Dicho el adiós y hecha la semblanza, aunque apresurada esta y largo aquel, corresponde ahora decir cual fue la obra de García de Paz, aunque también haya de inscribirse en la órbita acelerada del día a día y tengamos que pasar por alto muchos detalles que habrá de tenerlos en cuenta, en todo caso, quien un día se enfrente a la tarea amable, pero grandiosa, de estudiarla a fondo, de transformarla en Tesis doctoral, porque da para ello. Datos escuetos de una vida Una biografía huérfana de batallas y avatares inciertos. Sencilla como la vida de cualquiera de nosotros, nacidos en la España triste y aburrida del franquismo, pero llena enseguida de las ilusiones de la infancia, de los anhelos de la juventud y de las ganas de alcanzar un mundo nuevo. En 1959, y en Madrid, de una familia humilde con sus raíces en la Alcarria, José Luis García de Paz vivió los años iniciales entre la capital de España y su pueblo más querido, Tendilla. Su esfuerzo le llevó a ser profesor titular de Química Física en la Universidad Autónoma de Madrid, y a firmar unos 80 trabajos de investigación sobre Química Teórica aplicada a problemas de interés en la Química Orgánica. Algo que no se lo regaló nadie, que se lo forjó con su empeño de días y noches clavando los codos y leyendo lo que otros sabios, antes, habían dicho y escrito. Eso ya es un ejemplo de esfuerzo personal, de realización, de construirse una vida útil (porque además lo que aprendió se lo enseñaba inmediatamente a los demás) y de entregarse a la sociedad, devolviéndola más de lo que le había dado. Yo sé que ahora, y poco a poco en los días y meses siguientes, centenares de químicos que fueron sus alumnos van a recordarle con el cariño y la nostalgia con que a los profesores del corazón les recuerdan sus alumnos. Esta es una página en la que pueden encontrarse algunos de los temas y estudios en que andaba metido: http://www.uam.es/personal_pdi/ciencias/depaz/depazinv.htm. La pasión por la tierra, por su pretérito avatar, por las gentes que la poblaron y los testimonios que dejaron, le viene de un profundo humanismo nacido en las raíces de la lectura de otros autores que antes que él se habían dedicado a la indagación del pasado alcarreño. Sus abuelas tendillanas, sus padres, sus ancestros seguros, habían nacido en diversos lugares de […]
mendozas
Adiós a un alcarreño insigne: García de Paz
Cuesta trabajo, cuando la amistad y las vivencias son grandes y dilatadas, despedir a un amigo, a un generoso contribuidor de la cultura alcarreña, que acaba de irse de forma inesperada y brusca: José Luis García de Paz, -que desde este verano era oficialmente cronista de la villa de Tendilla, pero que en el corazón llevaba ese lugar, y la Alcarria toda, desde que nació-, nos ha dejado para siempre. Las páginas que junto a esta llenaba con su saber y su investigación, no volverán a ver su firma y su rostro. Y nosotros quedaremos un poco más huérfanos, de su magisterio, de su simpatía y, sobre todo, del hondo sentido que le dio a la amistad. Se hace duro pensar que tras 25 años de trabajo en la enseñanza universitaria, y habiendo alcanzado la difícil meta de obtener su primer año sabático, el profesor García de Paz haya fallecido en la primera semana de esta circunstancia que para muchos es meta ansiada y feliz. La muerte es siempre absurda, y a todos nos cuesta comprender su sentido, su oportunidad y implacable puntualidad. Pero hay ocasiones en que esta comprensión se hace más difícil, cuando le llega a un amigo íntimo, en una edad de plenitud, sin aviso previo. De José Luis García de Paz se podrían decir muchas cosas, que parecen llegar alborotadas y en tropel a la boca desde el corazón. Como me salió, directo, hace unos días, solo cabe decir que fue un ciudadano ejemplar, un ciudadano al que todos deberíamos imitar. Porque en todo fue justo, y sin excesos: quería a su familia (día a día), a su pueblo (¡por fin le nombraron Cronista Oficial de Tendilla, hace dos meses!), a su provincia, a su país, a sus amigos… nunca se le oyó hablar mal de nadie ¡que ya tiene su mérito! Y siempre colaboró en cuantas tareas se le ponían, voluntarias o encargadas, por delante. Triste momento de recordarle como algo pasado, y más difícil aún hacerse a la idea de que no va a volver a escribirme un mail con su último hallazgo, su última ocurrencia, su última y cotidiana alegría de saber algo nuevo. Momento, entonces, de hacer balance de su vida. De alentar a su esposa, María Jesús, a su hija Marta y al resto de su familia tan querida, incluida su madre, quizás la que más sufre, a que mantengamos su […]