Don Fadrique, un obispo del Renacimineto
Cuando se entra en la catedral de Sigüenza, que al amanecer es toda oliveña y rosa, como decía Ortega y Gasset, no se distingue apenas nada. Parece una caverna, de altos techos, de holgadas proporciones. Primero son las luces que derraman los rosetones, las lejanas ventanas. Y luego las lucecitas de las capillas, algunas…