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Jenaro Pérez Villamil y su paso por Guadalajara

A lo largo de los siglos ha habido mucha gente que ha pasado por Guadalajara y ha dejado su memoria prendida de alguna obra importante. En homenaje a muchos de ellos, el recuerdo a Genaro Pérez-Villamil puede servirnos para dar una vez más la prueba fehaciente de que algunos caminantes se enamoraron al primer vistazo de nuestra tierra. Este artista gallego, en el siglo XIX, lo hizo a través de varios monumentos, que se quedaron coloreados y temblorosos en estampas de todos conocidas. Retazos de una vida viajera Genaro Pérez Villaamil y Duguet nació en el Ferrol (La Coruña), el 3 de febrero de 1807. Casi en la infancia, muy joven aún, ingresó enla Academia Militarde Santiago de Compostela. El traslado de su familia a Madrid hizo que dejara esos estudios, apostando enseguida por la carrera literaria. En las algaradas callejeras del Madrid de 1823, protestando contra el absolutismo de Fernando VII, fue herido y trasladado a Cádiz como prisionero de guerra. Le soltaron enseguida y volvió a cambiar de intenciones. Ahora quería ser pintor. Y viajero, pues con su hermano se trasladó primeramente a Inglaterra, y enseguida a Puerto Rico, en 1830. Allí les fue encargada la decoración del Teatro Tapia, en San Juan, donde se mantuvo durante 3 años, volviendo a España y recorriendo un poco en plan bohemio Andalucía, conociendo en Sevilla al artista escocés David Roberts, de quien se hizo admirador enseguida, discípulo y seguidor, adquiriendo en las formas y los conceptos del británico el sentido del paisajismo romántico, que  Pérez Villamil desarrolló con fuerza, con una personalidad que, sabiendo de estos años tan movidos, tan viajeros y brujuleantes, debía ser muy fuerte.