Las cañadas de la Mesta por Molina

viernes, 29 enero 1988 1 Por Herrera Casado

         

Siguiendo nuestro recuerdo al tema entrañable de los ganados, de la Mesta y del paso de los rebaños por las cañadas reales a través de la tierra de Guadalajara, hoy recordaremos algunos datos interesantes a este respecto, referidos al Señorío de Molina.

A este respecto, es interesante recordar cómo ya en el primitivo Fuero de la tierra molinesa, entregado por el primer Conde don Manrique de Lara en 1154, aparecen diversas cláusulas relativas a las cuestiones que los rebaños y ganados podían suscitar entre los primitivos pobladores de aquel gran Común medieval.

Y así, en un intento de proteger dichos ganados, el Fuero molinés establece que los pastores de Molina deben poner la marca de hierro a los ganados con la señal de cada dueño. Así mismo, establece que si los ganados entraran en sembrados, hasta marzo debe pagar 10 ovejas el responsable. Y de marzo en adelante, pecharán solamente 5 ovejas. Y si es desde San Ciprián en adelante, por no producir destrozo en las cosechas, no paguen nada. En otro artículo, se establece que si pasado San Juan se encontrara ganado entre las mieses, el dueño del animal pagará cinco ovejas de multa al dueño de la mies, y una oveja por cada diez que haya entrado en el sembrado. Si una bestia sarnosa encontraran paciendo en la dehesa comunal, el dueño pagaría una multa de 40 mencales. En este sentido, el fuero molinés defiende tanto a los ganaderos, para que protejan su cabaña, como a los agricultores, para que no sean lesionados en sus legítimos intereses por los dueños de los ganados. Recordemos que en 1154 todavía no se había fundado la Mesta, y por tanto el proteccionismo bajo‑medieval aún no había alcanzado sus cotas más exageradas. 

Sobre el ganado en el Señorío de Molina, nos habla el historiador del siglo XVII don Diego Sánchez de Portocarrero, quien primeramente habla de la geografía molinesa, de sus montes y bosques, y dice: «Aquellas montañas, y asperezas tampoco en su género son infructíferas, antes muy útiles para los ganados, y sus pastos. Para los de lana es esto de lo más a propósito de España así para el agostadero de los que vienen de los extremos, como para la conservación de los que no salen de la Provincia que llaman Zurros. De unos y otros no ha muchos años que fue esta tierra de las más ricas destos Reynos, porque sus Lanas (primeras en fineza después de las de Segovia) proveían gran parte a la fábrica de paños destos Reynos, y de las estrangeras, navegándose con copioso número e interés a Italia, Francia, Flandes, Inglaterra y a otras Provincias Septentrionales más».

Y añade: «Ya los accidentes del terreno han minorado mucho la cría y esta utilíssima grangería, sin embargo que aún salen de aquí muchas lanas para otras partes, y gran copia de Carneros, Ovejas y Cabrío que abasteze de carnes a los cercanos y a muchos apartados distritos, dejando bien proevído este a moderados precios.

En cuanto al número de cabezas de ganado en Molina, sobre el que se han dado a veces cifras disparatadas, hemos de considerar que si el Censo de 1477 de ganado ovino, vacuno y cabrío daba para toda Castilla la cifra de 2.694.000 cabezas, de ellas más del medio millón estaban en Molina. En el siglo XVI superaba las 750.000 cabezas, y hacia 1750, todavía tenía 470.000 cabezas. El ganado lanar molinés era considerado de varias categorías, siendo las más importantes el fino, extrafino, zurro y vasto.

Durante la Edad Media, muchos particulares tenían su propia cabaña. También abadías y monasterios. Destacaba en este sentido el Monasterio de Buenafuente. También los duques del Infantado, y en Molina concretamente los condes de Priego, parientes suyos, fueron grandes terratenientes en el tema de la ganadería trashumante.

Recordando el paso de los ganados por el Señorío de Molina, hay que decir cómo el territorio era atravesado totalmente por la «Vereda Real», que desde Aragón iba hacia la cabaña de Cuenca. Esta vereda pasaba por el valle del río Mesa, atravesando luego los montes y páramos de Molina hasta llegar a Peralejos, Puente del Martinete y sierra de Cuenca.

De Molina surgía la «Vereda de la Mata», y por la plaza de San Francisco salía hacia la Pedriza y llegaba hasta la Vega de Arias, siguiendo desde allí una ruta que seguía la cabaña propiedad de la familia del marqués de Santa Coloma, que tenían su asiento en Chera. Los ganados de la Sierra generalmente cruzaban por la vereda que atravesaba el puente de la Tagüenza, por el que pasaba el camino que desde Soria llevaba hacia Andalucía y el valle de Alcudia.         

Ya veíamos la pasada semana cómo las asambleas de los ganaderos se solían celebrar en puntos amplios y destacados, con buenos accesos, como ermitas o iglesias. En el Señorío de Molina, estos lugares eran:

‑ en el campo de la torre de la Ermita de San Pedro, entre Concha y Aragoncillo: el 14 de septiembre

‑ el el torrejón de Traid, el 1º de septiembre

‑ en la ermita de San Bartolomé, en Prados Redondos, el día de San Miguel

‑ en Ventosa, el 28 de septiembre

Son todos estos datos para la historia de la ganadería y el devenir sencillo de esta «intrahistoria» que a base de elementos sencillos va formando la gran historia de nuestra tierra. Hoy les ha tocado a los ganados como cualquier día futuro le podría tocar a los trigos. Todos ellos son tan propios como los Mendozas, o el románico.