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Visita al convento de Santa Clara de Guadalajara

  Paseando por la ciudad de Guadalajara, uno de los edificios que constituyen esencia de la Ruta monumental de tintes mudéjares, y que nadie debe perderse porque es fundamental y forma parte de la silueta perenne de Guadalajara, es la actual parroquia de Santiago, que fue durante siglos iglesia conventual de Santa Clara. Un convento monjil que acumuló riquezas y prebendas, pero que ofreció sus joyas de arte casi completamente olvidadas. Al menos queda la iglesia y sus detalles particulares. La fundación de monjas clarisas de Guadalajara se debe al entusiasmo de doña Berenguela, hija del rey Alfonso X de Castilla, y señora de la entonces villa por concesión de su padre. Entusiasta de la rama femenina del franciscanismo, ya en 1284 estaba creada la casa alcarreña para este modismo de comunidad religiosa. En ese año el Rey Sabio la protegía. Tenía por advocación El Salvador, y se situaba en la parte de la fuerte cuesta de San Miguel, en unas casas que doña Berenguela tenía recibidas en herencia de su abuela, reina que había sido con el mismo nombre. Pero la casa de clarisas recibió una segunda y definitiva fundación (re-fundación podría decirse) a costa de la siguiente  señora de Guadalajara, la infanta doña Isabel, hija de Sancho IV y María de Molina, quien con su hermana Beatriz vivió largos años en el alcázar de esta ciudad. Su señora de compañía, la piadosa y tenaz doña María Fernández Coronel, compró unas casas en la colación de San Andrés, en plena judería, a doña Sancha, viuda del judío Yahuda, con corrales, huertos anejos y tiendas. Una enorme manzana que hoy se limita por las calles de Teniente Figueroa, Mayor baja, Francisco Cuesta e Ingeniero Mariño. Tras la compra, en 1299, se comenzó a edificar convento e iglesia. Nacía así, en los comienzos del siglo XIV, el Real Convento de Santa Clara de Guadalajara. Otros vecinos de Guadalajara vendieron ó donaron sus terrenos para crear solar inmenso a esta fundación, que crecería rica y poderosa a lo largo dela Edad Media. Desde la cuesta de San Miguel se trasladaron las monjas al nuevo convento en 1307. Poco después, en 1309, moría doña María Fernández Coronel, rodeada de todas las monjas clarisas, de las que entonces aparecía como abadesa su propia hija doña Teresa. En su testamento figura el enorme donadío que las deja: tierras, huertos y molinos por la vega del […]