunían siempre a la ciudad entera y al mundo cultural de la provincia. Realizó numerosísimas exposiciones de su obra, siendo las más destacables, la antología que presentó en la Dirección General del Patrimonio Artístico, Archivos y Museos, en las salas de la Biblioteca Nacional de Madrid (1978); otra antológica en la Diputación Provincial de Guadalajara; las anuales y veraniegas muestras en el Parador «Castillo de Sigüenza» ya mencionadas, y otras en el Hotel Vaddam, de Trípoli (Libia) en 1966; en la Galería Bernardi, de Washington, en 1969; en la Galería Quixote, en la Galería Heller, y en la Galería Gavar, de Madrid, así como una magna exposición en el Ateneo de Madrid.

Sobre la pintura, polimorfa y personalísima, de Fermín Santos, han escrito muchas páginas los más prestigiosos críticos de arte españoles, desde Campoy a Camón Aznar, Raúl Chavarri y muchos otros. Todos coinciden en apreciar en la obra de este genial pintor alcarreño los valores indiscutibles del maestro que traza su propio camino y no se doblega ante modas o corrientes. Pintor de Madrid, y de la Alcarria, los abiertos paisajes castellanos, y los rincones humildes de la gran urbe quedan reflejados en sus pinceles con fidelidad absoluta. Además, penetra en el difícil mundo del figurativismo con soluciones valientes, sorprendentes, tendentes a una «escuela negra» en la tradición tenebrista hispana. Puede ser calificado Fermín Santos, con toda justicia, uno de los más destacados pintores españoles, y por supuesto de la provincia de Guadalajara, en el siglo XX.

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Castillos de Jadraque y de Sigüenza, por Fermín Santos

 

El Fermín Santos maestro de Alcarrias

Fermín Santos Alcalde, el pintor de la Alcarria, de Sigüenza, de las magias negras, de las catedrales, de las breves apuntaciones y los nerviosos esquemas rurales, tiene ganado un espacio en la memoria colectiva de esta provincia. Querido y admirado, en su momento tuvo mil amigos que le halagaban, pero su recuerdo se ha ido diluyendo un poco según han ido pasando los años (ya casi veinte) desde su muerte.

Este artista, recio en el espíritu y breve en la figura, que llegó a dar, en su continuada labor de decenios, la tierra de Guadalajara al mundo entero, quiere revitalizarse ahora con esta exposición antológica que Diputación ha organizado. Desde que, pasada la Guerra Civil, Fermín Santos se hiciera famoso en el viejo Madrid de los Austrias, decorando bares y ofreciendo su visión personalísima de las costanillas, tantas frases se han desgranado en torno a su obra y su persona, que parecen haberse agotado las apreciaciones de su legado. Llamarle genio no es nuevo, aunque es justo. Y decir de Santos que fue un hombre sencillo hasta el límite, afable y cariñoso, añadiéndole cualquier adjetivo en ponderación, porque de tan medido nada se desborda, creo que es intentar acercarse a la verdad de su ser. Una forma, quizás demasiado sencilla, pero en cualquier caso efectiva, de acercarse a su esencia y a su verdad, sería llamarle «genio» sin ambages, calificarle del más grande pintor del siglo XX en nuestra tierra, premiado con el seguro aplauso de cuantos quedamos para recordarle.

Una antológica final

¿Quién como Fermín Santos se desbordó de la simple corrección de formas, y se lanzó por caminos nuevos, por expresiones no usadas hasta entonces? ¿Quién se planteó pintar lo que veía de un modo que solamente él veía? La Alcarria y sus gentes, que hacen las cosas y rezan las oraciones como en sombrío, bajo el techo inacabable de las oscuras bóvedas de la tierra, fueron dibujadas por Fermín Santos con el color y la silueta que hasta ese momento nadie había descubierto en ellas. En su tarea silenciosa, durante medio siglo salió a la calle, cada día, papel y lápiz en la mano, y puso relieve a la calleja, horizonte a los arcos de la catedral, música a la fiesta… nunca necesitó Santos recurrir al esquizogesto para quedar finalmente catalogado de primera figura por todos. Como hoy lo está, entre el escalofrío y la lágrima de quienes le conocimos y le admiramos.

En esta exposición solemne que el pasado 19 de Mayo se inauguró en la sala del Espacio de Arte “Antonio López”, tienen cabida el arco de Arrebatacapas, los borrachos de Mundo Nuevo, y las procesiones macabras de un carnaval serrano. Hay además presencia en óleos de Almansa, Jadraque, Sigüenza por supuesto, y Santiuste. Corridas de toros en los pueblos, y mucha algarabía en plazas y mercados.

Poco más voy a decir sobre

Poco más voy a decir sobre Fermín Santos que no haya dicho desde hace tiempo. Todavía me parece adivinarle, junto a cada cuadro, casi escondido tras su bata gris, llenas de color las manos, el rostro limpio de alcarreño sincero, paseándose suave y silencioso. Todos hablaron de su fuerza, de su visión única, de su imaginación desbordante. Fermín Santos está detrás de cada corro: ha llegado sin ser oído, no dice nada. Como los grandes pintores, su expresividad está en el lienzo, sobre el papel nervioso, en los colores que bruscos u opacos se lanzan sobre la superficie, virgen.