Encomiendas y fortalezas sanjuanistas en Guadalajara

viernes, 9 diciembre 2011 1 Por Herrera Casado

La historia de nuestra provincia lleva en sus densas páginas muchos párrafos ocupados por los aconteceres del dominio de las Órdenes Militares. Desde la grande Orden de Calatrava, señora de la Mancha y grandes extensiones por la Alcarria, hasta la de Santiago, con encomiendas suculentas, castillos y puentes. Pasando por los templarios que perdidos en su mitología también tuvieron palabra propia entre nosotros.

Es la Orden de San Juan de Malta  la menos profusa, pero no por ello vamos a olvidarla. Invito a mis lectores a que conozcan los datos, mínimos, escuetos, de la presencia de los Caballeros sanjuanistas, veteranos de las Cruzadas, por Guadalajara y sus cerros.

Aquí conviene recordar brevemente el nacimiento y expansión de la Orden de  San Juan, que por la bula papal Piae Postulatio Voluntatis de Pascual II, de 1113, surge como grupo canónico de carácter hospitalario, añadiendo posteriormente la misión guerrera como ocurre con el resto de órdenes militares a partir de las últimas décadas del siglo XII. En esos momentos aparece en España gracias a la protección de teyes y obispos, siendo la reina doña Urraca la que les abre camino en Castilla y León, y Alfonso II en Aragón. Presidida por el Gran Maestre, como superior espiritual y militar de los caballeros, freires, capellanes y sirvientes se dividió en ocho regiones o lenguas (Provenza, Auvernia, Francia, Italia, Aragón, Castilla, Alemania e Inglaterra). Esas son las que hoy todavía tienen, cada una su propia capilla, en la catedral de Saint John en La Valetta de Malta.

Desde un primer momento, finales del siglo XII, esta Orden recibe en señorío un amplio territorio en las llanuras dela Mancha. Desdelos montes de Mora hasta el Guadiana, comienza a crecer hacia 1150, cuando Alfonso VII les entrega anchas posesiones en Consuegra y Alcázar. Los repobladores de este territorio, en esa remota época, de denominaron “caballeros de frontera”. Durante siglos fue el gran castillo de Consuegra, vigilante pétreo de la llanura manchega, su capital y bastión fundamental, pasando luego, a partir del siglo XVI, y cuando el maestrazgo lo asumen los reyes de España, a Alcázar de San Juan, donde también hoy quedan importantes restos de su palacio castillero.

 Lugares de la Orden de San Juan en Guadalajara

Aunque el asentamiento principal de la Orden correspondió siempre a las tierras de La Mancha, se registran pequeños focos sanjuanistas en tierras actualmente adscritas a la provincia de Guadalajara. Son estos los lugares de Peñalver y Alhóndiga, en la Alcarria, y los de Peñalén y La Yunta, en tierras de Molina de Aragón. Todos ellos contaron con castillos, de los que quedan muy escasos restos.

Sobre la Orden de San Juan en la provincia de Guadalajara se ha escrito muy poco hasta ahora. Es de justicia destacar el estudio de Enrique Rodríguez-Picavea que analiza el asentamiento de la Orden del Hospital en la comarca dela Alcarria, señalando que los asentamientos de Peñalver y Alhóndiga fueron de los primeros que se produjeron enel reinode Toledo que se inició con la donación a la Orden del castillo de Olmos. Y, por supuesto, ha sido el joven historiador alcarreñoAurelio García Lópezquien recientemente ha asumido el más amplio estudio de este tema en su libro sobre la Encomienda sanjuanista de Peñalén, que fue presentado el año pasado.

En Atienza huno también presencia la Orden de San Juan, en los últimos años del siglo XII, como así lo refiere el obispo Minguella en su “Historia de la Diócesis de Sigüenza”. También lo refiere Layna Serrano en su “Historia de Atienza”, afirmando que los caballeros hospitalarios tuvieron casa propia en Atienza y probablemente hospital en ella.

Modernamente han sido los estudios centrados en Alhóndiga y Peñalver, dos enclaves de la Orden de San Juan en Guadalajara, los que más páginas han generado. El cronista provincial Juan Catalina  García López, a finales del siglo XIX inició estos estudios, que se han continuado recientemente con el trabajo que algunos firmamos dentro dela general Historiade Peñalver, otro libro aparecido hará unos 6 años. En todo caso, está claro que esta Orden sanjuanista tuvo vigencia y alzó su palabra en la tierra de Guadalajara desde el momento de la Reconquista hasta el siglo XIX cuando las desamortizaciones de sus bienes en masa.

De forma curiosa, constatamos que la orden de San Juan apareció en Guadalajara antes quela de Calatrava. Enprimer lugar asentaron en Peñalver, aldea que estaba incluida en el alfoz de Guadalajara. Se produjo la donación a la Orden por parte del concejo de Guadalajara gracias a la mediación del rey Alfonso VII. Esta donación tuvo lugar entre los años1148 a1157 y la pertenencia a la Orden de San Juan se produjo en la década de 1170. En esos momentos, la población alcarreña recibió su Fuero señorial.

Las posesiones sanjuanistas de Peñalver y Alhóndiga

La hoy conocida como Orden de Malta, o de San Juan en su origen, tuvo desde el primer momento, en el segundo cómputo del siglo XII, posesiones señoriales en la Alcarria (Alhóndiga y Peñalver), en el territorio agreste de Molina  (Peñalén y  La Yunta) y una casa de labor en Santa María de Poyos, en la orilla derecha del río Guadiela. Además poseyeron algunas propiedades sueltas en otros lugares, pero ya sin jurisdicción señorial.

En Alhóndiga los caballeros sanjuanistas redactaron y otorgaron a sus habitantes una carta-puebla en 1170, expresando que el prior Juan fue el primero en poblar este lugar y conceder a sus vecinos una serie de privilegios, favoreciendo el asentamiento de población inmigrante, en un texto breve y en todo similar a la carta poblacional o fuero de Huete. Tanto en Alhóndiga como en Peñalver, y gracias a sus cartas de población, estimularon la llegada de colonos y nuevos habitantes, arrancando en esos años finales del siglo XII como lugares que mantendrían luego, años adelante, su prosperidad. Es curioso que la datación del Fuero de Peñalver nos arroja casi la misma fecha, 1160, quela de Alhóndiga.

Enrealidad, ambas poblaciones están a un día de camino. En esta última fue el prior don Gutierre quien figura como autoridad emisora de la carta.

Como siempre ocurre en estos casos, la instalación de la orden de San Juan en esta zona fue desencadenante de algunos conflictos con otras autoridades, civiles y eclesiásticas, que se alargaron durante años, pero que seguro en nada rompieron la armonía y el buen pasar de sus poblaciones.

Como datos más antiguos, García López nos desvela que ya en 1228 era comendador de Peñalver don Esteban, según se afirma en la avenencia suscrita entre el arzobispo don Rodrigo de Toledo y la Orden de San Juan de Jerusalén, en momento en que se planteó conflicto sobre las rentas que debían cobrar en las iglesias del arzobispado, entre ellas la de la colocación de Santo Domingo, en Guadalajara, que estaba justo donde hoy la plaza mayor.

La presencia de la Orden de San Juan de Malta y de sus caballeros, freires y priores en Peñalén, es larga y contundente. Allí hubo, incluso, comendador. De todo ello nos ha desvelado noticias inéditas el libro escrito porAurelio García Lópezrelativo a “La Encomienda sanjuanista de Peñalén en el Alto Tajo”, aportando entre otras cosas curiosas la lista casi completa de comendadores que dirigieron ese pequeño territorio serrano durante más de cinco siglos, así como la organización de la aldea, el castillo, los impuestos, las fiestas y las guerras: una visión nueva de una vieja edad: la Media.

Como coda de este tema, simplemente reseñar que en las dos villas sanjuanistas de Peñalver y Alhóndiga, que fueron vendidas por la Orden a particulares en el siglo XVI, en ambas se conserva hoy el testimonio patrimonial de ese cambio de jurisdicción, con la presencia de sendos rollos de villazgo, o picotas, tallados en piedra en las villas referidas.

Las fortalezas sanjuanistas en Guadalajara

Y para terminar, y cumpliendo con el ofrecimiento del título de esta comunicación, resumo en unas pocas líneas la memoria patrimonial de las fortalezas sanjuanistas en tierras de Guadalajara.

La primera de ellas, el castillo de Peñalver. Asienta esta villa en un hondón o pequeño valle que forma la Alcarria en dirección a Tendilla. Sobre el borde de la meseta, sobre una roca blanca, alba, que podría haber dado nombre al lugar, aún se ven dos fuertes restos de amurallamientos de denso sillarejo. Se ha construido entre ellos el cementerio, y bajo la roca y los muros se abren numerosas y hondas cuevas, pues el terreno es blandamente calizo.

En Alhóndiga, ya en pleno valle del río Arlés, sobre un cerro picudo que protege a la población, quedan restos mínimos de vieja alcazaba, que han sido reforzados y aún hoy adornados de falsas almenas, lo que le confiere al verdadero resto castillero de un aspecto de fiereza falsa. Encierra también, lo que queda de este castillo, el Cementerio municipal.

En Peñalén no quedan restos de castillo, pero sabemos donde estuvo, porque viejas crónicas lo refieren. Situada la villa en un espacio ya de por sí agreste, violento y hermoso en los confines del Parque Natural del Alto Tajo, sobre el pueblo se alza una peña que hoy está ocupada por la iglesia, que además fue destruida por completo en 1936 y ahora se ha hecho nueva. Allí estaba el castillo de los sanjuanistas, y posteriormente sobre él se puso el templo en el que abad y comendador a un tiempo gobernaban a sus súbditos.

Finalmente es en La Yunta, remoto lugar del confín molinés, pegado a la raya de Aragón (de ahí su nombre de Junta ó Yunta) donde los sanjuanistas elevaron también fortaleza y alzaron al menos el torreón que hoy queda, de planta cuadrada, muros cerrados, puerta en alto, para mejor defensa, y terraza almenada para controlar el paso de caminos por la paramera.