En este año de 2016 se ha cumplido el centenario de la conclusión de las obras del ferrocarril del Tajuña y del Tajo. Una vía alternativa que el Estado español ideó para llegar con el tren hasta Zaragoza, diferente de la que pasa –aún hoy- por el Henares y el Jalón hasta el Ebro. La del Tajuña y Tajo pensaba llegar hasta Molina. Ya me ocupé, en un libro publicado en 2003 con Jesús Mercado Blanco y María Jesús Moya Benito, a propósito de la Historia de Sacedón, del ferrocarril del Tajuña y del Tajo. Una línea que hubiera dado mucha vida a la comarca alcarreña, y que siguió funcionando hasta 1942, aunque se desinfló pronto, y se decapitó en la posguerra, cuando las economías del Estado andaban muy flojas, y las ganas de ayudar a la Alcarria no llegaban ni a medianas. También habla de este tren Aurelio García López en su “Historia de Alocén” de 2010. En España el ferrocarril tardó en llegar más que en otros países. Y, curiosamente, la primera línea férrea española no se montó en suelo penisular, sino en la provincia ultramarina de Cuba, donde en 1937 entró en funcionamiento el tren de La Habana a Güines, que tenía por principal misión el transporte de azúcar entre la zona productora y la elaboradora y exportadora. Ese detalle (entre otros muchos) nos hace ver la calidad y la fuerza de los negocios españoles en la isla caribeña. En la Península, los primeros tramos construidos fueron los de Barcelona-Mataró, en 1848 y el Madrid-Aranjuez, en 1851. El capital judío europeo siempre detrás del invento que echaba humo. Siguió luego el gran proyecto, afortunadamente concluido a su debido tiempo, del Madrid-Barcelona complementado por el Madrid-Alicante de la empresa MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante), que vió cómo se movían personas y mercancías entre esas ciudades a partir de 1865 (a Guadalajara había llegado antes, en 1859). Los dineros de Rothschild y el marqués de Salamanca empezaban a generar beneficios. La línea del Tajuña y el Tajo Desde la estación del Niño Jesús, hasta Arganda primero (“el tren de Araganda / que pita más que anda”) en el siglo XIX, pasa a crecer desde los comienzos del XX, y así progresivamente va llegando a Orusco de Tajuña, en 1910, y a Mondéjar, en 1916, progresando en ese mismo año por Yebra y hasta Sayatón-Bolarque, uniendo la central eléctrica de junto a Almonacid, […]