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Don Quijote en Valdeconcha

relatos de lumbre y candil en valdeconcha

De cómo aparecieron por Valdeconcha (Alcarria de Guadalajara) don Quijote d ela Mancha, la Princesa de Éboli, Santa Teresa de Jesús, Miguel de Cervantes, y hasta el cantante Farinelli: un conjunto de relatos divertidos, emocionantes, imperdibles.

Optimismo vs. Pesimismo

Voltaire se inspiró en Cervantes para escribir su “Candide ou l’Optimisme” Estos días de pandemia (primavera del 2020) han servido, entre otras cosas, para empaparme de clásicos que andaban por ahí perdidos, medio olivados, un tanto de incógnito. ¿Por qué fue tan famoso, en su tiempo, el escritor y dramaturgo francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire? Por ser rompedor con cuanto le rodeaba, por su sarcasmo, su ironía, su  vehemencia y su rebeldía. Desde que él vivió y escribió, ser “volteriano” es estar contra el sistema. No creer en nada, y menos aún en la Religión. Reirse de lo establecido, propugnar como únicamente válidas sus propias ideas. Pero, a lo que veo, cuando Voltaire escribió su famosa obra “Cándido, o el Optimismo” que acabo de leer, lo que en realidad hace, –a más de propugnar como inmensamente válidas las ideas del filósofo alemán Leibniz– es montar una serie de aventuras protagonizadas por un tipo que sale a flote de todos los problemas, debido en gran parte a su optimismo. Es un tipo (alemán le hace Voltaire) que no para de andar y enfrentarse al mundo. Por una serie muy escasa de ideales, pero sobre todo por un amor. Candido recorre el mundo entero, viaja en diversos medios de comunicación, se acompaña de algunos criados (Cocombo es un cuarterón lo más parecido al manchego Sancho Panza) y la locura de Candido le viene de tanto leer y escuchar a su filósofo de cabecera, Plandós…. De vez en cuando hay ocasión para hacer purgas de los libros de su tiempo, de las obras teatrales de su tiempo, y de las ideas coetáneas. De todo ello, y a pesar de reconocer que hay miles, solo salva dos o tres en cada ocasión. Finalmente, Candido tiene un ideal femenino al que persigue constantemente. Su Dulcinea se llama Cunegunda, y a pesar de raptos, y huidas, de miserables encuentros y de la pérdida de todo su valor estético, él la sigue amando… un loco viajero que solo persigue hacer el bien, que ha conseguido una gran fortuna (lo que le permite todo tipo de benevolencias con sus semejantes) y que da la vuelta al mundo buscan a su amada ideal, a la que, tras encontrarla, resulta ser más fea que picio. La figura de don Quijote la veo en cada página. Os atreveis a leer el Candido de Voltaire, y opinar?

Criado de Val en el recuerdo

Acaba de dejarnos, aunque siempre seguirá con nosotros su recuerdo, don Manuel Criado de Val, el profesor que dio vida a la Alcarria por muchos de sus costados. Una verdadera figura clave de la cultura en Guadalajara durante el siglo XX, unánimemente reconocida, pálpito de Hita, generoso caminante de sus caminos, vocero de Cervantes, santiguador de los espacios carmelitas, estudioso de las letras, de los letrados, y de las estanterías donde sus recuerdos se guardan. Cuando tantas figuras de relumbrón se nos cuelan hoy en día, y tantas noticias de ultimísima hora se suben a titulares, no aguantando en ellos más que esa ultimísima hora, porque no dan para más, la actividad del profesor Criado de Val ha supuesto un podio desde cuya altura hoy nos mira, siempre comprensivo, amigable, dispuesto a darnos su razón y su conocimiento. Fue un maestro, en el más amplio sentido de la palabra. A los 97 largos años, ha fallecido en Madrid, donde también había nacido, el profesor don Manuel Criado de Val, ligado a la Alcarria por muchas razones. La primera de todas, porque de ahí le venía la sangre, ya que su padre era natural de Rebollosa de Hita, balconada sobre el Henares desde la que él, aún muy pequeño, descubrió el mundo de las coplas y los juglares, de los canónigos recitadores y los caballeros empeñados. Pero Criado era, con el corazón, y con la pluma, alcarreño de pura cepa. En la Alcarria de Sopetrán quiso tener su casa, y allí la puso, entrañable, minúscula, oronda de antiguas piezas y de miles de libros, en el “molino de Sopetrán” al que se quedó pegada su memoria y allí seguirá, hagan con él lo que hagan. Porque el molino de junto al monasterio, perdido entre la hojarasca, ajeno a todo, guardará el eco de sus palabras, de sus amistades, de sus reuniones sencillas en las que con tantas gentes del ancho mundo quiso rodearse. Muchas razones para el aplauso En este momento de su muerte, regresa Criado de Val a estas páginas por algunos señalados hitos en su actividad reciente y por muchas razones que se han ido acumulando en los últimos años y que, incomprensiblemente, no han gozado del merecido comentario en la prensa provincial, ni en los mentideros de lo cultural, a pesar de su dimensión objetiva. La primera de ellas es que el Ayuntamiento de Hita, hace escasos años, […]

Vuelve Vaquerizo a donde solía

Acaba de ofrecernos un nuevo libro, de poemas esta vez, antológico y capital, el escritor alcarreño Francisco Vaquerizo Moreno. Aunque no quiere presentaciones ni voces sincopadas, yo no me resisto a decir que ese libro se ha hecho, como expresión honda de un escritor que nunca ceja, y así nos deja ese titular que aparece junto a la imagen de un hombre andando entre hierbas y amapolas: “De mis pasos en la tierra”.   Tenía Cervantes dos visiones distintas de la poesía. Como dedicación enervante y enfermiza casi. O como paso seguro a los más altos límites del ser humano. La opinión de Cervantes andaba pues entre lo esperpéntico y lo sublime. Hizo decir a la sobrina de don Quijote que «hacerse poeta era una enfermedad incurable y pegadiza» y en La Gitanilla, sin embargo, proclama que «la poesía es una joya preciosísima … una bellísima doncella, casta, honesta, discreta, aguda, retirada y que se contiene en los límites de la discreción más alta». En esa ambigüedad puede situarse el nuevo libro poético de Francisco Vaquerizo, aunque todo cuanto en él se lee está destinado a subir la apreciación de los lectores por el mundo que les rodea, por el milagro de vivir, por la alegría de descubrir gentes, lugares, sentimientos… Nos llega, por tanto, una nueva entrega, en este caso poética, del acervo literario de un autor provincial que lleva ya contabilizados más de 35 títulos en su haber. Tras varios tomos de relatos, novelas y teatro, ahora nos alcanza con su gran antología, una especie de recuperación de toda su obra poética no publicada todavía, de esa que andaba desperdigada, solamente recitada, guardada en las estanterías –a veces arcanas- del ordenador… y Francisco Vaquerizo se ha arremangado, una vez más, y ha dado de sí cuanto puede, que es mucho, y nos ofrece este grandioso poemario, en el que sin duda vemos cómo da la talla de escritor de primera. El libro, editado sobre papel ahuesado, se distribuye en seis grandes capítulos que ofrecen poemas relacionados entre sí. La primera de las aportaciones son los “Poemas Religiosos” en los que Vaquerizo se muestra devoto absoluto de la Virgen, en las diversas advocaciones provinciales, y de algún que otro Cristo, pasando con su jugoso escribir sobre escenarios sacros y acontecimientos píos. El segundo capítulo lo titula “Versos del Quijote” y son reflexiones sobre personajes, anécdotas y capítulos de la primera novela del mundo. […]