
Una revisión divulgativa de la importancia que la Cueva paleolítica de los Casares, en Riba de Saelices, presenta para el viajero y estudioso de hoy.
Artículos y comentarios sobre Guadalajara
En estos días en que empezamos a hacer planes para salir por la provincia, a ver paisajes, pueblos y edificios singulares, Miedes capta nuestra atención. Está lejos, “en el confín”, junto a Soria, pero cargada de historia, de patrimonio,… y de cuevas que son de admirar. Las cuevas de Miedes Muchas son las cosas de interés que atesora Miedes, pero a mí quizás lo que más me interesa es el conjunto de cuevas eremíticas que se distribuyen por todo el término. Por eso empiezo hablando de ellas. Javier Ortega acaba de ver publicado un libro de su autoría, titulado “Miedes, un señorío olvidado”, en el que ahonda sobre la historia y el patrimonio de Miedes, mencionando diversos enclaves del término en los que aparecen elementos muy grandes, muy bien tallados y conservados, de cuevas eremíticas. Así, creo que debe resaltarse la que aparece tallada bajo la roca que sostiene la ermita de Santa María del Puente. Está en un altozano, sobre el pequeño valle del río Pajares, en cuyas orillas se abren otras cuevas, como las de El Espinarejo, tres más en Los Villarejos, y otra en Corral García. Similares entre sí, talladas sobre la roca arenisca de los bordes del valle, tienen amplios interiores con bancos, alacenas y capillas. En las rocas, se aprecian inicios de más tallas, que no llegaron a completarse, y un detalle muy revelador, el de los mechinales que aparecen perforados sobre las entradas y más allá, denotando el uso que tuvieron de parapetos, o cabañas construidas a la entrada de la cueva, que vendría a ser como capilla, o residencia de ermitaño. Lo que se evidencia, leyendo este libro de Ortega, y aprendiendo de él, es la enorme base patrimonial, en punto a cuevas y eremitorios de origen visigodo, que existe todavía hoy en este término municipal de Miedes. Ortega Alcaide los refiere con detalle en su reciente libro “Miedes, un señorío olvidado”. Nos cuenta además, por descripción, y por análisis documental, que en el actual término de Miedes hubo además otros tres pueblos, hoy ya abandonados completamente, que fueron “Santa María de la Puente”, “Torrubia” y “Las Casillas”. Además, por el término se encuentran numerosos enclaves primitivos, quizás castros celtibéricos, poblados visigodos, aldeas medievales…. El “Castro de Perniles” que fue en su origen habitáculo celtibérico, debió tener una vida muy prolongada en los siglos iniciales de nuestra Era, porque aún en época visigoda tenía […]
He conocido estos días la publicación del estudio que en su día hicieron los arqueólogos María Luisa Cerdeño y Emilio Gamo en el alto de “La Cabeza del Cid” en Hinojosa, y que fue publicado en el volumen 27 (1) de Complutum, en las páginas 169-184, en 2016, bajo el título de “Estudio preliminar del campamento romano de La Cabeza del Cid en Hinojosa”. Como todo lo relacionado con la arqueología y la historia antigua de nuestra tierra, solo ha tenido repercusión en la media docena de personas atentas e interesadas en estos temas. Pero creo que la cuestión tiene mayor dimensión. Por eso la comento aquí. Hace ya unos cuantos años, en compañía de algunos amigos molineses, subí al cerro de la Cabeza del Cid (yo entonces creía que lo llamaban “el Cabezo del Cid”, pero viene a ser lo mismo). Sabíamos que el lugar, en una orgullosa meseta que se alza cien metros por encima del altiplano molinés del Campo, había tenido habitación primitiva. La estructura del cerro lo pregonaba abiertamente: en ese alto (del que en su costado suroccidental mana la “Fuente del Cid”) se colocaron los celtíberos como uno de sus bastiones principales. Un fuerte oppidum dio cobijo a una amplia población de agricultores y guerreros, desde el siglo VI antes de Cristo. Y su allí estaba el castro, en lo alto, la necrópolis no andaría lejos. Todavía no se ha hallado, pero debe estar cerca. Desde hace siglos se sabe que en la meseta había muchas piezas de gran interés arqueológico. Hoy los arqueólogos investigadores han encontrado ya muy poco. Lo realmente valioso se lo han ido llevando curiosos y aficionados, desde hace siglos. Como ejemplo (y estas frases ya las he utilizado anteriormente en algún otro escrito) cabe reproducir lo que don Diego Sánchez de Portocarrero, regidor e historiador molinés a comienzos del siglo XVII, escribió en su “Historia del Señorío de Molina”: “Se descubren (en el término de Hinojosa) cada día notables antiguallasdel tiempo de romanos u aún más antiguas, monedas y otros rastros, más frecuentes que en otros puntosde esta provincia. Del mismo Cid es notable memoria el cerro en cuya falda está este pueblo y se llama hoy Cabeza del Cid, con tradición constante de que estuvo allí fortificado largo tiempo contra Labros, a quien sojuzga esta eminencia, que es áspera y enriscada por todas partes, formando arriba planos grandes, bastante para un moderado trozo de ejército, donde hay señas de cerca, y algunos creen muralla, y más parece trincheras con cava, formadas de piedra, tierra y fagina, que ciñe casi todo el plano donde debiófortificarse por algún tiempo el Cid […]
Mañana, 12 de Noviembre 2016, al mediodía, y en el salón de actos del Ayuntamiento de la localidad de Riba de Saelices, va a tener lugar un merecido homenaje a la figura de quien fuera guarda de la Cueva de los Casares durante 40 años. Además de alcalde, vecino y persona ejemplar. En La Riba existe en estos momentos un pujante movimiento cultural, que es amparado por el Ayuntamiento y animado por un grupo de jóvenes que encabeza Ricardo Villar. Ellos están empeñados en llevar a su pueblo algo de la movida cultural de Guadalajara. Pero saben de las dificultades que el tema conlleva: las distancias, los compromisos varios de quienes solo van al pueblo los fines de semana, las tareas preparatorias de cada idea, para llegar luego a resultados participativos muy débiles. Es una tarea difícil, pero hay que animarles a que sigan en ella. Solo así podrán sobrevivir (mentalmente, me refiero) los pueblos pequeños de nuestra provincia. Historias En La Riba hay varios hitos históricos que conviene destacar. Quizás el primero debiera ser el hecho de que en el entorno de lo que hoy es el pueblo, en pleno valle del Río Salado, hace más de 15.000 años, en plena Era Glacial, un grupo de neanderthales “inventaron el arte”. Quizás sea mucho decir, pero el titular tiene peso. Los primitivos cazadores, asombrados del poder de la Naturaleza, se dieron cuenta de que podían dominarla grabando sus formas en lo hondo de las paredes de una cueva. Esa a la que luego nuestros abuelos llamaron “de los Casares”. El segundo hecho fue más reciente, en 1931. El maestro del pueblo, don Rufo Ramírez, avisó al Dr. Layna Serrano de haber encontrado profunda cueva en el término, en la que parecían hallarse pinturas y grabados paleolíticos en sus paredes. Allá se fue el señor cronista, y lo que vió le dejó atónito, de tal modo que prefirió llamar al doctor don Juan Cabré para que él, como máxima autoridad en la arqueología hispana, dictara sentencia. Ya sabéis cómo terminó todo. Descubriendo más de un centenar de grabados que crean un mundo apasionante de seres humanos y animales del profundo hondón del glaciarismo. El tercer hecho es que terminada la Guerra Civil, se decidió por parte del ministerio de Educación poner a la visita de la gente aquel entorno. Se nombró guarda a Aniceto Foved, quien la pasó la antorcha a […]
Uno de los más señalados monumentos de nuestra provincia, está siempre en la oscuridad, no hay forma de ponerle bombillas: se trata de la Cueva de los Casares, un auténtico santuario del arte rupestre paleolítico. La Cueva de los Casares está siempre llena de misterios. Entre las cien figuras talladas en la roca de su oscuro vientre, hay animales y hombres, hay vida retratada desde hace miles y miles de años. Y aparte de ser crónica de su tiempo, y templo propiciatorio, es también, muy posiblemente, el lugar donde aparece dibujado el mito más antiguo generado por la mente humana: el de la entrada en el caos de la muerte. La cueva, en resumen Aunque ya hace ya casi 90 años que se conoce la Cueva de los Casares (1928) y exactamente 80 que fue declarada Monumento Nacional (1935) este elemento patrimonial localizado en Riba de Saelices, en las serranías del Ducado de nuestra provincia, aún es desconocida para la mayor parte de los habitantes de Guadalajara. La Cueva de los Casares, en las orillas del río Linares, a 1.162 metros de altitud sobre el nivel del mar, en lo alto de un fuerte recuesto rocoso, es una de las joyas patrimoniales de nuestra tierra, no sólo de Guadalajara provincia, sino de Castilla-La Mancha, y aún de España entera. Quien fue guía oficial de la cueva, Emilio Moreno Foved, me contó hace tiempo que eran más los extranjeros que acudían a visitarla, que españoles. Hoy esa tendencia se está invirtiendo, afortunadamente, y más en el último año, pues fue en la primavera de 2014 que se adjudicó al grupo de los Museos de Molina de Aragón la gestión de su mantenimiento, cuidado y puesta en servicio para mantenerla abierta, durante los fines de semana, y en otras fechas a petición de grupos de visitantes. La tarea que desde hace unos meses ha tomado con diligencia y entusiasmo el grupo que capitanea José Manuel Monasterio, y otros colaboradores, de Molina de Aragón, está consiguiendo lo que hace unos años hubierta parecido un milagro: que a la Cueva de los Casares acudan visitantes, españoles, paisanos, interesados ciudadanos en indagar y admirar el arte paleolítico que alberga nuestra tierra más próxima. La Cueva de los Casares fue habitada por los hombres del Paleolítico Medio desde hace, al menos, 30.000 años. Los estudios de Antonio García Seror, a la espera de nuevas excavaciones y […]